El sida rompe los derechos de patente de las multinacionales
La magnitud del sida en ?frica amenaza como nunca la carrera de beneficios de las multinacionales farmac¨¦uticas. Pocas sociedades est¨¢n hoy dispuestas a ver morir sin remedio a miles de ciudadanos que en Europa o Norteam¨¦rica logran mantenerse en un aceptable estado de salud gracias a los c¨®cteles antirretrovirales. Por eso, pa¨ªses como Brasil o India han restringido los derechos de patente y permiten la fabricaci¨®n de las formas gen¨¦ricas de estos f¨¢rmacos. La diferencia es palmaria. Los indios pagan en su pa¨ªs 213.000 pesetas por el tratamiento de un a?o, y los estadounidenses, casi dos millones de pesetas.
La conciencia, no obstante, ha tardado en despertar. Apenas hace cinco meses que la Comisi¨®n Europea decidi¨® tomar partido. Su intenci¨®n declarada es promover desde Europa dos mecanismos que faciliten el acceso de los f¨¢rmacos que necesita el Tercer Mundo. O bien aplicar precios diferenciados para cada pa¨ªs en funci¨®n de su situaci¨®n, o conceder licencias a un tercero, incluso en contra del propietario de la patente, para que pueda fabricar los medicamentos baratos en los pa¨ªses pobres en situaci¨®n de crisis sanitaria. Por las mismas fechas, el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, firm¨® un decreto que suavizaba las leyes norteamericanas sobre patentes en el caso de que un pa¨ªs africano las infringiera para fabricar medicamentos contra el sida.
Los laboratorios ya llevan tiempo sobre aviso. Y si hay que hacer negocio perfieren seguir haci¨¦ndolo ellos. En mayo del pasado a?o, cinco grandes multinacionales se comprometieron con la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) y con el Banco Mundial a abaratar el precio de sus tratamientos combinados contra el sida para el Tercer Mundo. En algunos casos, hasta un 85% sobre su precio en los pa¨ªses ricos.
Los pa¨ªses pobres, que antes mor¨ªan s¨®lo por una diarrea, llevan una d¨¦cada esperando el milagro contra el sida. A falta de f¨¢rmacos, la esperanza estaba puesta en la vacuna, en una vacuna que no llega, aparentemente por dificultades cient¨ªficas. La sospecha de que no era un camino de inversi¨®n muy interesante alz¨® en 1996 la voz de activistas y ONG de todo el mundo clamando m¨¢s dinero en esta empresa. Bill Gates fue uno de los primeros en recoger el guante donando cientos de millones para investigaci¨®n sobre vacunas. Todav¨ªa no hay resultados.
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