Can¨ªbal
Desde que se ha acabado oficialmente la lucha de clases, la vida laboral se parece cada d¨ªa m¨¢s a un banquete can¨ªbal. Desde luego no a?oro la tonter¨ªa dogm¨¢tica de los tiempos pret¨¦ritos, cuando todo empresario era, por definici¨®n proletaria, un bicho indigno, pero pasar de aquellas truculencias a la ?o?ez actual, a esta supuesta Arcadia del mercado libre, a este lindo para¨ªso en el que los ricos son todos muy buenos y los asalariados todos muy felices, no mejora el entendimiento de la vida lo m¨¢s m¨ªnimo.
Es evidente que las empresas ocupan un lugar de relativo poder con respecto a sus contratados; y es razonable pensar que, en ocasiones, pueden ocuparlo malamente. Que hay empresarios que son unos aut¨¦nticos chorizos, vaya, por m¨¢s que ahora hayamos elevado a la santidad social a los hombres de negocios, a los altos ejecutivos e incluso, v¨¢lganos el Cielo, a los banqueros. Una amiga m¨ªa, excelente profesional, acaba de ser despedida de una multinacional muy conocida. La han echado por represalia laboral, porque fue presidenta del comit¨¦ sindical; de hecho, empezaron por ella, pero en las semanas siguientes despidieron a todo el antiguo comit¨¦. Adem¨¢s usaron malos modos, e impidieron que una empresa subsidiaria contratara a mi amiga. Se portaron, en suma, como unos gorrinos; y obraron as¨ª porque se sienten fuertes, porque el comit¨¦ sindical actual miraba para otro lado, porque la sociedad les dice que los capitalistas son la sal de la Tierra.
V¨ªctor Lir¨®n, ese tipo de Lorca al que acusan de explotar b¨¢rbaramente a los inmigrantes sin papeles, se presentaba a s¨ª mismo en un folleto como un empresario 'joven, inquieto y emprendedor'. He aqu¨ª la nueva cara del capitalismo. Son todos esos hombres de negocios tan simp¨¢ticos, como el hijo de Mitterrand, Jean-Christophe, que ten¨ªa doce millones de francos en Suiza, producto del tr¨¢fico de armas e influencias (v¨ªa pap¨¢) en Angola. ?l dice que gan¨® esos millones en una operaci¨®n humanitaria en la que cambi¨® petr¨®leo por medicinas, una disculpa aterradora, porque a m¨ª me parece a¨²n peor que abusara de ese modo de los necesitados. Pero hoy ganar dinero es un valor absoluto, aunque para ello haya que comerse a los m¨¢s d¨¦biles.
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