'Les habla la comandante...'
Varias espa?olas que han accedido a empleos 'masculinos' revelan las ventajas e inconvenientes de su trayectoria pionera
Pilotan aviones, conducen autobuses, dirigen desembarcos o salen a pescar: las mujeres se abren hueco en los trabajos anta?o vetados o de dif¨ªcil acceso para ellas. Varias pioneras en ¨¢mbitos laborales tradicionalmente reservados a los varones relatan su experiencia.
ESTHER RUIZ Pastora protestante
Esther Ruiz est¨¢ acostumbrada a la sorpresa ajena. Ya es poco frecuente pertenecer a la Iglesia evang¨¦lica espa?ola (10.000 fieles), pero a¨²n resulta m¨¢s extra?o ser mujer y sacerdote, posibilidad que niegan buena parte de las religiones, empezando por la cat¨®lica. Por eso, la pastora Ruiz tiene asumido que al decir su profesi¨®n le pregunten por las ovejas. Se lo toma a broma. M¨¢s le preocupan las dificultades que encuentra para convertirse en p¨¢rroca: hasta ahora ejerce, sin sueldo, como suplente de su marido.
Ruiz, de 44 a?os, se decidi¨® a ser pastora tras ver, en Suiza, que las mujeres predicaban. Ya ordenada, en 1991 se instal¨® en Granada, donde su c¨®nyuge fue nombrado pastor oficial y, luego, secretario de la Iglesia evang¨¦lica espa?ola. 'Como ¨¦l viaja mucho, yo le reemplazo', explica Ruiz. Aspira a un nombramiento propio. 'Una iglesia de Madrid me ha pedido como pastora oficial, pero otros dicen que no hay dinero para pagarme el sueldo', dice.
'La discriminaci¨®n existe en todos los ¨®rdenes de la vida y en todas las iglesias, porque siempre han funcionado con hombres', reflexiona la pastora. Los domingos se reviste con los ornamentos para encabezar el culto. Predica y administra la comuni¨®n o bautiza. Esther Ruiz tambi¨¦n atiende al marido y a los dos hijos de la pareja, como otras muchas mujeres trabajadoras, s¨®lo que ella, am¨¦n de llevar la casa, lleva una iglesia.
ESTHER Y??EZ Marina de guerra
La primera marina de guerra espa?ola se llama Esther Y¨¢?ez y es teniente de nav¨ªo. La pionera en la Escuela Naval de Mar¨ªn (Pontevedra), a la que accedi¨® en 1990, es hoy oficial de operaciones. Planea y ejecuta los desembarcos del buque de asalto anfibio Galicia, con base en Rota (C¨¢diz). 'No ha sido f¨¢cil, pero estoy satisfecha', afirma esta mujer de 29 a?os.
Hija de marino de guerra, Esther sab¨ªa desde chica que no le dejar¨ªan seguir ni la tradici¨®n familiar (muy relevante en la Armada) ni su 'fuerte' vocaci¨®n por los buques: las mujeres no pod¨ªan acceder a la carrera militar. Al acabar COU, se matricul¨® en Medicina, pero no pis¨® el aula: por aquellas fechas se levant¨® el veto femenino a la carrera castrense. Y esta gaditana decidi¨® intentarlo pese al p¨¢nico inicial de sus padres. Aprob¨® a la primera.
En la Escuela Naval, Y¨¢?ez fue la ¨²nica mujer durante dos a?os. Tiempo suficiente para enfrentar la soledad femenina. 'Era un inconveniente. Me sent¨ªa un bicho raro y me planteaba muchas cosas. Hubo momentos de decepci¨®n. Tuve que tener muy claro que quer¨ªa estar ah¨ª. Tres compa?eros me apoyaron mucho', relata.
'La mayor dificultad en mi carrera ha sido la carencia de un modelo a seguir. Es el inconveniente de ser la primera mujer. Intento ayudar a las que me siguen', dice Y¨¢?ez. Pero escasean: 'En el Cuerpo General hay cuatro mujeres en la escala superior y seis o siete en la de oficiales'.
La Marina es a¨²n cosa de hombres. 'Es un mundo muy masculino. Tardar¨¢ en cambiar porque nosotras entramos con cuentagotas. Ellos intentan evolucionar, pero les cuesta', afirma Y¨¢?ez. Cree que la situaci¨®n es similar en el Ej¨¦rcito y la Aviaci¨®n. 'A veces encuentro posturas contrarias o paternalistas, en ambos casos sin justificar. Es dif¨ªcil lograr que me traten como uno m¨¢s'.
Como uno m¨¢s, Y¨¢?ez pasa cada a?o entre 100 y 130 d¨ªas embarcada. A bordo ya no est¨¢ sola: de los 180 tripulantes del Galicia, 30 son marineras, y 7, oficiales. Cuando llega a puerto puede esperarla su marido, tambi¨¦n teniente de nav¨ªo.
MERCEDES CARRERO Conductora de autob¨²s
Mercedes Carrero, de 39 a?os, lleva diez al volante de autobuses. Empez¨® con las rutas escolares, pero en un colegio le dijeron que le pagar¨ªan menos que a un hombre. No lo acept¨® y se hizo aut¨®noma. Hace cuatro a?os ingres¨® en la Empresa Municipal de Transportes de Madrid. Desde entonces conduce los autobuses p¨²blicos, un trabajo para ella 'vocacional' y que s¨®lo desemepe?an '11 o 12 mujeres entre m¨¢s de 4.000 conductores'. Su ¨²nico enemigo son algunos taxistas. 'Me dicen eso de que '?mujer ten¨ªa que ser!', pero yo no contesto'.
Carrero, con el t¨ªtulo de transportista, prefiere no conducir camiones. 'Es un trabajo muy solitario y, adem¨¢s, no puedo dejar solos a mis dos hijos'. En cambio, el autob¨²s le permite 'estar en la calle y hacer un servicio a la sociedad'. Se siente a gusto en la empresa, donde no percibe discriminaci¨®n. 'En definitiva, para conducir bien un autob¨²s da lo mismo ser hombre o mujer. Lo importante es hacerlo bien y con suavidad', concluye.
MARGARITA ROBLES Magistrada
La juez Margarita Robles, de 43 a?os, ha roto el fuego en dos frentes: la judicatura y el Ministerio del Interior. En 1981 fue 'la cuarta mujer' que ingresaba en la carrera judicial y una d¨¦cada despu¨¦s era la pionera en presidir una audiencia provincial (la de Barcelona). En 1994 se convirti¨® en la primera secretaria de Estado con mando sobre la Polic¨ªa y la Guardia Civil. Est¨¢ convencida de que, en el trabajo, 'a las mujeres se nos pide m¨¢s que a los hombres'.
'En la judicatura no he tenido problemas por ser mujer. En cambio, s¨ª los encontr¨¦ en mi etapa de secretaria de Estado de Interior', se?ala Robles. 'Los funcionarios me demostraban un respeto enorme. En cambio, me di cuenta de que hay cosas, como los errores, que se perdonan a los hombres y no a las mujeres. Adem¨¢s, nadie est¨¢ pendiente del aspecto de un alto cargo cuando es var¨®n'.
Para la magistrada, la Universidad y la judicatura son los ¨¢mbitos que m¨¢s se han feminizado. 'En las nuevas promociones de jueces m¨¢s de la mitad son mujeres, quiz¨¢ porque el acceso se hace con pruebas objetivas', afirma. Con todo, ella tiene una espina clavada: la ausencia femenina en el Tribunal Supremo. 'Es doloroso, porque hay muchas mujeres cualificadas para ocupar una plaza'.
'Ning¨²n hombre admite ser machista, pero hay un poso cultural machista en la sociedad', apunta Robles. Esta juez soltera sostiene que, a igualdad de condiciones, 'se critica mucho m¨¢s a las mujeres'. Quienes peor lo tienen, a su juicio, son las empleadas en la empresa privada, donde se producen 'grandes discriminaciones'. 'La igualdad es una asignatura pendiente. Se alcanzar¨¢ el d¨ªa que haya una presidenta del Gobierno', apunta.
CARMEN SERRANO Pescadora
Maestra, psic¨®loga. Y pescadora gracias a los tribunales. Carmen Serrano, de 42 a?os, debi¨® recurrir a la justicia junto con otras mujeres para consquistar el derecho a faenar en la Albufera valenciana, reservado a los hombres. 'El Tribunal Supremo acaba de darnos la raz¨®n definitivamente', dice satisfecha. La batalla contra la discriminaci¨®n le ha costado muchas enemistades en su pueblo, El Palmar (900 habitantes). 'Me insultan por la calle, pero estoy muy satisfecha', dice Serrano. Era una cuesti¨®n m¨¢s de fuero que de huevo: 'Las redes no dan para vivir, aunque pueden redondear el fin de mes'.
Serrano, desde la presidencia de la Asociaci¨®n de Amas de Casa y Consumidores Tyrius, de El Palmar, impuls¨® la reivindicaci¨®n en 1994. La comunidad de pescadores se neg¨® a admitir que las descendientes de pescadores tuvieran derecho a faenar, hereditario s¨®lo para varones. 'Se burlaron de nosotras y dijeron que ¨¦ramos unas marujas', recuerda. Los tribunales empezaron a dar la raz¨®n a las mujeres, que pescan en el lago desde 1999, primero gracias al respaldo del Ayuntamiento de Valencia, propietario de la Albufera.
Serrano, casada y con tres hijas, sale a pescar un par de veces por semana, cuando se lo permite su trabajo de maestra. M¨²jol, cangrejo americano, anguila y algo de lubina entran en las redes. Pero a la pescadora le importa m¨¢s haber atrapado un derecho.
ELISA P?REZ VERA Ex rectora
En 1956, cuando Elisa P¨¦rez Vera se matricul¨® en la Facultad de Derecho en Granada, s¨®lo ten¨ªa cuatro compa?eras entre el centenar de alumnos de su clase. 'En esa ¨¦poca se pensaba que las mujeres ¨ªbamos a la universidad para pescar marido. Se nos ped¨ªa que supi¨¦ramos m¨¢s que cualquier hombre', relata. Ella no cumpli¨® aquel pron¨®stico. En cambio, en 1982 se convirti¨® en la primera rectora de la Universidad espa?ola, donde m¨¢s de la mitad de los estudiantes son ahora chicas.
Esta catedr¨¢tica de derecho internacional privado de 60 a?os cree que el sexo empieza a dejar de ser 'un lastre o un plus'. 'Se est¨¢ convirtiendo en una cuesti¨®n neutral, sobre todo en ¨¢mbitos como la Administraci¨®n. En las grandes compa?¨ªas privadas hay m¨¢s recelos', afirma.
MAR?A ABURTO Piloto
Mar¨ªa Aburto es la piloto m¨¢s veterana de Iberia y una de las dos ¨²nicas comandantes de la compa?¨ªa. Ingres¨® en 1985. Casi 16 a?os despu¨¦s, en la aerol¨ªnea hay 1.900 pilotos, de los que medio centenar son mujeres. ?stas, en cambio, son mayor¨ªa entre las auxiliares de vuelo.
'Las pilotos aportamos una gran profesionalidad. Es algo propio de las mujeres: nos exigimos m¨¢s porque nos miran m¨¢s con lupa', sostiene la comandante. Con 10.000 horas de vuelo, Aburto a¨²n levanta expectaci¨®n. 'Cuando hablo a los pasajeros suele haber cierta sorpresa, pero tambi¨¦n agrado, porque la comandante sea una mujer'. A los mandos de un Boeing 757, Aburto, madre de dos hijas, est¨¢ convencida de que pilotar no es cuesti¨®n de sexo, sino 'de sentido com¨²n'. 'Quiz¨¢ por eso sea una ventaja ser mujer', ironiza.
ANA SIG?ENZA Secretaria general de CNT
Ana Sig¨¹enza no se propuso. La eligieron. Desde el verano pasado es la secretaria general de la Confederaci¨®n Nacional del Trabajo (CNT). Primera mujer al frente de un sindicato de clase, est¨¢ convencida de que ellas lo tienen m¨¢s dif¨ªcil a la hora de participar en las tareas sindicales. 'Las mujeres trabajan fuera y dentro de casa y no les queda tiempo para m¨¢s', sostiene. Esta profesora de 43 a?os cree que la igualdad 'es cosa de todos'. Por eso, lamenta que la reforma laboral que acaba de aprobar el Gobierno 'consolide la discriminaci¨®n de la mujer'.
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