Rasgos inquietantes
'Dos j¨®venes de rasgos ¨¢rabes mueren acribillados a balazos en Estepona'. Este titular se public¨® en las p¨¢ginas de Espa?a el pasado 27 de diciembre.
La misma expresi¨®n 'de rasgos ¨¢rabes' se repet¨ªa al comienzo de la entradilla de la noticia que daba cuenta de un doble crimen en la localidad malague?a y que, seg¨²n los investigadores, obedec¨ªa a 'un ajuste de cuentas relacionado con el tr¨¢fico de inmigrantes'.
En la informaci¨®n se a?ad¨ªa que los cad¨¢veres correspond¨ªan a dos varones de 27 y 24 a?os, uno con pasaporte franc¨¦s y el otro de nacionalidad argelina.
Un lector, perfectamente identificado, pero que prefiere que no se utilice su nombre, se ha dirigido al Defensor para hacerle notar que el titular y el texto incurren en un error.
?rabe puede aplicarse a un individuo de la pen¨ªnsula de Arabia, a cualquiera de los pa¨ªses que se denominan como tal, a la lengua que se habla y escribe en esos pa¨ªses, a su cultura, o a los caballos que se denominan por ese origen, pero en ning¨²n caso puede tomarse como distintivo racial o ¨¦tnico.
El conjunto de los pa¨ªses ¨¢rabes ofrece un alt¨ªsimo grado de mestizaje; conviven all¨ª individuos blancos y negros.
El propio Libro de estilo del peri¨®dico proh¨ªbe expresamente la expresi¨®n de marras y propone, como ejemplos que no deben emplearse, 'de aspecto ¨¢rabe', o 'ha sido detenido un hombre de aspecto ¨¢rabe'.
La expresi¨®n tiene, adem¨¢s, un claro tinte racista que debe evitarse.
Los rasgos f¨ªsicos de las personas s¨®lo deben utilizarse en noticias de sucesos que tengan como causa el racismo -y ¨¦ste no era el caso- o cuando las caracter¨ªsticas raciales o ¨¦tnicas de alguno de los protagonistas de la noticia a?adan algo importante a la informaci¨®n.
De cualquier modo, conviene no confundir errores claros, como el que aqu¨ª se comenta, con algunas posiciones maximalistas que tratan de evitar cualquier menci¨®n a las caracter¨ªsticas de las personas o a su nacionalidad.
Son supuestos distintos y el mismo Libro de estilo obliga a personalizar las informaciones al entender que que la profesi¨®n, la edad, el estado civil 'y dem¨¢s circunstancias personales son elementos noticiosos de primer orden'.
La entrevista
El suplemento dominical del 24 de diciembre public¨® una extensa entrevista con el actor Juanjo Puigcorb¨¦, firmada por Ram¨®n de Espa?a, colaborador habitual de este peri¨®dico.
El domingo d¨ªa 31, el peri¨®dico public¨® media p¨¢gina con una ampl¨ªsima r¨¦plica del actor en la que, en s¨ªntesis, aseguraba que se hab¨ªan puesto en su boca palabras que jam¨¢s hab¨ªa pronunciado y se extend¨ªa en una serie concreta de puntualizaciones.
Esa r¨¦plica, inusual por su extensi¨®n, parec¨ªa suficiente para zanjar el asunto. Pero Javier Preciado, desde Buenos Aires, y Pere Vilanova, desde Barcelona, se han dirigido al Defensor. Adem¨¢s, en la edici¨®n del viernes se han publicado dos cartas al director interes¨¢ndose sobre este mismo asunto.
La postura de Puigcorb¨¦ qued¨® claramente expresada, y por ello el Defensor le ha pedido a Ram¨®n de Espa?a una explicaci¨®n sobre lo ocurrido.
En un texto escrito asegura que lamenta 'profundamente que Juanjo Puigcorb¨¦ se haya sentido tan ofendido ante la entrevista', y a?ade: 'Mi intenci¨®n no era ofenderle, sino fabricar un retrato personal de un buen y respetado actor, al que conozco y aprecio desde hace veinte a?os, a trav¨¦s de una charla informal mantenida en el curso de una comida'.
El autor a?ade que 'este tipo de textos no tiene el rigor de un interrogatorio y en ellos uno tiene la tendencia a primar los conceptos sobre la literalidad'.
'Puede', prosigue De Espa?a, 'que en algunos casos lo reproducido no sea id¨¦ntico a lo pronunciado por el entrevistado, pero de ah¨ª a ver mala fe en la actitud del entrevistador hay un largo trecho'.
Dice tambi¨¦n que 'durante m¨¢s de un a?o he estado realizando en la edici¨®n catalana de El PA?S una serie de entrevistas en las que, siguiendo mi costumbre, tal vez discutible, no he tomado notas ni grabado nada'.
Asegura el entrevistador que al comienzo de sus charlas siempre avisa a su interlocutor para que le advierta de aquello que pudiera haber dicho y que no quisiera hacer p¨²blico.
As¨ª las cosas, los lectores han visto un texto en el que se mezclan los dos tipos de entrevista que admite el Libro de estilo, el que denomina de declaraciones y el que traza un perfil del personaje.
Pero la parte que se public¨® en forma de pregunta y respuesta tiene para el lector el valor de un di¨¢logo transcrito con fidelidad. La literidad no es posible porque el lenguaje oral no siempre resulta reproducible.
El mismo Libro de estilo establece que las conversaciones para las entrevistas 'ser¨¢n grabadas en cinta magnetof¨®nica', que 'cualquier conflicto sobre la correcta transcripci¨®n se resolver¨¢ con la grabaci¨®n' y que 'de no existir ¨¦sta se conceder¨¢ el beneficio de la duda a la persona entrevistada'.
Exactamente eso es lo que hizo el peri¨®dico al admitir una r¨¦plica tan minuciosa como la de Puigcorb¨¦, en la que qued¨® claro su pensamiento.
El Defensor no puede por menos que mostrar su asombro ante un m¨¦todo de trabajo como el que confiesa seguir Ram¨®n de Espa?a, aun admitiendo plenamente su buena fe: contraviene abiertamente el Libro de estilo y sit¨²a las posibles controversias en un punto irresoluble: la palabra del entrevistador contra la del entrevistado.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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