'A algunos les pagaba s¨®lo la mitad, y todav¨ªa les debe dinero'
Lucila Celi Flores, una ecuatoriana de 38 a?os llegada a Espa?a en 1997, trabaj¨® para V¨ªctor Lir¨®n, el empresario murciano acusado de atentar contra los derechos de los 12 trabajadores muertos el 3 de enero arrollados por un tren en Lorca, cuando viajaban hacinados en una furgoneta.
Dur¨® s¨®lo un a?o. De verano a verano; de 1998 a 1999. Pero en esos 12 meses, a Lucila Celi Flores le cambi¨® el cuerpo y la vida trabajando para V¨ªctor Lir¨®n Ruiz. Lleg¨® a Barajas (Madrid) sin papeles, pero hab¨ªa que trabajar para pagar la deuda dejada en su pa¨ªs y enviar, adem¨¢s, algo de dinero a sus tres hijos.
Su relaci¨®n laboral con Lir¨®n se inici¨® cortando mel¨®n. 'No era muy duro el trabajo, para qu¨¦ te voy a mentir. No nos trataban mal, porque antes de trabajar para ¨¦l estuve en otra empresa en la que no nos daban ni agua', explica.
Sufri¨® un accidente laboral al golpearse con una caja de fruta. 'Sangraba por la nariz y el dolor era terrible. Me la tapon¨¦ y segu¨ª trabajando porque pens¨¦ que me mandar¨ªan a descansar y no les dije nada. En ese entonces, a las mujeres nos discriminaban mucho y ten¨ªa que demostrar que pod¨ªa', recuerda.
En invierno comenz¨® a recoger br¨¦col. Lir¨®n ya no pagaba por horas sino a destajo: 5.000 pesetas el pal¨¦ con 96 cajas de siete kilos cada una: 672 kilos- (la media por persona y d¨ªa est¨¢ en unos 700 kilos recolectados).
Cada ma?ana, temprano, se dirig¨ªa a las plantaciones de Greensol junto a 10 compa?eros m¨¢s en una furgoneta conducida por un espa?ol que les cobraba 500 pesetas a cada uno por el viaje de ida y vuelta. Los gastos mensuales s¨®lo para ir al trabajo ascend¨ªan a 15.000 pesetas para cada uno de ellos.
Ese coste, la deuda con su pa¨ªs, el dinero enviado a sus familiares, el alquiler y la comida en Espa?a hac¨ªa dif¨ªcil cubrir los gastos. 'Fue entonces cuando le hicimos a V¨ªctor Lir¨®n una huelga porque no nos daba transporte y negociamos con ¨¦l. Conseguimos que nos pusiera un autob¨²s grande y otro peque?o', apunta Lucila.
'Lir¨®n siempre nos pagaba a los dos meses y ten¨ªamos que ir a buscarlo. ?l me ve¨ªa como la m¨¢s contestataria del grupo porque cuando lo ve¨ªa pasar lo abordaba y le preguntaba por nuestros sueldos'.
Hab¨ªa veces, describe Lucila, 'que oblig¨¢bamos al conductor a que nos llevara por fuerza a las oficinas despu¨¦s del trabajo para cobrar. Y as¨ª consegu¨ªamos nuestros sueldos'. Ella no recuerda que le deban dinero, pero reconoce: 'A algunos les pagaba s¨®lo la mitad. Y todav¨ªa les debe dinero'. Tras varios accidentes laborales m¨¢s, Lucila ya no volvi¨® a trabajar con Lir¨®n, el empresario que tiene que visitar a diario el juzgado hasta que se fije la fecha del juicio.
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