Tiroteo frente a los jardines de la Casa Blanca
'El presidente nunca estuvo en peligro', dijo Ari Fleischer, portavoz de George Bush, dando por cerrado, con esta f¨®rmula de pel¨ªcula, el violento incidente que alter¨® ayer durante m¨¢s de dos horas la vida de la Casa Blanca y provoc¨® una fren¨¦tica cobertura instant¨¢nea de las cadenas de radio y televisi¨®n norteamericanas. Aunque anoche continuaban las investigaciones, no parece que Robert Pickett, el hombre de 47 a?os que se li¨® a tiros con el Servicio Secreto en las puertas meridionales de la Casa Blanca, tuviera intenci¨®n de atentar contra la vida de Bush.
El suceso se inscribe en la facilidad con que se aprieta el gatillo en un pa¨ªs en que tanta gente va armada. Seg¨²n la primera reconstrucci¨®n, varias personas advirtieron a agentes del Servicio Secreto, el organismo encargado de la protecci¨®n del presidente, que un individuo, Picket, andaba exhibiendo una pistola frente a la verja que separa la Casa Blanca del los jardines de Washington conocidos como el Mall. Los agentes le pidieron que entregara el arma y, ante su negativa, sigui¨® un tiroteo.
Picket, natural del Estado de Indiana, dispar¨® tres veces y se refugi¨® tras unos arbustos durante unos 15 minutos, antes de ser alcanzado en la rodilla derecha por una bala disparada por un funcionario. Entonces fue detenido y trasladado al mismo hospital en el que el ex presidente Ronald Reagan fue atendido de las heridas que le caus¨® un intento de asesinato en 1981. Durante su pulso con el Servicio Secreto, Picket, seg¨²n los agentes, coment¨® su intenci¨®n de suicidarse.
Bush, que acababa de pronunciar un discurso sobre su recorte de impuestos en los jardines de la Casa Blanca, fue rodeado por su sobrexcitada guardia pretoriana ante la posibilidad de que se tratara de alg¨²n tipo de acci¨®n terrorista. La Casa Blanca se convirti¨® de inmediato en un b¨²nker, con decenas de polic¨ªas bloqueando todos sus accesos y tiradores de elite ocupando posiciones en sus techos.
La Casa Blanca ejerce un gran magnetismo para todo tipo de terroristas y perturbados. En 1995 el Servicio Secreto abati¨® a un hombre que intent¨® escalar su valla llevando una pistola, y ese mismo a?o un piloto muri¨® al estrellar una peque?a avioneta en los jardines de la residencia presidencial. Tres a?os despu¨¦s, en el verano de 1988, un individuo mat¨® a dos polic¨ªas en el interior del Capitolio, sede del Congreso estadounidense.
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