Un mal asunto
La condecoraci¨®n p¨®stuma a Melit¨®n Manzanas ha dejado perpleja a la opini¨®n. Y se comprende: Manzanas era un torturador incuestionable, y su incorporaci¨®n al santoral civil constituye un contrasentido. El caso es penoso, y afea o en todo caso disloca el homenaje gen¨¦rico a las v¨ªctimas del terrorismo. Se ha sostenido que el Gobierno pretend¨ªa con esto borrar las diferencias entre democracia y franquismo. La tesis me parece d¨¦bil por dos razones y media. Primero, la obsesi¨®n popular por distanciarse del franquismo es notoria. Dos: para el Gobierno, lo de Manzanas tendr¨¢ costes donde m¨¢s le duele, que es el Pa¨ªs Vasco. Tres: la ley que est¨¢ detr¨¢s del desaguisado fue votada por el conjunto de los partidos. He reducido esta tercera raz¨®n a media porque ignoro si habr¨ªa sido posible para el Gobierno hacer alguna finta que, a toro pasado, excluyera a Manzanas de la distinci¨®n extempor¨¢nea. Dejo el pleito a los expertos y, sin descartar por completo la posibilidad de una salida airosa, dedico lo que resta de columna a explicarles por qu¨¦ esa salida se me antoja menos f¨¢cil de lo que se piensa.
El terrorismo representa dos cosas: un factor de riesgo para todos los ciudadanos y, por definici¨®n, un desaf¨ªo al Estado. En la pr¨¢ctica, los dos aspectos se confunden. Pero no en teor¨ªa. En teor¨ªa, siguen siendo conceptualmente distinguibles. Por ejemplo: estalla una bomba en unos almacenes, y le toca a usted la china. La bomba no habr¨ªa estallado si no existiese la voluntad terrorista de derrotar al Estado, pero resulta obviamente incorrecto afirmar que usted, al rev¨¦s que el juez o el concejal abatido a tiros en la calle, ha muerto en tanto que s¨ªmbolo del Estado. A la vista de todo esto, lo normal ser¨ªa que su familia recibiera una indemnizaci¨®n, puesto que el Estado es responsable hasta cierto punto de su seguridad f¨ªsica. Pero no que se le eleve a usted a la condici¨®n de h¨¦roe civil. Parece m¨¢s razonable reservar este tratamiento honor¨ªfico al juez o al concejal -o al periodista muerto en el desempe?o de la libertad de expresi¨®n-.
?Por qu¨¦ se ha condecorado entonces, indiscriminadamente, a quienes han muerto por causa del terrorismo? La idea, imagino, es de ¨ªndole ret¨®rica: todos los ciudadanos somos expresiones de la democracia, y la democracia padece inmediatamente los efectos del terrorismo en cualquiera de sus ciudadanos, sean ¨¦stos administradores profesionales de la democracia, o desdichados que pasaban por ah¨ª. Cuando existe unanimidad sobre la legitimidad del Estado, la ficci¨®n no causa turbulencias. Basta, sin embargo, que el terrorismo corte transversalmente a m¨¢s de un Estado, y uno de ellos, en este caso el franquista, no sea tenido por leg¨ªtimo, para que el negocio se complique. Lo muestra lo ocurrido con Manzanas.
Salvo excepciones, no se ha impugnado el derecho de Manzanas a una indemnizaci¨®n -no solicitada por la familia-. Lo que tiene sentido, porque Manzanas es, f¨¢cticamente, v¨ªctima del terrorismo, y subsisten continuidades parciales entre el Estado franquista y la democracia -verbigracia: las responsabilidades objetivas del Estado en vivienda o alimentaci¨®n no han desaparecido por el cambio de r¨¦gimen-. Al tiempo, habr¨ªa resultado mil veces preferible, de suyo va, no condecorar a Manzanas. Ahora bien: ?c¨®mo rehusar a Manzanas una medalla para cuyo otorgamiento ha bastado, en todos los dem¨¢s casos, ser v¨ªctima f¨¢ctica del terrorismo?
A los argumentos m¨¢s a mano les salen pronto puntas y espolones. ?Diremos que Manzanas era, ontol¨®gicamente, 'menos' persona, o algo parecido? Yo creo que no. ?O que hay asesinatos que son 'menos' asesinato? Yo creo que tampoco. Esto es un laberinto, un berenjenal. Y no est¨¢ claro que valga la pena meterse en ese berenjenal.
Ello no implica aprobar lo hecho por el Gobierno o el resto de la clase pol¨ªtica. Pero s¨ª desplaza el centro de gravedad del an¨¢lisis. La decisi¨®n de condecorar colectivamente a las v¨ªctimas del terrorismo no ha sido la mejor del mundo. Se ha incurrido en una sin¨¦cdoque: confundir la condici¨®n de dem¨®crata, con la de ser humano. El parto indeseado y absurdo, ha sido el homenaje democr¨¢tico a Manzanas.
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