Guerra y pol¨ªtica en las empresas
La farragosa controversia desatada entre los partidarios de la llamada 'globalizaci¨®n' y los adversarios seculares del liberalismo y de la econom¨ªa de mercado en torno a las ventajas y desventajas de la actual formaci¨®n del capitalismo mundial ha desviado la atenci¨®n sobre algunos hechos que, a mi juicio, son mucho m¨¢s sugestivos para comprender nuestro peculiar presente hist¨®rico.
En los ¨²ltimos cincuenta a?os hemos asistido a dos fen¨®menos significativos. Por una parte, el lenguaje de la pol¨ªtica ha ido diluy¨¦ndose en medias tintas hasta convertirse en una jerga burocr¨¢tica procesual s¨®lo accesible para los tecn¨®cratas de la administraci¨®n de la cosa p¨²blica, los polit¨®logos y los llamados 'cient¨ªficos sociales'. Las consignas de la acci¨®n pol¨ªtica, lo que anta?o se llamaban 'ideales' o 'principios', o las 'doctrinas' que, todav¨ªa en plena Segunda Guerra Mundial, permanec¨ªan vigentes -no en vano entre nazis y aliados, as¨ª como en el contexto de la guerra fr¨ªa, se jugaba el destino de la libertad-, ya no se invocan como tales sino que todo el mundo parece satisfecho en reconocer que la democracia representativa, sus ideales y principios, sus formas y su lenguaje es, como pensaba Churchill, el menos malo de los sistemas pol¨ªticos disponibles y se erige en destino de una sociedad libre. A este proceso de apaciguamiento del enfrentamiento social se lo ha llamado 'fin de las ideolog¨ªas', y nuestro presente hist¨®rico constantemente nos demuestra que, al menos en los pa¨ªses econ¨®micamente m¨¢s desarrollados, el desarme ideol¨®gico, pese a que hace muy aburrida la pol¨ªtica, ha resultado beneficioso para todos.
Por otra parte, el espacio y la atenci¨®n que desde tiempo inmemorial se asignaba en la vida de una naci¨®n a la guerra, es hoy en d¨ªa m¨ªnimo o, en todo caso, ha pasado a una condici¨®n casi fantasmal. Los departamentos de Estado que anta?o se llamaban 'Ministerio de la Guerra' se llaman ahora 'Cartera de la Defensa', y las operaciones militares emprendidas por instituciones como la ONU o, cada tanto, por el Gobierno norteamericano en su papel de superpolic¨ªa internacional, aunque sean abiertamente ofensivas, como ocurri¨® en la Guerra del Golfo, son referidas como Peace Keeping Operations, es decir, 'operaciones para el mantenimiento de la paz', una f¨®rmula que no por eufem¨ªstica resulta menos reveladora sobre la comprensi¨®n actual que tienen los gobiernos de las potencias centrales acerca de la pr¨¢ctica de la guerra. Hace algunos a?os, un asesor del Pent¨¢gono llamado Francis Fukuyama levant¨® un gran esc¨¢ndalo al afirmar que la Historia hab¨ªa terminado y que los episodios caracter¨ªsticos del pasado, es decir las guerras, ya no pod¨ªan tener como escenario los pa¨ªses en donde se hab¨ªa asentado y consolidado la democracia neoliberal. Entretanto, ha habido guerras, s¨ª, pero es verdad que ¨¦stas se han concentrado en regiones relativamente alejadas del Norte desarrollado neocapitalista: Medio Oriente, Somalia, Granada, Chechenia, Malvinas, Yugoslavia, por no mencionar las cruentas guerras civiles africanas, etc¨¦tera.
Nos encontramos, pues, en un contexto in¨¦dito en el que, aparentemente, las grandes naciones capitalistas ya no quieren pelearse entre s¨ª. Luchan y se desangran los 'pueblos incivilizados' de la periferia y es verdad que el mesianismo pol¨ªtico, fundado en alguna ideolog¨ªa trasnochada, todav¨ªa persiste en ?frica o en Timor. En cambio, en los pa¨ªses donde se ha consolidado el modelo liberal de alta tecnolog¨ªa parece haberse acabado con ese flagelo b¨ªblico. En un sentido, ya no hay conflictos ni posibilidad o manera de plantearlos. Fin de la pol¨ªtica y de la historia, pues, y fin de la guerra.
Sin embargo, no es preciso ser un conocedor de la antigua sabidur¨ªa de Her¨¢clito ('El conflicto -polemos- es el padre de todas las cosas') para admitir que una sociedad libre de conflictos no es que sea ut¨®pica sino, lisa y llanamente, imposible, irreal, inconcebible. ?Ad¨®nde han ido a parar entonces los dos escenarios tradicionales del conflicto, la pol¨ªtica y la guerra, en nuestros pa¨ªses?
Una mirada somera sobre el mundo empresarial permite comprobar que el lenguaje de la confrontaci¨®n y la lucha sin cuartel que anta?o se reservaba para describir las operaciones militares o para arengar a las masas en las barricadas pol¨ªticas se ha trasladado a la vida empresarial. La vida en el mercado se parece a una guerra, y las relaciones entre los agentes que participan de esa guerra est¨¢n fuertemente cargadas de contenidos y valores pol¨ªticos. Aunque hayan sido desterrados de casi todos los ¨¢mbitos o desplazados al registro imaginario del cine, los valores de la pol¨ªtica y la guerra se conservan intactos en el mundo de las empresas. All¨ª son comunes las met¨¢foras de la guerra y los viejos significantes b¨¦licos. Los m¨¦todos tradicionales de las organizaciones jer¨¢rquicas militares, tanto sea para la promoci¨®n de los cargos de gesti¨®n como para la defenestraci¨®n de alg¨²n ejecutivo fracasado, son moneda corriente en las empresas, donde se est¨¢ siempre entre la vida y la muerte.
Conceptos tales como 'conquista del mercado' para describir un procedimiento vulgar como la expansi¨®n de las actividades de una compa?¨ªa; o 'liderazgo' -con sus claras connotaciones fascistas- sirven para valorar positivamente el comportamiento agresivo de una empresa o para dar nombre, en el curr¨ªculum de las escuelas liberales de negocios de Harvard o Chicago, a 'c¨¢tedras de Liderazgo' (!). La muerte o desarticulaci¨®n de una empresa por otra, en la guerra por la supervivencia en el mercado, pese al auge del pacifismo, no tienen ninguna connotaci¨®n desfavorable en la opini¨®n p¨²blica, lo mismo que la pr¨¢ctica de las 'fusiones empresariales', que son eufemismos para ocultar aut¨¦nticas fagocitaciones canib¨¢licas.
En los organigramas empresariales, por otra parte, es com¨²n encontrar 'comit¨¦s estrat¨¦gicos' y en ellos se oye hablar de operaciones secretas, campa?as, actuaciones en la vanguardia y la retaguardia, tareas de log¨ªstica y entrenamiento. Los bur¨®cratas de empresa se autodenominan 'cuadros' y es com¨²n que se elogie a un jefe de empresa por su voluntad de permanecer en la lid, siempre muy cerca de sus 'subordinados'. Una oferta de adquisici¨®n de acciones puede, sin que nadie se sienta amenazado por ello, ser calificada de 'hostil' y el conflicto desatado entre Microsoft y sus competidoras Oracle y American On-Line puede seguirse como si de una batalla se tratase. Las escuelas de negocios m¨¢s prestigiosas (cito al pasar): Chicago, la Harvard Business School o los seminarios de la Columbia University reemplazan, por su prestigio y su funcionalidad, a las antiguas academias militares y sus graduados ostentan su paso por ellas con el mismo orgullo con que los antiguos oficiales recordaban en su hoja de servicios que se hab¨ªan formado en West Point, Sandhurst o St.Cloud.
La democracia se propaga y se vitorea y se enarbola por todas partes: ?pero hay alguna 'empresa democr¨¢tica'? ?Hay algo menos democr¨¢tico y libre que la gesti¨®n y el control de las grandes corporaciones que no obstante ser propiedad de millones de peque?os accionistas son manejadas dictatorialmente por un pu?ado de gestores implacables? Mientras que en la pol¨ªtica convencional, la de los partidos y las elecciones, el discurso poco a poco ha ido impregn¨¢ndose de esl¨®ganes publicitarios e incluso la representaci¨®n ic¨®nica de las ideas ha pasado a ser responsabilidad exclusiva de los llamados 'asesores de imagen', en las empresas persiste la guerra de todos contra todos, sin ley ni misericordia. All¨ª se ejerce el poder en su genuina dimensi¨®n, como toma de decisiones, y su naturaleza esencial sigue intacta, igual que en tiempos de Cal¨ªgula o de Lorenzo el Magn¨ªfico, de ah¨ª que sus incidencias puedan resultar tan dram¨¢ticas y cruentas como en una tragedia de Shakespeare. ?Pero d¨®nde est¨¢ la teor¨ªa, los nuevos Maquiavelo, Hobbes, Clausewitz, capaces de pensar la pol¨ªtica y la guerra tal como hoy en d¨ªa se manifiestan?
Enrique Lynch es escritor y fil¨®sofo.
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