Mal asunto
Seg¨²n el defensor del menor, Javier Urra, los chantajes a j¨®venes por parte de sus compa?eros de instituto han dejado de ser situaciones aisladas para convertirse en algo m¨¢s o menos normal. La familia de Juan Carlos Jim¨¦nez, el chico asesinado en Fuenlabrada, sospecha que fue v¨ªctima de una de estas bandas juveniles que viven de la extorsi¨®n. El cr¨ªo llevaba dos meses sin acudir al colegio, quiz¨¢ por miedo a salir de casa. Mal asunto.
'O haces lo que te digo o te mato', cuenta una chica que le dijo una compa?era que pretend¨ªa esclavizarla. Piden dinero, ropa de marca, droga, cualquier cosa. A veces juegan a matar, pero a veces matan de verdad, ya ve usted. Las pel¨ªculas americanas est¨¢n dando el salto a la realidad madrile?a a un ritmo de v¨¦rtigo. La naturaleza imita al arte. Manda uno a sus hijos al instituto para que aprendan geometr¨ªa y sintaxis y lo primero que tienen que aprender es a defenderse de la mafia infantil. No ten¨ªamos bastante con el fracaso escolar, as¨ª que pari¨® la abuela y hay colegios que parecen Chicago, a?os treinta. En fin.
Hay cierta l¨®gica en que los delincuentes cometan delitos. Y en que los asesinos asesinen. Lo que no es l¨®gico es que la delincuencia organizada y el crimen formen parte del sistema hasta el punto de que se ejerciten all¨ª donde m¨¢s se deber¨ªan repudiar. Algo importante falla cuando lo anormal se incorpora con tal ¨ªmpetu al bachillerato o a la ESO. Se aprende lo que se deber¨ªa desaprender y se fracasa en la lengua, en las matem¨¢ticas, en la ¨¦tica y en la est¨¦tica.
Claro que si en los centros de reeducaci¨®n se hacen barbaridades, c¨®mo no van a hacerse en los de educaci¨®n a secas. La Comunidad acaba de cerrar tres centros de menores en los que educadores desnudaban a los internos, los esposaban a la cama y les ataban los pies con cinta de embalar. Les daban clases pr¨¢cticas, en fin, de violencia, para que cuando estos chicos salieran a la calle supieran torturar sin dejar marcas. La violencia se aprende en el propio cuerpo. El torturado, aunque ¨¦l lo ignore, estudia para torturador.
Desde que en Inglaterra se privatizaran los trenes, van a accidente de ferrocarril por a?o. El mercado hace estragos all¨ª donde gobierna sin otra ley que la del beneficio. F¨ªjense en las vacas y en los cerdos y en los pollos y en la Thatcher. Aqu¨ª, desde que se privatizara la gesti¨®n de los centros de menores, las habitaciones han devenido en mazmorras. O¨ª en la radio que los responsables de la tropel¨ªa (personas mayores con estudios y todo eso) llamaban a sus brutalidades terapia conductista. ?Comprenden por qu¨¦ uno ha sido siempre partidario del psicoan¨¢lisis? Un amigo m¨ªo cuyo hijo se hac¨ªa pis en la cama fue a un conductista que le recomend¨® una especie de braguero que produce descargas el¨¦ctricas al contacto con la humedad. El ni?o ha dejado de mearse, pero tiene siete u ocho orgasmos cada noche y lo m¨¢s probable es que en el futuro sea incapaz de gozar sexualmente si no le hacen da?o. Han construido un perverso.
Mal asunto. No huele bien en ning¨²n sitio. Donde no act¨²an las bandas juveniles, act¨²an los mayores con reparos o los conductistas locos. Pero lo m¨¢s curioso es que la fundaci¨®n encargada de estos centros de menores mod¨¦licos, Diagrama, dice ser una instituci¨®n sin ¨¢nimo de lucro. Si no hacen esas cosas horribles por dinero, habr¨¢ que suponer que las hacen por vicio. No sabe uno qu¨¦ es peor. Meten a los chicos esposados y desnudos en habitaciones a oscuras sin ¨¢nimo de lucro, por pura diversi¨®n, igual que esos cr¨ªos sin sentido com¨²n que el otro d¨ªa tiraban piedras a los coches desde un puente.
No sabe uno a qu¨¦ medicina recurrir para que todas estas noticias le hagan menos da?o. Personalmente, he llegado a ver hasta el Madrid-Bar?a con la idea de embotar un poco los sentidos. Y ni as¨ª, porque sali¨® un se?or dando pu?etazos en la espalda de Reina con una violencia gratuita terror¨ªfica. Digo que era un se?or, porque no se trataba de un ni?o. Parece que ten¨ªa una familia estable y un trabajo estable y hasta un carn¨¦ de socio. Lo malo es que debe de ser tambi¨¦n uno de esos energ¨²menos estables que no pueden evitar golpear a la gente indefensa.
Violencia, violencia, violencia. Violencia institucional y marginal, adulta e infantil, gastron¨®mica y meteorol¨®gica. Y violencia econ¨®mica, como la que se viene practicando contra los trabajadores de Sintel. Madrid duele hoy m¨¢s de lo que Espa?a entera le dol¨ªa a Unamuno. Madrid, capital del dolor, aunque sede, si Dios quiere, de los Juegos Ol¨ªmpicos. Mal asunto.
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