Los carceleros de Aldaya y Delclaux recib¨ªan instrucciones directas de la c¨²pula de ETA
Las investigaciones policiales emprendidas tras la declaraci¨®n del presunto miembro de ETA Francisco Jos¨¦ Ramada, expulsado el pasado lunes de M¨¦xico junto a su compa?era sentimental, Sagrario Yoldi, han servido para destapar parte de la infraestructura dispuesta por la banda para engordar sus cuentas. Yoldi y Ramada -copropietario junto a Mikel Jauregi de la nave localizada el martes en Ir¨²n- prepararon cuidadosamente y con mucha antelaci¨®n los secuestros del industrial Jos¨¦ Mar¨ªa Aldaya y el abogado bilba¨ªno Cosme Delclaux, seg¨²n desvel¨® ayer en la localidad fronteriza el director general de la Polic¨ªa, Juan Cotino. La juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios orden¨® ayer el ingreso en prisi¨®n de los presuntos etarras Ramada y Yoldi.
En 1994, los etarras constituyeron una empresa de distribuci¨®n de materiales de limpieza para hosteler¨ªa que utilizaron como tapadera para comprar el pabell¨®n y no levantar sospechas. Construyeron el escondite en la trastienda del almac¨¦n entre esa fecha y el secuestro de Aldaya en mayo de 1995 e incluso usaron sus coches particulares para trasladar a sus v¨ªctimas hasta su celda, lo m¨¢s parecido a ser enterrado en vida.
Pero ni Ramada ni Yoldi, que ayer pasaron a disposici¨®n judicial, vieron a diario las marcas que iba dejando la tortura psicol¨®gica en el rostro de sus rehenes. De su custodia se encargaron Dolores L¨®pez y Gregorio Vicario, antiguos integrantes del comando Barcelona. Tambi¨¦n vigil¨® presuntamente durante 24 horas al d¨ªa pero s¨®lo a Cosme Delclaux, el activista Josu Ord¨®?ez, que se encuentra huido. Todos ellos fueron reclutados por Kantauri, primero para recabar informaci¨®n; luego para materializar sus secuestros; m¨¢s tarde para vigilar a los rehenes y garantizar as¨ª que se cobraban los rescates. Se cree que la familia de Aldaya pag¨® entre 100 y 150 millones de pesetas. ETA exigi¨® para la liberaci¨®n de Delclaux 2.000 millones.
Los terroristas frecuentaron el zulo del pol¨ªgono de Ventas de Ir¨²n -dispuesto para su reutilizaci¨®n- hasta marzo de 1999, en plena tregua de ETA. En esa fecha, los componentes del comando encargado de los secuestros huyeron a Francia y posteriormente a M¨¦xico tras la detenci¨®n de Kantauri en Par¨ªs. Esto explica el estado de abandono del habit¨¢culo que, en cualquier caso, podr¨ªa volver a ser utilizado, seg¨²n asegur¨® el director general de la Polic¨ªa.
El agujero en que vivieron los secuestrados es a¨²n m¨¢s peque?a que el habit¨¢culo en que fue encerrado en Mondrag¨®n el funcionario de prisiones Jos¨¦ Antonio Ortega Lara. Tiene tres metros de largo, 90 cent¨ªmetros de ancho y 1,90 de alto y una humedad insoportable.
Los terroristas camuflaron a conciencia el acceso al zulo, un recinto totalmente insonorizado que suma en conjunto 15 metros cuadrados, divididos en cuatro dependencias. Nadie hubiese pensado que las estanter¨ªas del almac¨¦n, llenas de lej¨ªa, papel de ba?o, servilletas y otros materiales de limpieza, ocultaban una trampilla de acceso al escondite de 60 por 60 cent¨ªmetros, un espacio muy reducido para introducir a los dos secuestrados. No tanto para facilitar su salida. Aldaya perdi¨® 22 kilos en su cautiverio.
La polic¨ªa abri¨® ayer a los medios de comunicaci¨®n esa misma puerta. Los terroristas s¨®lo tuvieron que tirar de una cuerda que traspasa el muro enganchada al pestillo para que se abriera la trampilla hacia el sufrimiento. Ellos se reservaban la mejor parte de este t¨¦trico recinto. Dispon¨ªan de tres espacios; uno en el que cocinaban o calentaban con bombonas de gas la comida para los secuestrados; otro que hac¨ªa las veces de ba?o, con un plato de ducha y un retrete y un espacio di¨¢fano que comunicaba con la celda de sus rehenes.
Aislamiento
Ni Aldaya ni Delclaux pudieron o¨ªr nada durante su cautiverio porque todo el recinto estaba insonorizado. Tampoco pudieron ofrecer por tanto pistas a la polic¨ªa para localizar el zulo tras su liberaci¨®n. Vivieron completamente aislados. Su ¨²nico contacto con el exterior fue con los terroristas. Pero s¨®lo pudieron intuir la presencia de los captores, con el abrir y cerrar de una puerta. Los 'verdugos' -seg¨²n palabras de Cotino- miraban por la mirilla y les ordenaban que se movieran a un lado. S¨®lo entonces abr¨ªan la puerta -con un peque?o ventilador en la parte baja- y dejaban la comida del d¨ªa o recog¨ªan el orinal en el que los secuestrados hac¨ªan sus necesidades.
En la min¨²scula habitaci¨®n a¨²n permanece una mesa de madera con un aparato de radio y varios bol¨ªgrafos. Aldaya quitaba y pon¨ªa el camastro para caminar los 10,5 kil¨®metros que se oblig¨® a recorrer cada d¨ªa. Delclaux lo intent¨®, pero desisti¨® al segundo mes de su cautiverio. Tras diez minutos de gimnasia, deb¨ªa dedicar hora y media para recoger el agua condensada en el zulo por la humedad.
La humedad ha corrompido las paredes del zulo, de las que s¨®lo cuelga el espejo que les devolv¨ªa cada vez dos rostros m¨¢s desencajados.
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