Palestina: el pueblo menos elegido del planeta
La naci¨®n de Arafat, frente a la elecci¨®n del 'ultra' israel¨ª Ariel Sharon, tiene una estrategia
El gran arabista franc¨¦s Maxine Rodinson escrib¨ªa hace medio siglo que s¨®lo 'un pueblo de n¨®madas fam¨¦licos' pod¨ªa haber visto en Palestina 'los r¨ªos de leche y miel' de que nos habla la Biblia, 'all¨ª donde los pueblos de tres religiones han ido a buscar sus dioses'. Hoy, la Palestina no anexionada por Israel -un 22% del territorio de los tiempos del mandato brit¨¢nico- est¨¢ ocupada por el Ej¨¦rcito de Si¨®n en m¨¢s de las tres cuartas partes de sus exiguos 6.000 kil¨®metros cuadrados, que suman Cisjordania y Gaza. Ello deja poco m¨¢s de 1.000 kil¨®metros cuadrados sobre los que hace como que gobierna la Autoridad Nacional presidida por Yasir Arafat.
Pero, por todo el territorio, aut¨®nomo u ocupado, los asentamientos de colonos israel¨ªes, los nutrid¨ªsimos puestos de control, los nidos de ametralladoras, veh¨ªculos blindados en la tierra y helic¨®pteros artillados en el cielo, se alzan como las fortalezas de los cruzados dividiendo paisaje y habitantes.
El exacerbamiento de la ocupaci¨®n se justifica en el Estado sionista como una r¨¦plica a la nueva Intifada
El exacerbamiento de la ocupaci¨®n, con un pelear diario al arma corta palestina y el ca?¨®n israel¨ª, se justifica en el Estado sionista como una r¨¦plica a la nueva Intifada, que se llama de las mezquitas porque se desencaden¨® el pasado 28 de septiembre como reacci¨®n a la provocativa visita del ex general Ariel Sharon a los llamados lugares santos musulmanes de Jerusal¨¦n. En los combates ha habido ya m¨¢s de 400 muertos y 20.000 heridos entre los palestinos y unos 60, soldados y civiles, jud¨ªos israel¨ªes.
Sharon es hoy primer ministro electo de Israel, a punto de formar un Gobierno de coalici¨®n con la presunta izquierda laborista, y a todos los efectos, su victoria implica la extinci¨®n del proceso negociador iniciado en Madrid, pronto har¨¢ 10 a?os, y Oslo. Apenas unas semanas antes de las elecciones convocadas por el primer ministro laborista Ehud Barak para el 6 de febrero, se hab¨ªa anunciado con enorme ¨¦nfasis de la parte israel¨ª que la paz estaba a la vuelta de la esquina. El laborista hab¨ªa ido m¨¢s lejos que ning¨²n otro mandatario anterior ofreciendo la devoluci¨®n del 95% de los territorios, retazos indeterminados de la Jerusal¨¦n ¨¢rabe y derechos de uso m¨¢s que soberan¨ªa sobre los lugares votivos del islam. En este punto, sin embargo, el rais -jefe- palestino plante¨® el derecho al regreso de los cuatro millones de refugiados, producto de las guerras de 1948 y 1967, como condici¨®n para la paz, lo que motiv¨® que Israel pusiera fin al di¨¢logo.
Con cinco millones de jud¨ªos contra m¨¢s de un mill¨®n de palestinos en su territorio, cualquier Gobierno israel¨ª teme con raz¨®n que el ingreso en el pa¨ªs de un n¨²mero incluso mediano de ¨¢rabes acabe con el car¨¢cter sionista del Estado. Pero, ?por qu¨¦ el l¨ªder palestino rompi¨® entonces la baraja, sacando a colaci¨®n el problema de los refugiados? Faisal el Husseini, ministro para Jerusal¨¦n, uno de los grandes linajes hist¨®ricos de la Ciudad Santa, caballero entrecano pasados los 50, refinado producto de un pasado colonial que en la India equivaldr¨ªa a la estirpe de los Nehru-Gandhi, daba en su sede de New Orient House, en la Jerusal¨¦n ¨¢rabe, una circunstancial explicaci¨®n. 'Barak nos hab¨ªa hecho creer que reconoc¨ªa la soberan¨ªa palestina sobre la Explanada de las Mezquitas, y, s¨²bitamente, se desdijo. S¨®lo derechos de uso. Entonces, Arafat, para equilibrar la balanza, sac¨® el asunto de los refugiados'.
Pero nadie ignora en Palestina que Israel jam¨¢s aceptar¨¢ que el enemigo se le instale dentro de casa. El Husseini, suave como un Cary Grant atezado, siempre tiene una explicaci¨®n. 'Nadie pretende que vuelvan ni dos ni tres, ni un mill¨®n de palestinos, sino que se reconozca el derecho al regreso. La gran mayor¨ªa no querr¨¢ volver porque tiene su vida ya hecha en otros lugares, y ni siquiera los m¨¢s de tres millones que tienen el estatuto de refugiados querr¨¢n regresar a una casa y una ciudad en Israel que ya no existen. Yo no creo que m¨¢s de 200.000 estuvieran interesados en hacerlo, y, adem¨¢s, con tener pasaporte israel¨ª muchos se dar¨ªan por satisfechos'. Husseini no se molesta en a?adir, por ejemplo, que el difunto imperio de Londres reconoce toda una gama de pasaportes, que permiten a los llanitos de Gibraltar llamarse ciudadanos brit¨¢nicos y visitar el Reino Unido, pero en absoluto quedarse a vivir all¨ª. Un alto funcionario del Ministerio de Exteriores israel¨ª, cuando supo lo que veladamente parec¨ªa proponer Husseini, exclam¨®: 'Esto, por lo menos, es pensar'.
Pero todo ello, seg¨²n una infinidad de fuentes palestinas in situ, est¨¢ tambi¨¦n ligado a la idea de que los israel¨ªes tienen que empezar por pedir perd¨®n, reconocer que son culpables de la expulsi¨®n de al menos 700.000 ¨¢rabes en 1948 y de un n¨²mero menor en 1967. Las v¨ªctimas del holocausto, dicen, no s¨®lo no tienen excusa, sino que por haberlo sido debieran sentirse a¨²n m¨¢s sensibles al da?o que han causado al pueblo palestino.
Salaj el Tammari, ministro de Asentamientos -los de los jud¨ªos-, porte de gal¨¢n total, m¨¢s Redford que Grant, y emparentado por matrimonio con la familia real jordana, lo expresa con la antigua austeridad del ex guerrillero: 'Israel no puede hacer la paz, no puede tener una idea de la paz que sea aceptable, no ya para nosotros, sino para un observador neutral, sin mirarse al espejo, sin interrogarse sobre qui¨¦n es. Da igual Sharon que Golda Meir, que Beguin, que Rabin o que Barak, que, al final, son todos lo mismo. No ha llegado todav¨ªa el tiempo de la paz, porque Israel no quiere saber que la paz comporta el reconocimiento de su culpa'. ?El espejo de Dorian Gray?
Sobre la sorpresa-Arafat cuando dijo que sin refugiados no habr¨ªa paz, es, sin embargo, menos expl¨ªcito que Husseini. 'Menospreciaron al presidente, le subestimaron. Y hoy los israel¨ªes est¨¢n tan ensimismados en su propia angustia, la que les ha hecho elegir a Sharon, que no pueden pensarse en t¨¦rminos de su mismo inter¨¦s. En vez del pueblo elegido son el pueblo que elige, los que lo deciden todo por los dem¨¢s'.
El Husseini, por su parte, riza el rizo: 'Somos nosotros los que estamos ofreciendo hoy una oportunidad para sobrevivir a los israel¨ªes, les estamos garantizando los pr¨®ximos 100 a?os de un Estado sionista. Si no llegan a un acuerdo con nosotros, en 25 a?os los ¨¢rabes de Israel ser¨¢n casi la mitad de la poblaci¨®n y, contando los palestinos de los territorios, seremos una clara mayor¨ªa; en 50 a?os los anegaremos demogr¨¢ficamente. ?Puede subsistir Israel con el pueblo palestino instalado en su vientre?; no pueden vomitarnos de s¨ª mismos aunque nos hagan la guerra. La ¨²nica oportunidad que tienen de sobrevivir es la de retirarse a las fronteras de 1967 y aceptar un cierto n¨²mero de refugiados'.
Otro punto de vista que augura tambi¨¦n diferentes posibilidades es el del gerente de Al Ayyam (Los D¨ªas), uno de los tres diarios existentes en el pa¨ªs, fundado en 1995 por un compa?ero de exilio de Arafat y claramente favorable a la autoridad constituida. El empresario, cambiando del ingl¨¦s al ¨¢rabe como para hacerse m¨¢s lejano, dice que Arafat pod¨ªa en alg¨²n momento abandonar la reivindicaci¨®n de los refugiados para obtener todo lo dem¨¢s: retirada y soberan¨ªa sobre la Jerusal¨¦n ¨¢rabe.
La realidad sobre el terreno es, sin embargo, atroz para la Autoridad Palestina, de la que la ONU anunci¨® ayer que, con 112.000 funcionarios en n¨®mina, tiene fondos apenas para unos d¨ªas de abono de gastos y salarios. El propio viceministro de Comercio Internacional, en un espa?ol impecable, dijo al visitante: 'No pagar impuestos antes de la autonom¨ªa era heroico, ahora es una tradici¨®n'.
Pero los impuestos es la ¨²ltima de las preocupaciones de los palestinos que no viven de la santa n¨®mina. En Hebr¨®n, con 150.000 habitantes la segunda ciudad, tras Ramala, del territorio no ocupado, 35.000 palestinos viven en una prisi¨®n de alg¨²n kil¨®metro cuadrado, rodeados de barreras y soldados israel¨ªes, porque en ese barrio residen 450 colonos ultraortodoxos, de barba, levita y sombrero de copa alta, todo pespunteado en negro, que es como decir con la Biblia hemos topado. Los ocupantes justifican su presencia porque en la zona hay determinados vestigios de monumentos jud¨ªos de mucho antes de los evangelios, as¨ª como que junto a una mezquita, ella s¨ª muy contempor¨¢nea, se halla la tumba de Abraham.
Los vecinos, en pleno centro de Hebr¨®n, salen de sus casas para ir a la compra con permiso de adolescentes soldados israel¨ªes, que act¨²an no necesariamente de manera impropia, pero que viven apostados en la arrogancia de decidir el destino ajeno. Siete familias de colonos, ninguna de ellas originaria del lugar, tienen en rehenes a un n¨²mero casi 100 veces mayor de naturales del pa¨ªs. Una de las casas, situada en un alto, tiene inutilizada por la autoridad competente una de las salas de estar porque es 'objetivo militar', lo que quiere decir, campo de tiro israel¨ª. Y el que la vivienda est¨¦, obviamente, para ense?ar al visitante, no desmerece en nada de su realidad geopol¨ªtica.
Peor es a¨²n la situaci¨®n en Jan Yunis, al sur de la franja de Gaza, ciudad de algo m¨¢s de 100.000 habitantes, cuyo barrio de El Tofah es uno de los grandes puntos en la l¨ªnea del frente con Israel. Una calle se interrumpe, coronada de sacos terreros en un extremo como camino hacia la nada, para abrirse a una tierra de nadie entre el ¨²ltimo grupo de casas hechas un colador por la artiller¨ªa pesada y el asentamiento jud¨ªo de Gosh Katib; a unos 200 metros del improvisado parapeto aparecen las posiciones israel¨ªes que dividen ciudad, barrio y calle. Un caballero que declara tener 49 a?os y llamarse Ahmad el Najiar afirma que lleva dos semanas durmiendo en casa de su hermano a este lado de la barricada, porque los soldados no le dejan volver junto a su mujer e hijos m¨¢s all¨¢ del oportuno asentamiento. Un anciano que conduce un carro tirado de un jamelgo a juego con el barrio grita: 'Informen a su Gobierno para que no vote nunca en la ONU a favor de Israel'. Politizaci¨®n airada del humilde auriga.
La propia Gaza, 44 kil¨®metros de largo por 10 de ancho, sue?o meditarr¨¢neo si estuviera en paz de un club ¨ªdem, es hoy la c¨¢rcel m¨¢s poblada del planeta. Un mill¨®n largo de personas se recluyen en la franja, separadas de Israel y del mundo, no por una frontera, sino por un locutorio de prisi¨®n, que s¨®lo se cruza con certificado de penales de primera comuni¨®n.
Frente al estancamiento de las negociaciones se alza hoy una nueva Intifada, como explica con sosiego cient¨ªfico y excelente ingl¨¦s el doctor Madjadi, de la Academia de Ciencias de Palestina: 'La Intifada de 1987 era una operaci¨®n limitada, que exig¨ªa cambios materiales concretos, la discusi¨®n de un plan pol¨ªtico; era la Intifada del reformismo; mientras que la actual es revolucionaria en cuanto que no cesar¨¢ hasta que se obtenga un Estado palestino independiente. Por eso, esta Intifada es la forma que adopta hoy la negociaci¨®n de paz; si los israel¨ªes no quieren negociar, la protesta seguir¨¢'.
Todos los altos funcionarios con los que se ha hablado, muchos de ellos volvieron en 1994 prendidos de la levita de Arafat, tras m¨¢s de 30 a?os de exilio, gobernadores de provincia, notables locales, ministros u operadores de altos vuelos como el jefe de seguridad del rais, el coronel Jibril Rajub, del que el modo profesionalmente cuidado no oculta capacidades mucho m¨¢s abruptas que la asistencia a seminarios o conferencias, coinciden en que hay motivo para sentirse optimista; la Autoridad Palestina negociar¨¢ con quien sea, pero s¨®lo para obtener la evacuaci¨®n total israel¨ª de todo lo que usurparon en 1967, al tiempo que reclaman a Europa, Estados Unidos y la ONU, que ejerzan su presi¨®n sobre Israel para que cese la opresi¨®n y acepte la mano tendida palestina.
Pero todo ello con una temible estrategia de fondo. El futuro es nuestro, afirman con el optimismo de una gran voluntad procreadora, al tiempo que no ceden al pesimismo de la inteligencia que deber¨ªa deducirse de tan desigual pelea. El gobernador de Jan Yunis, Shakeb Bsesso, insin¨²a, como quien tiene un nuevo modelo de V-2 guardado en el armario, 'que hay armas que a¨²n no hemos utilizado para defendernos'. Pero parece que se refer¨ªa a la Uni¨®n Europea.
En los campos de refugiados, sin embargo, el entusiasmo es menos visible. El gu¨ªa autorizado, uniformado de pobre riguroso, pero con un m¨®vil prolong¨¢ndole la oreja, que nos pasea por el de Aida entre Hebr¨®n y Bersheba, reconoce que la Autoridad Palestina no hace nada por ellos, pero prefiere atacar a la ONU por retirar las raciones -'que ahora s¨®lo se suministran a 30 o 40 familias'-. La cr¨ªtica abierta entre los notables s¨®lo la hace el que fuera jefe de la delegaci¨®n jordano-palestina en la Conferencia de Madrid, Abdel Shafi, que denuncia la corrupci¨®n dictatorial de Arafat, cuando 'habr¨ªa que formar un Gobierno de unidad nacional con los islamistas para sostener la Intifada contra Israel'.
Nabil Shaath, en cambio, ministro de Planificaci¨®n, la desenvoltura de Paul Newman en el f¨ªsico de Peter Ustinov, le da un curioso giro a la pregunta del periodista de por qu¨¦ para unos 25 ministerios hay 750 directores generales. 'Hab¨ªa que asegurar un salario a todos los que volv¨ªan con Arafat, tras haber luchado tantos a?os por Palestina; no son empleos funcionales, sino sost¨¦n a antiguos combatientes'. Involuntariamente, sin duda, el atildado Shaath sonaba a los extintos pa¨ªses del socialismo real.
Con un legado de varios muertos diarios entre las dos partes, esto a lo que m¨¢s se asemeja es a una guerra, que el israel¨ª podr¨ªa ansiar con el belicoso Sharon en el poder, y el palestino no rehusar por machismo social y desesperaci¨®n pr¨¢ctica. Ante ello, cabr¨ªa recordar a T¨¢cito, que, refiri¨¦ndose a la conquista de Britania por las legiones romanas, escribi¨® un d¨ªa: 'Extendieron la desolaci¨®n y le llamaron paz'.
'S¨®lo la paz puede salvar a Israel'
Marwan Barghuti s¨®lo admite ser miembro del Comit¨¦ Central de Al Fatah, el partido de Arafat que lo domina todo en esta rep¨²blica coronada, y si habla en nombre de su pueblo en armas es como un militante m¨¢s. 'No puede haber negociaciones sin la Intifada, y ¨¦stas no tendr¨¢n ¨¦xito si no seguimos peleando'. Optimismo en toda regla y ganas de concluir la entrevista porque 'le espera la tele'. 'Sharon es el ¨²ltimo cartucho de Israel. En las pr¨®ximas semanas o meses, los jud¨ªos descubrir¨¢n que estaban equivocados si cre¨ªan que pod¨ªa garantizarles la seguridad. S¨®lo el pueblo palestino, con una paz justa, puede salvar a Israel'. Pero en la insurrecci¨®n ?qui¨¦n manda? 'La Intifada es espont¨¢nea y mi impresi¨®n es la de que Arafat la apoya, pero no depende de las ¨®rdenes de nadie. La lucha seguir¨¢ mientras haya ocupaci¨®n, pero estamos en contra de atentados dentro de Israel'.Con supremo convencimiento, el improbable y c¨¦lere guerrillero se considera en posici¨®n hasta de perdonar la vida. 'Ya les hemos dado 10 a?os sin Intifada y no lo han sabido aprovechar. Esta vez seguiremos hasta el final'. Y sali¨® corriendo.
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