Quien no va a la aceituna, no se enamora (4)
El sol sali¨® y las cuadrillas de aceituneros y aceituneras pudieron reanudar su tarea, este a?o m¨¢s cansada que nunca, a causa del barrizal. Y porque habr¨¢ que lavar mucho fruto ca¨ªdo antes de meterlo en la almazara, si no se quiere que el precio se venga al suelo tambi¨¦n. Pueblos hubo donde la fiesta de San Ant¨®n, o de San Sebasti¨¢n, coincidi¨® con una clarita en las nubes, y dispensaron al santo de salir en procesi¨®n, para irse a coger aceitunas. Otro domingo ser¨¢. Antes, cuando la lluvia imped¨ªa salir al tajo y los jornaleros viv¨ªan en los cortijos, era tiempo propicio para la tertulia y el cante.
En nuestro periplo andaluz del olivar, ya por tierras de la alta Granada, de C¨®rdoba, y aun de M¨¢laga norte?a, la copla aceitunera se va aflemencando un tanto. Cantes preflamencos llaman algunos a las caleseras, trilleras y temporeras, ¨¦stas ¨²ltimas muy ligadas al olivo y al arado. Olivar y tierra calma, aceituna, vi?edo y cereal tambi¨¦n de la Subb¨¦tica, ondulada fantas¨ªa de uno de los paisajes m¨¢s bellos de Espa?a. Lucena, Cabra, Aguilar, Montilla, Priego...: 'La tierra, con la llov¨ªa, / ha tomao mejor tempero. / Y esto lo agradece el amo, / los ga?anes y el apero'.
En Cuevas de San Marcos (M¨¢laga) hab¨ªa tambi¨¦n unas Temporeras de Benito, que eran como retah¨ªlas burlonas de noviazgo: 'Se juntan las mocitas unas con otras, / y a la misa de once van tan airosas. / Mariquilla, ?qu¨¦ te ha sucedido, / que a la misa de once no has ido? / Pues era que estaba / con el otro pelando la pava'. La palabra clave aqu¨ª es 'tempero', que significa el buen estado de humedad que coge la tierra, cuando mucho ha llovido, como ahora. Y, metaf¨®ricamente, la predisposici¨®n al galanteo.
Jos¨¦ Carlos de Luna escribi¨® hondo y hermoso de estas misteriosas melopeas, pero acaso no repar¨® en que temporera deriva de ese 'tempero' (poner en buena disposici¨®n, en lat¨ªn) y no de 'tiempo', como parece. Por lo que el cante debi¨® llamarse temperera. Pero el cruce etimol¨®gico corrompi¨® la deriva levemente. Fascinante asunto, con todo, ¨¦se de los cantes pre-flamencos, a los que habremos de volver alg¨²n d¨ªa.
Hoy nuestro camino no nos debe desviar todav¨ªa de las coplas colectivas del olivar, que conforme nos acercamos a C¨®rdoba por la alturas serranas, a¨²n mantienen aires de jotilla, De La Chimorra a Puerto Mochuelo, como se titulaba aquel estupendo disco del grupo Aliara, otro de los h¨¦roes folcl¨®ricos de los a?os ochenta, que, como Andaraje en Ja¨¦n, cayeron v¨ªctimas del desprop¨®sito cultural de las instituciones, m¨¢s preocupadas hoy por el bombazo de purpurinas, las multitudes id¨®latras, el elitismo o los decibelios. (?Para cu¨¢ndo una instituci¨®n, severa y bien dotada, que se ocupe de toda nuestra cultura de ra¨ªz?).
Cantan en Villaralto: 'No me pegues boca¨ªtos / que me jaces cardenales, / y luego, al amanecer, / me los conoce mi madre' (En Jerez escucharemos esta misma letra por buler¨ªas, con peque?as variantes gitanas). Estribillo: '?C¨®mo quieres, Lola / que te venga a ver / si est¨¢s acostada al anochecer?'. 'Tu madre tuvo la culpa, / por dejar la puerta abierta. / Yo por meterme dentro / y t¨² por estarte quieta'. (?sta, en cambio, la oiremos por Huelva, como fandango). Y ya en Pozoblanco, otra jota aceitunera: 'Dichoso sea aquel hombre / que con un cuerno tropieza, / porque arrastra con los pies / lo que otros con la cabeza'. Mucho cuidado.
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