Victoria gris y rutinaria del Athletic sobre el Numancia

Como en los viejos tiempos, aquellos tiempos grises y c¨®modos de los sesenta, el Athletic ha hecho de San Mam¨¦s su alimento y de los desplazamientos su hambruna. Vaya lo uno por lo otro, dec¨ªan entonces -y ahora lo repiten-, con alg¨²n banquete especial cuando llegaba un invitado de post¨ªn -Barcelona o Real Madrid- para romper la rutina y procurar al respetable una semana de pasi¨®n.

Como ayer el visitante, el Numancia, no exhib¨ªa m¨¢s lujo que su trabajo y m¨¢s argumentos que la entrega, el Athletic se dej¨® llevar por ese desvaimiento que le hace jugar a r¨¢fagas y desaparecer como por ensalmo matando y resucitando a su rival m¨¢s que por su m¨¦ritos por sus propios dem¨¦ritos.

Porque el Numancia se comportaba como una tropa apa?adita, con un solo futbolista cre¨ªble -el exterior I?aki- y una obsesi¨®n malsana por apelar al gigante Ojeda, un jugador m¨¢s aparente que real que se pasa media vida de espaldas a la porter¨ªa y acumula kil¨®metros en un derroche exagerado de diagonales interminables.

Tanto era as¨ª que Etxeberria, a medio gas, pero voluntarioso, dispuso de cinco ocasiones de gol en la primera mitad a base de leves desplazamientos al centro, a los que la defensa del Numancia nunca supo poner remedio. De haber sido el Etxeberria de otros tiempos, ayer se habr¨ªa ganado el protagonismo de la jornada. Pero, como no lo es, s¨®lo obtuvo un gol, gracias a un error lastimoso de N¨²?ez, que repeli¨® con los pies un bal¨®n fuerte pero centrado de Urrutia. De ah¨ª, del error, lleg¨® el gol y se rompi¨® el partido. Y, sobre todo, se anim¨® el extremo internacional, que asisti¨® el segundo gol rojiblanco anunciando una goleada probable.

Pero se hundi¨® el Athletic, que da poco de s¨ª; se creci¨® el Numancia con el gol de Jos¨¦ Manuel y tuvo que llegar la cabeza salvadora de Urzaiz para aplacar la ira del respetable. Era una victoria rutinaria, de ¨¦sas de los sesenta. Pero el f¨²tbol y el p¨²blico han cambiado para bien.