De la madera al papel de algod¨®n
La obra en madera de Lucio Mu?oz de 1964, titulada G¨®lgota, ha sido restaurada y mostrada en p¨²blico, junto a otra obra suya, Pertoc fin...(1974), con el a?adido de 18 grabados del mismo autor. Todo lo exhibido es propiedad del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Con este acontecimiento llega la hora de recordar. Lucio Mu?oz expuso en 1964 en el Museo de Bellas Artes. Cuando decidieron comprarle la obra G¨®lgota, le advertieron algunos amigos que hab¨ªa otras obras (las m¨¢s) de mayor enjundia en aquella muestra. Destacaba entre todas la titulaba El ahorcado. El propio Lucio Mu?oz estaba de acuerdo, mas tuvo que resignarse ante los gustos de los que reg¨ªan la pinacoteca bilba¨ªna por esas fechas.
Era forzoso saber que al trabajar la madera quitando y no poniendo, all¨ª se encontraba el mejor Lucio Mu?oz. Bastaba recordar el espl¨¦ndido ¨¢bside de Aranzazu, realizado a?os antes. La obra G¨®lgota, por el contrario, est¨¢ gestada sobre adiciones y no sobre sustracciones. Existe en esa obra un agravante a?adido, a tener en cuenta, como es la figura central -Jesucristo crucificado-, cuya representaci¨®n deviene en pura teatralidad caricatural.
Lo que hasta aqu¨ª hemos contado nos sit¨²a en disposici¨®n de constatar c¨®mo, en t¨¦rminos de arte, no siempre en las instituciones p¨²blicas se utilizan criterios de equidad, dimanantes del conocimiento y de la libertad sin componendas.
Para terminar, ser¨ªa preciso saber si los actuales responsables del Museo de Bellas Artes de Bilbao son conscientes de la median¨ªa pl¨¢stica que acredita la obra aqu¨ª aludida o si por 'heredarla en propiedad' deben defenderla con u?as y dientes, en un ejercicio bobaliconamente obstinado de sumar un error a otro error.
El viernes pasado se inaugur¨® en la galer¨ªa Vanguardia de Bilbao una exposici¨®n de la artista bilba¨ªna Concha Arg¨¹eso, residente desde hace a?os en Alemania. La mayor¨ªa de las obras expuestas est¨¢n trabajadas sobre papel de algod¨®n no ¨¢cido.
Estas obras est¨¢n llenas de matices. Respiran todas ellas un aroma delicado, y, en algunas de ellas, se percibe una evocaci¨®n minimalista. Se dir¨ªa que son soplos de lo mucho que la artista lleva dentro de s¨ª.
Aparecen en la mayor¨ªa de las obras doblamientos y cortes muy sutiles, que buscan un juego de relaciones no solamente en cada obra, sino en el conjunto del todo. Existe una necesidad de valorar los huecos, para que se afirmen los llenos. En estas obras encontramos bastante afinidad con las propuestas de Richard Nonas, quien figura en la presente exposici¨®n minimalista del Guggenheim.
Una de las cosas m¨¢s a valorar es su intenci¨®n por no caer en un esteticismo banal, sobre todo porque la obra parece que lo est¨¢ pidiendo a gritos. Ah¨ª entra su voluntad controladora. Para ello deja que lo inacabado intervenga m¨¢s en el proceso final que la b¨²squeda de la perfecci¨®n. Si se tornara muy esteticista la idea se convertir¨ªa en objeto, lo cual no encaja con su punto de partida. La idea debe estar por encima del bibelot.
Respecto a las obras en papel corriente, donde se juntan unas l¨ªneas paralelas trazadas sobre el tenue y pl¨¢cido discurrir de la mano, y que son envueltas por sutiles aguadas superpuestas, la diversidad de su colocaci¨®n forma parte del resultado final. Baja bastante en el momento que esas hojas se juntan para formar un libro. Al introducir en esas hojas la silueta de su cuerpo, sean pies, brazos y dem¨¢s contornos, se torna en cosa trivial cuando no una concesi¨®n por dem¨¢s gratuita.
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