El Gobierno portugu¨¦s ech¨® de sus aguas en 9 d¨ªas a un submarino nuclear brit¨¢nico averiado
El Trenchant inici¨® el 3 de septiembre de 1998 una misi¨®n de patrullaje y el 8 de octubre, cuando se encontraba en el estuario del Tajo, se detect¨® una fuga en su sistema de refrigeraci¨®n, seg¨²n una fuente que conoci¨® al detalle aquel incidente. El submarino solicit¨® ir r¨¢pidamente a puerto.
El Ministerio de Defensa brit¨¢nico facilit¨® entonces una escueta informaci¨®n a las autoridades portuguesas cuyos t¨¦cnicos nunca subieron a bordo pese a que el buque estaba en sus aguas. Se hab¨ªa producido 'una peque?a aver¨ªa en el sistema de propulsi¨®n (...)'. 'Nunca supimos el tipo de fallo que padec¨ªa', recuerda Fernando Carvalho, presidente del Instituto Tecnol¨®gico y Nuclear luso.
Dos a?os y medio despu¨¦s un portavoz del ministerio ha sido algo m¨¢s preciso respondiendo a preguntas de este peri¨®dico: 'Fue una muy peque?a aver¨ªa en el circuito de refrigeraci¨®n'. 'No hubo escape de agua'.
'Hubo un vertido de agua radiactiva al Tajo antes de que se apagara el reactor', precisa, sin embargo, la fuente que conoci¨® documentos confidenciales. La aver¨ªa no fue tan peque?a porque el ingeniero y los mec¨¢nicos que viajaban a bordo no pudieron repararla, la Royal Navy envi¨® inmediatamente desde la base de Devonport a Lisboa a un equipo de t¨¦cnicos y se empez¨® a planear remolcar el buque hasta un puerto militar cercano, acaso Gibraltar.
La tensi¨®n entre Lisboa y Londres empez¨® a subir cuando los brit¨¢nicos insistieron en que no era necesario hacer mediciones especiales de radiactividad. 'Nadie puede eludir la legislaci¨®n nacional y las reglas internacionales', recuerda que les dijo Veiga Simao, entonces ministro de Defensa. 'En Portugal mandan los portugueses y yo exig¨ª el cumplimiento riguroso de la ley y as¨ª se hizo'.
El Departamento de Protecci¨®n y Seguridad Radiol¨®gica del Ministerio de Medio Ambiente portugu¨¦s practic¨® una recogida extraordinaria de agua, sedimentos y mejillones en el Tajo pero no registr¨® ninguna anomal¨ªa. 'No detectamos contaminaci¨®n alguna', rememora Carvalho.
La tirantez con su aliado portugu¨¦s incit¨®, sin embargo, a Londres a renunciar a remolcarlo y dar la orden, el 17 de octubre, de encender el reactor y zarpar rumbo a Devonport, adonde lleg¨® tres d¨ªas despu¨¦s.
El comandante en jefe de la marina portuguesa, Jos¨¦ Tavares, se?al¨® ese d¨ªa que el problema del Trenchant hab¨ªa sido resuelto antes de su partida. El jefe del servicio de prensa del Estado Mayor de la Armada, el comandante Almeida Carvalho, reconoci¨®, no obstante, el martes pasado, que desconoce si la aver¨ªa fue reparada mientras estaba atracado en Portinho da Costa.
Tras buscar en sus archivos, la consejera de prensa de la Embajada brit¨¢nica en Lisboa, Sandra Haywood, asegura que los t¨¦cnicos determinaron que el fallo 'no era grave ni peligroso y decidieron que el barco pod¨ªa viajar sin problemas hasta una base en el Reino Unido donde fue reparado'.
En realidad, los t¨¦cnicos brit¨¢nicos hicieron en Lisboa un apa?o consistente en sellar con una especie de bufanda la fisura de la tuber¨ªa del sistema primario de refrigeraci¨®n, que se encontraba en un punto menos crucial que la detectada en el Tireless, y confiar en que aguantar¨ªa hasta su base.
'Reencender el reactor fue de verdad bastante imprudente y es algo que va contra todas las normas de seguridad nuclear', sosten¨ªa John Large, un experto civil de reconocido prestigio en materia de submarinos nucleares en un debate sobre el Tireless organizado en diciembre por el cuarto canal radiof¨®nico de la BBC.
Tras descubrir el escape, el reactor de este sumergible fue, como el del Trenchant, apagado y despu¨¦s encendido para acercarse al puerto. 'Me parece una verdadera imprudencia reencender el reactor nuclear', prosigui¨® Large, 'cuando ya se sab¨ªa que hab¨ªa una aver¨ªa sobre la cual es imposible que tuvieran la informaci¨®n necesaria para realizar un diagn¨®stico fiable'.
Antes de llegar a Lisboa el Trenchant ten¨ªa ya una historia negra tras de s¨ª. En la madrugada del 22 de noviembre de 1990 sus 5.000 toneladas sumergidas chocaron y hundieron en el estuario del Clyde, en el oeste de Escocia, al Antares, un pesquero de 17 metros. Los cuatro tripulantes de la embarcaci¨®n resultaron muertos.
El comandante del sumergible, que participaba en unas maniobras de ataques simulados contra fragatas, no fue consciente de haber destrozado el pesquero hasta varias horas despu¨¦s y la Royal Navy tard¨® un mes en reconocer su responsabilidad en el accidente.
El experimentado capit¨¢n fue despu¨¦s amonestado por un tribunal militar que le consider¨® culpable de una triple negligencia pero que le exculp¨® de otras acusaciones similares.
Esta informaci¨®n ha sido elaborada por Ignacio Cembrero desde Madrid, Javier Garc¨ªa desde Lisboa y Santiago F. Fuertes desde Sevilla.
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