Reforma con prisas
El Gobierno parece haber dado por rota la negociaci¨®n entre la patronal y los sindicatos y ha decidido elaborar su propia reforma del mercado laboral. El Consejo de Ministros examinar¨¢ este viernes varias medidas que modifican las indemnizaciones por despido: por un lado, se extiende a nuevos grupos de trabajadores el baremo de 33 d¨ªas por a?o y se implanta una nueva compensaci¨®n de 12 d¨ªas por la rescisi¨®n de los contratos temporales. Dos decisiones que hubieran requerido la aquiescencia de quienes van a aplicarlas: las empresas y los trabajadores.
La irrupci¨®n del Gobierno en la mesa de negociaci¨®n para apropiarse de la reforma no es una buena noticia. No hab¨ªa razones de urgencia para ello -la vigencia del contrato fijo con despido de 33 d¨ªas termina el 17 de mayo- y la experiencia indica que las reformas que no est¨¢n apoyadas por los agentes sociales -como la figura del contrato a tiempo parcial con jornada reducida que aprob¨® el Gobierno en 1997- suelen tener un ¨¦xito muy reducido. Sobre el contenido, poco hay que decir mientras no se conozcan los detalles de los cambios. Por ejemplo, es necesario saber a qu¨¦ grupos de trabajadores afectar¨¢ la rebaja de la indemnizaci¨®n a 33 d¨ªas para calibrar el efecto de los cambios que con tanta prisa propone el Gobierno.
El sentido de esta reforma s¨®lo se encontrar¨¢ en una reducci¨®n de la temporalidad de los contratos. Es una condici¨®n m¨¢s importante que el abaratamiento del despido, porque hay evidencias de que es el largo proceso de tramitaci¨®n de los despidos lo que constituye un obst¨¢culo para la flexibilidad del mercado, m¨¢s que su coste. Mientras que la estabilidad en el empleo favorece la competitividad empresarial y mejora las condiciones econ¨®micas generales. De igual modo es necesario analizar qu¨¦ beneficios tendr¨ªa la extensi¨®n o potenciaci¨®n de los contratos a tiempo parcial para mujeres y j¨®venes, que presentan tasas muy elevadas de desempleo. Por ¨²ltimo, resulta imprescindible extender la descentralizaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva.
No hay indicios de que el Gobierno, que parece haber retirado la confianza en la negociaci¨®n, tenga mayor inter¨¦s en profundizar sobre estos aspectos; o en el control de una temporalidad que sustituye puestos de trabajo estructurales, o en la formaci¨®n profesional, cuyo funcionamiento y correcta asignaci¨®n de recursos es vital para reducir el paro. Centrar la reforma en el coste del despido es una simplificaci¨®n que puede acabar en contrarreforma.
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