Espaldarazo al TPI
El Tribunal Penal Internacional (TPI), proyecto adoptado hace algo m¨¢s de dos a?os en Roma para dotar a la comunidad internacional de un instrumento jur¨ªdico permanente para juzgar y castigar a individuos culpables de genocidios, cr¨ªmenes de lesa humanidad y cr¨ªmenes de guerra, acaba de recibir un crucial espaldarazo con la firma de su estatuto, con valor de tratado internacional, por parte de Estados Unidos. En sus ¨²ltimos d¨ªas antes de dejar la Casa Blanca, el presidente Bill Clinton ha sumado as¨ª la voluntad de la mayor superpotencia de la Tierra y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU a este proyecto de una instituci¨®n destinada a impartir justicia en el nuevo mundo globalizado. Falta todav¨ªa un largo trecho para la entrada en vigor del tratado constitutivo, pues se necesita la ratificaci¨®n de 60 Estados. El a?o 2000 se cierra con un buen resultado, que sit¨²a en 139 los Estados que ya lo han firmado y 27 los que lo han ratificado, con lo que el nuevo tribunal podr¨ªa ver la luz en 2002 o 2003; es decir, bastante antes de lo previsto por los m¨¢s optimistas. Entre las ratificaciones de este pasado a?o se encuentran las de Espa?a y de la gran mayor¨ªa de la Uni¨®n Europea, l¨ªder en este campo, que ha evitado los repetidos intentos estadounidenses de vaciar de contenido el futuro tribunal.
Clinton ha tenido, en relaci¨®n con el TPI, una actitud valiente, que ha arrastrado a la firma a Israel, otro Estado hasta ahora reticente a esta nueva jurisdicci¨®n internacional. Ir¨¢n tambi¨¦n ha suscrito el texto in extremis, y antes lo hab¨ªan hecho Estados significativos como Yugoslavia, aunque todos ellos tardar¨¢n en ratificar, si es que llegan a hacerlo. Pero no hay que llamarse a enga?o. El camino est¨¢ sembrado de escollos, y no est¨¢ garantizado que la decisi¨®n de Clinton tenga continuidad en la pr¨®xima Administraci¨®n republicana. Estados Unidos es el pa¨ªs que m¨¢s tropas tiene fuera de su frontera y, estos a?os pasados, el que ha dictado la posici¨®n de la Administraci¨®n saliente dem¨®crata ha sido, sobre todo, el Pent¨¢gono, temeroso de que sus soldados puedan tener que v¨¦rselas con este tribunal. El Partido Republicano, con el influyente senador ultraconservador Jessie Helms a la cabeza de este movimiento contra el TPI, ha hecho todo lo posible por frenar o desvirtuar este proceso. Las prisas de Clinton se deben no s¨®lo a que deja el cargo, sino a que el 31 de diciembre conclu¨ªa el plazo para firmar y, desde esta posici¨®n, poder participar con plenitud en el establecimiento del tribunal. 'Al firmar podremos influir en la evoluci¨®n del tribunal, sin firma no', consider¨® Clinton. Desde dentro se podr¨¢ frenar mejor. Otros 14 Estados han suscrito tambi¨¦n el Estatuto de Roma en la ¨²ltima semana de 2000.
Pero tambi¨¦n hay que tener en cuenta que Clinton hab¨ªa defendido personalmente este proyecto y ahora considera que, de no haberlo firmado, el juicio de la historia habr¨ªa sido duro con ¨¦l. Su decisi¨®n no es un mero brindis al sol, pues influir¨¢ de lleno en la agenda de su sucesor, el republicano George W. Bush. El tratado ha de ser ratificado por el Senado, donde hay un empate entre dem¨®cratas y republicanos, con el voto de calidad del pr¨®ximo presidente de la C¨¢mara, el inminente vicepresidente Dick Cheney, contrario a este paso, como el futuro secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, temerosos ambos de que el gigante militar se vea atado de manos en sus acciones militares internacionales.
Si faltaban argumentos para apoyar la creaci¨®n del TPI, las argucias utilizadas por Augusto Pinochet para escapar a la justicia de su propio pa¨ªs los han proporcionado. Aunque, si el TPI existiera, Pinochet se librar¨ªa de su jurisdicci¨®n, al carecer de car¨¢cter retroactivo. El TPI est¨¢ dirigido a los futuros Pinochet; a perseguirlos si se repiten y a disuadirles de que cometan atrocidades. Si no para deshacer las injusticias y castigar los cr¨ªmenes del pasado, el TPI s¨ª servir¨¢ para construir un mundo mejor. Por eso urge llegar a las 60 ratificaciones y que Estados Unidos est¨¦ entre ellas. Un tribunal de esta ¨ªndole no podr¨ªa funcionar con efectividad al margen de la hiperpotencia.
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