Sindicatos 'puntocom'
UGT y CC OO empiezan a idear estrategias para lidiar con los problemas que generan las nuevas tecnolog¨ªas en el entorno laboral
Los diputados y senadores que aprobaron la Constituci¨®n en 1978 y el Estatuto de los Trabajadores en 1980 probablemente no ten¨ªan ordenador personal, tal vez ni siquiera pod¨ªan imaginar que en cuesti¨®n de a?os podr¨ªan mandar correos electr¨®nicos a trav¨¦s de una red planetaria de ordenadores: Internet. Esa puede ser la raz¨®n de que nadie se preocupara entonces de regular derechos como la libertad inform¨¢tica o la inviolabilidad de las comunicaciones electr¨®nicas, de igual forma que la revoluci¨®n de Internet en el mundo laboral ha sorprendido a lo sindicatos. UGT y CC OO tienen el problema sobre la mesa, con varios conflictos abiertos con los empresarios en los tribunales, alg¨²n que otro despido incluido, pero s¨®lo recientemente se han planteado la necesidad de articular una estrategia concreta.
La soluci¨®n ideal para evitar roces es que la empresa acuerde con los trabajadores qu¨¦ uso deben dar a las tecnolog¨ªas -
Esa estrategia se basa en la exigencia de una regulaci¨®n espec¨ªfica sobre el uso de las nuevas tecnolog¨ªas en el entorno laboral en el caso de UGT. Un paquete legislativo que sirva para evitar roces entre empresarios y empleados por el correo electr¨®nico, su uso como tabl¨®n de anuncios sindical o navegar durante horas en Internet, tres ejemplos de casos que han visto los jueces. Y todos los que puedan venir.
CC OO participa en la campa?a de la Asociaci¨®n de Internautas y Kript¨®polis para garantizar la inviolabilidad de los e-mails de los trabajadores, algo que no pueden exigir los brit¨¢nicos, por ejemplo.
En Espa?a, el Estatuto de los Trabajadores reconoce el derecho a la intimidad de los empleados, pero tambi¨¦n les obliga a 'cumplir con las obligaciones concretas de su puesto de trabajo, de conformidad a las reglas de la buena fe'. Por ahora es trabajo de los tribunales evaluar en cada caso de qu¨¦ lado est¨¢ la ley, pero los sindicatos se quejan de que la ausencia de normas, favorece el abuso.
En realidad los casos que llegan a los tribunales son los menos, explica la abogada especializada Paloma Llaneza. Algunas empresas han resuelto el problema por la v¨ªa de la negociaci¨®n y empiezan a proliferar las que cuentan, por ejemplo, con un protocolo sobre el uso del correo electr¨®nico. Esta soluci¨®n es la ideal para casi todos los consultados. 'Debe haber una ¨¦tica expl¨ªcita', subraya Antonio Linares, director ejecutivo de la consultora de Recursos Humanos Hewitt Associates, que permita a los trabajadores saber que no pueden hacer con unas herramientas que son propiedad de la empresa. Y la han puesto en pr¨¢ctica, sobre todo, multinacionales del sector tecnol¨®gico. Como Oracle.
Cuando esta empresa, que tiene 40.000 trabajadores en el mundo, m¨¢s de 500 en Espa?a, contrata a un empleado le comunica por escrito la pol¨ªtica sobre este tema, basada en la buena fe -no se vigila la utilizaci¨®n del correo, por ejemplo- y en el sentido com¨²n. Esa normativa, que se actualiza trimestralmente, se puede consultar en la Intranet de la empresa. Telef¨®nica ha llegado a un acuerdo similar, pero t¨¢cito.
Este tipo de documentos no est¨¢ muy extendido y, en ocasiones el trabajador se encuentra con una demanda de despido sin saber siquiera que sus jefes vigilaban su correo electr¨®nico -cu¨¢ntos env¨ªa y a qui¨¦n- o el tiempo que navega en Internet. Para el director general de la patronal Sedisi, Joaqu¨ªn Oliveras, no es necesario regular aspectos que se resuelven 'con racionalidad y buena fe'.
Muchos de estos nuevos problemas tienen ejemplos antiguos. Y se han resuelto casi siempre por sentido com¨²n. Casi todos los empleados llaman desde la oficina por motivos personales, pero no se les ocurre hablar con su abuela de Cuba una hora al d¨ªa; el correo se abre por motivos de seguridad, sin que se considere una violaci¨®n de intimidad. Hay otras situaciones que no tienen simil: los sindicatos argumentan ahora que Internet es como un tabl¨®n de anuncios y, por lo tanto, puede ser usado para enviar informaci¨®n sindical. Pero puede haber trabajadores que no deseen recibirlo.
Estos ejemplos y la actual beligerancia de los sindicatos muestran que el debate est¨¢ abierto. Los partidos tambi¨¦n se han puesto a trabajar. Al Parlamento han llegado distintas iniciativas dispersas. El problema es hoy m¨¢s cercano para los diputados que, desde 1996, tienen ordenador personal en el despacho y, desde hace menos, su correo electr¨®nico.
Un mundo nuevo
El empe?o de los sindicatos por ponerse al d¨ªa en materia de nuevas tecnolog¨ªas tiene frente a s¨ª un reto mucho mayor si cabe que el de la regulaci¨®n. Son las empresas puntocom, sobre todo las creadas por y para Internet. La presencia sindical en estas compa?¨ªas, la mayor¨ªa peque?as, es casi nula, aseguran los expertos consultados. Y lo reconocen las propias centrales. Con plantillas j¨®venes y un modelo laboral muy americano -stock options para fidelizar a los trabajadores, contratos por obra o servicio negociados uno a uno y olvidada la estabilidad-, est¨¢n en un mundo totalmente ajeno al de los sindicatos: el de la estabilidad de las grandes empresas de sectores tradicionales, como la banca o la industria. Para V¨ªctor Domingo, de la Asociaci¨®n de Internautas, es la propia estructura y organizaci¨®n de este tipo de empresas, la que dificulta la labor de los sindicatos. La secretaria ejecutiva confederal de UGT, Josefa Sol¨¢, reconoce que los sindicatos no tienen casi contacto con el sector. Tal vez la actual crisis de algunas de estas empresas que, seg¨²n Domingo, mantienen una falsa imagen de modernidad y cercan¨ªa con los empleados -en muchas est¨¢ prohibido fumar- y los primeros despidos colectivos ayuden a las centrales a llegar a ese mundo, que hoy 'es una burbuja aparte', seg¨²n Sol¨¢.
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