Noche de rock para el comandante
Fidel Castro asiste, junto a 5.000 adolescentes, a un concierto de rock en el teatro Carlos Marx de La Habana
El teatro Carlos Marx de La Habana fue escenario el s¨¢bado de un singular concierto de rock, que fue oficiado por la banda brit¨¢nica Manic Street Preachers y bendecido por el mism¨ªsimo comandante en jefe, Fidel Castro. Los Predicadores Maniacos de la Calle escogieron esta tribuna, desde donde Castro ha pronunciado innumerables discursos contra el imperialismo yanqui, para presentar al mundo su sexto disco, Know your enemy, que contiene una canci¨®n dedicada al ni?o balsero Eli¨¢n Gonz¨¢lez. Cuando James Dean Bradfield, el l¨ªder del grupo gal¨¦s, interpret¨® el tema Baby Eli¨¢n, el l¨ªder de Cuba, ataviado con su sempiterno uniforme verde oliva, lo recibi¨® con aplausos y puesto en pie.
La gala cubana de los Manic estuvo preparada a conciencia. 'No me carezcas', pudo haber sido su lema. El grupo y su casa de discos -Sony Music- trajeron a La Habana a 100 periodistas, 17 t¨¦cnicos y un equipo de sonido de primera l¨ªnea, con altavoces turbo flood de ¨²ltima generaci¨®n que sumaban m¨¢s de 40.000 vatios de potencia. La consecuencia es que los 5.000 adolescentes que llenaron el Carlos Marx a punto estuvieron de quedar sordos. Cada vez que el bater¨ªa, Sean Moore, le daba al bombo, los asientos vibraban y un cosquilleo te sub¨ªa hasta el est¨®mago aunque estuvieses sentado en la ¨²ltima fila.
La cubierta de Know your enemy no es otra que una bandera cubana. Por eso, el escenario que llevar¨¢n los Manic en la gira que ahora comienzan est¨¢ presidido por una gigantesca bandera de Cuba de ocho metros de alto por 12 o 13 de ancho, esto es, 100 metros cuadrados de patria que fueron estrenados el s¨¢bado en La Habana. 'Es un gesto de solidaridad', afirm¨® antes del concierto el bajista, Nicky Wire. Wire dijo m¨¢s: '?Que si nuestra actuaci¨®n en Cuba puede irritar a Estados Unidos y traernos problemas? Probablemente s¨ª. Confiamos en ello'.
El viernes, durante una multitudinaria conferencia de prensa, los m¨²sicos galeses se explayaron contra el norte revuelto y cruel y la 'americanizaci¨®n de la m¨²sica', y elogiaron a Cuba por ser ejemplo de un pa¨ªs que lucha por su independencia. Dijeron, adem¨¢s, que si Castro acud¨ªa a su concierto, para ellos ser¨ªa 'el m¨¢s grande honor de su vida'. Con estos truenos como antecedente, el comandante apareci¨® en el Carlos Marx una hora antes del concierto y departi¨® con los rockeros en el camerino. Despu¨¦s, ante el asombro general, Castro se sent¨® en el primer palco y, rodeado de adolescentes, se zumb¨® el concierto enterito.
El p¨²blico era principalmente adolescente, pero escaseaban las melenas y las crestas de mohicano de color naranja, habituales en los conciertos de rock cubano. Las entradas no se vendieron por la libre, sino que el Instituto Cubano de la M¨²sica y el Ministerio de Cultura las repartieron a su entender entre los alumnos de las escuelas de m¨²sica, preuniversitarios e invitados -m¨¢s bien modositos-. Quiz¨¢ por eso, a los Manic les cost¨® sintonizar con el p¨²blico, pero al final la gente se entreg¨® a los Predicadores, bien por la fuerza de la costumbre o la de los decibelios. La noche comenz¨® con Found that soul, el tema que abre el disco, y sigui¨® con So why so sad, el elegido como single para promocionar Know your enemy. Las letras, como en su anterior disco -This is my truth, tell me yours-, que vendi¨® dos millones de copias, contienen mensajes nihilistas, como My Guernica, que dice: 'No soy nada en este universo, nada sino pedazos de polvo', o cr¨ªticas ir¨®nicas como las de la canci¨®n Royal correspondent, que satiriza a los periodistas que informan sobre la familia real brit¨¢nica y en el fondo quisieran tener esa riqueza y fama.
Pero, sin duda, el tema estrella de la noche fue Baby Eli¨¢n -por cierto, uno de los mejores del disco-, que alude a la disputa por la custodia del famoso ni?o balsero que enfrent¨® a los Gobiernos de La Habana y Washington durante siete meses. Por supuesto, los Manic toman partido por Cuba: 'Secuestrado en la tierra prometida... / Oh, beb¨¦ Eli¨¢n, / Operaci¨®n Peter Pan. / Am¨¦rica, el patio de recreo del diablo'.
Castro aguant¨® la descarga rockera con buen semblante en compa?¨ªa del ministro de Cultura, Abel Prieto, un forofo declarado de los Beatles, aun en los tiempos en que su m¨²sica era considerada por las autoridades como 'diversionista' y una mala influencia para la juventud. Aquellos tiempos en que a los melenudos cubanos se les cortaba el pelo por decreto, por fortuna ya pasaron; ahora, los Manic har¨¢n publicidad a la revoluci¨®n con conciertos por todo el mundo con una gigantesca bandera de Cuba como tel¨®n de fondo.
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