El jurista invisible
Fue un ni?o de semblante serio y formal. Tanto que ya parec¨ªa tener cara de presidente del Tribunal Constitucional (TC). A Pedro Cruz Villal¨®n (Sevilla, 1946) le atra¨ªa tanto ese selecto club de 12 magistrados que velan por el libro sagrado de los derechos fundamentales que, incluso, dio un paso un tanto at¨ªpico a mediados de 1986, cuando siendo ya un reconocido catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en Sevilla, se fue de letrado -un cuerpo t¨¦cnico formado normalmente por profesores titulares- al TC, presidido entonces por Francisco Tom¨¢s y Valiente. Fue una forma de conocer la casa por dentro y sin alharacas ni ruidos.
A Pedro Cruz no le gusta nada el bullicio. Le molestan los ambientes ruidosos, tan frecuentes en su ciudad natal, donde la exteriorizaci¨®n de los jolgorios puede ser atronadora. Le desagradan los bares, el desorden y el olor a tabaco. Y con ciertos h¨¢bitos es inflexible hasta convertirse en mani¨¢tico, que probablemente sea lo ¨²nico extremado en un car¨¢cter marcado por la prudencia y la reserva. Dos cualidades id¨®neas para un jurista que entroncan a la perfecci¨®n con la defensa de Montesquieu sobre la invisibilidad de la justicia y que probablemente se habr¨¢n agudizado desde que Cruz Villal¨®n preside el Constitucional hasta tornarse en un hombre huidizo para preservar su imagen de independencia. Es la ant¨ªtesis del juez estrella.
En una entrevista de julio de 2000 confesaba que ni le preocupaba ni le hab¨ªa creado problemas que se le 'identifique con una determinada corriente de opini¨®n'. Lo grave, a?ad¨ªa, 'ser¨ªa que se pusiera en cuestion mi propia independencia'. El magistrado respond¨ªa as¨ª al hilo de una cuesti¨®n sobre su etiqueta progresista. A ella se atribuy¨® que, en diciembre de 1998, s¨®lo recibiera el voto de 7 de los 12 miembros del TC, aunque sali¨® elegido en la primera vuelta. Tampoco su candidatura para incorporarse como magistrado al alto tribunal en junio de 1992, que hab¨ªan propuesto conjuntamente PSOE y CiU, recibi¨® el apoyo del Partido Popular ni del PNV en el Congreso.
La opini¨®n que ha suscitado su gesti¨®n al frente del TC -su mandato expira el pr¨®ximo mes de julio- es, sin embargo, elogiosa, a pesar de que su capacidad de autocr¨ªtica le haya empujado hacia terrenos cenagosos, como cuando reclam¨® una reforma de las leyes para evitar la saturacion de demandas de inconstitucionalidad que deben examinar cada a?o 12 personas. Las previsiones en 2000 eran de 7.000 asuntos.
Pero Cruz ha sido lo bastante habilidoso como para trabajar en silencio, como gusta, y sin cejar en su intento por mejorar el funcionamiento del alto tribunal. 'Lo mejor de su labor es que est¨¢ pasando desapercibido, es una se?al de que est¨¢ haciendo bien su trabajo', destaca un prestigioso jurista.
El 28-F recibir¨¢ la distinci¨®n de Hijo Predilecto de Andaluc¨ªa. Al enterarse de ello, le asaltaron dos recuerdos a la memoria. El del cantautor granadino Carlos Cano, que recibir¨¢ el mismo nombramiento a t¨ªtulo p¨®stumo, y el de su padre, Alfonso Cruz, tambi¨¦n fallecido, a quien defini¨® como 'un andaluz ejemplar toda su vida'.
Pedro, el primog¨¦nito de los siete hijos que tuvo el notario Alfonso Cruz, no fue traste ni de ni?o. Sac¨® adelante con buenas notas sus estudios de Derecho en Sevilla -se licenci¨® en 1969- y, seis a?os despu¨¦s, se doctor¨® con una tesis sobre El estado de sitio y la Constituci¨®n, un estudio hist¨®rico sobre las reacciones del Estado en situaciones de excepci¨®n. Durante dos a?os vivi¨® en Alemania para aprender el idioma y completar su formaci¨®n en la Universidad de Friburgo, bajo la tutela de Konrad Hesse, un notable catedr¨¢tico y magistrado del Tribunal Constitucional.
A excepci¨®n del primer a?o de profesor titular, en el que trabaj¨® en la Universidad Complutense, toda su trayectoria como docente est¨¢ vinculada a la Universidad de Sevilla, donde tiene su c¨¢tedra. Su timidez hace que prefiera las distancias cortas y, en consonancia, los grupos reducidos a la hora de impartir clase. Austero y concienzudo, disfruta devorando libros -en especial los cl¨¢sicos de pensamiento pol¨ªtico-, pedaleando en su bicicleta y escuchando m¨²sica cl¨¢sica. La presidencia del TC, sin embargo, le ha privado de uno de sus mayores placeres: hurgar en el mercadillo sevillano de El Jueves para buscar antig¨¹edades a bajo precio.
Entre sus publicaciones m¨¢s destacadas, los juristas citan La formaci¨®n del Estado europeo del control de la constitucionalidad y, entre las an¨¦cdotas, la de su expediente de expulsi¨®n de la Universidad de Sevilla en tiempos de la dictadura junto a otros estudiantes. Pedro Cruz ni siquiera entonces militaba en ninguna organizaci¨®n, pero era tan callado que las autoridades concluyeron que por fuerza ten¨ªa que ser uno de los cabecillas.
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