Un Nadal sin patinete
De camino hacia el Ritz, el hotel en el que la noche del s¨¢bado se celebr¨® la tradicional cena del Premio Nadal, estaba claro que la ciudad de los prodigios hab¨ªa sufrido una sorprendente mutaci¨®n y se hab¨ªa convertido en la ciudad de los patinetes. Los hab¨ªa de todos tipos y por todas partes, como si se tratara de una invasi¨®n astutamente planeada. El fen¨®meno era de tales proporciones que estoy seguro de que si un OVNI hubiera aterrizado en el centro de la ciudad, el alien¨ªgena de guardia habr¨ªa anotado con su bol¨ªgrafo l¨¢ser que los barceloneses son un pueblo alegre y laborioso que utiliza el patinete para desplazarse. Si el alien¨ªgena estuviera adscrito al sector pensante, podr¨ªa incluso haber deducido que el encarecimiento de la gasolina estaba en el origen del espectacular e inesperado auge del patinete. En fin, cosas del siglo XXI... Hay que ver, han corrido litros de tinta en los ¨²ltimos d¨ªas con incre¨ªbles predicciones futuristas -naves espaciales, estaciones orbitales y otros sue?os- y al final estrenamos el nuevo siglo en patinete.
En la tradicional aglomeraci¨®n cultural del 6 de enero se practic¨® el habitual 'zapping' de conversaciones
En los salones del Ritz, por fortuna, no est¨¢n permitidos los patinetes. Lo que se llevaba el s¨¢bado eran los vestidos largos y las corbatas reci¨¦n estrenadas regalo de Reyes, junto a los habituales dorados, espejos, alfombras mullidas y multitudes con cierto toque cultural. Es decir, editores, escritores, agentes literarios, pol¨ªticos, periodistas y otros asiduos al Nadal. Andreu Teixidor y Conxa Jofresa repart¨ªan sonrisas de anfitriones satisfechos y la corbata amarilla de Oriol Bohigas ejerc¨ªa de sem¨¢foro de la posmodernidad, mientras un ej¨¦rcito de camareros, sabiamente dirigidos por Joan Gaspart, repart¨ªa un c¨®ctel de Boadas con una piel de naranja flotando en medio de una copa de cava. Nota 1: Si un d¨ªa el Nadal coincide con un partido del Bar?a el resultado puede ser de esc¨¢ndalo. Nota 2: Conviene pelar las naranjas lejos de donde se preparan los c¨®cteles.
Dicen las cr¨®nicas que a la primera convocatoria del Nadal, en 1945, asistieron siete personas, me temo que jurado incluido. El s¨¢bado hab¨ªa m¨¢s de 1.000, jurados aparte. En la tradicional aglomeraci¨®n cultural del 6 de enero se practic¨® el habitual zapping de conversaciones. En fin, la charla cultural de siempre: '?Cu¨¢ntos ejemplares has vendido?', '?cu¨¢nto has cobrado de anticipo?', '?qu¨¦ tanto por ciento se lleva tu agente?', etc¨¦tera. Entre las noticias que permiten augurar un buen 2001 vale la pena destacar las siguientes:
-A ning¨²n escritor de los preguntados los Reyes le trajeron un patinete.
-Quim Monz¨® publicar¨¢ en febrero su nuevo libro de cuentos, El millor dels m¨®ns.
-Enrique Murillo, a pesar de su dedicaci¨®n en los ¨²ltimos a?os al mundo de la edici¨®n, est¨¢ terminando una novela.
-Mary Ann Newman, nuestra catalan¨®fila made in New York, tiene casi a punto su tesis sobre Eugeni d'Ors.
-Empar Moliner, ganadora del Josep Pla del pasado a?o, se lo miraba todo con el alivio que da no ser protagonista del acto y comentaba que, recuperada ya del traj¨ªn del premio, est¨¢ escribiendo un libro de relatos.
-Miquel de Palol, reci¨¦n regresado de Corea (no de la guerra, sino de viaje de placer), piensa publicar en oto?o su novela El troiacord, de m¨¢s de 1.000 p¨¢ginas.
Como puede verse, el nuevo milenio empieza bien para algunos. Y, hablando de milenios, a la editora de Lumen, Milena Busquets, se la ve¨ªa muy sonriente. ?Felicidades, Milenia! Por cierto, hay una ley no escrita en los premios literarios que establece que, mientras el jurado delibera, el ganador es aquel que provoca el mayor tumulto a su entrada en el hotel donde se celebra la gala. Seg¨²n esta ley, el ganador del Nadal deber¨ªa haber sido el equipo televisivo de Caiga quien caiga, muy solicitado por sus admiradores.
Si en las calles de Barcelona se llevaba el s¨¢bado la decoraci¨®n estilo patinete, en las mesas del Ritz la organizaci¨®n sorprendi¨® a los invitados con originales adornos a base de productos hort¨ªcolas, con coles y apios esparcidos con glamour por encima de las mesas. El panorama era el siguiente: un editor, un apio, un escritor, una col, una escritora, una acelga, etc¨¦tera. Por si alguien lo encontraba soso, encima del mantel hab¨ªa distintas muestras de pasta de sopa. No era sopa de letras, pero casi. Fuentes de la organizaci¨®n desmintieron que se tratara de una protesta de Uni¨® de Pagesos.
No hace falta decir que la velada transcurri¨® de acuerdo con el gui¨®n previsto. Los invitados comieron, charlaron y apartaron hortalizas mientras la presentadora del acto, Maria Gorgues, iba desvelando con profesionalidad unas emocionantes votaciones que no parec¨ªan emocionar a nadie. Por si alguien dudaba de la veracidad de las votaciones, a trav¨¦s de las pantallas pod¨ªa verse c¨®mo el jurado deliberaba en un sal¨®n aparte. Por lo visto el s¨¢bado, deliberar es algo muy parecido a comer con un grupo de amigos.
Entre las 23.30 y medianoche llegaron, con gran movimiento de c¨¢maras y periodistas, los veredictos finales. Los ganadores de los distintos premios afirmaron que estaban muy contentos, pasaron a saludar a las autoridades de la mesa presidencial y manifestaron en conferencia de prensa que su sue?o hab¨ªa sido siempre ganar el Nadal. O el Pla. O el Apel-les Mestres. Parec¨ªan ni?os con patinete nuevo. Por cierto, una novedad de la noche del Nadal de 2001 fue que, por primera vez se otorgaba el Premio Destino-Gui¨®n, que como es l¨®gico se escribe con un gui¨®n entre Destino y Gui¨®n. Probablemente por esto la velada sali¨® trufada de cine por todas partes: con ganadores guionistas, directores reciclados en escritores y novelas con mucha acci¨®n y mucha c¨¢mara. En resumen, que fue una noche de cine. L¨¢stima que, a la salida, un patinete que circulaba con las luces apagadas por la Gran Via estuvo a punto de mandarme al hospital. Cosas del Destino.
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