Las hay de peores
Alguien se quej¨® de que no se acababa nunca la corrida (dos horas y media all¨ª) y otro respondi¨® en valenciano puro: 'Las hay de peores'.
Seguro que las habr¨¢ de peores, pero el aburrimiento piensa uno que es inconmensurable, como el cosmos (sin ir m¨¢s lejos), cuyos confines a¨²n no ha habido dios que los sepa precisar.
Los toreros se pon¨ªan a pegar pases y el p¨²blico acababa pasando de ellos. El p¨²blico taurino se ha hecho muy pasota. No los aficionados, que esos no pasan ni una, sea por fas o por nefas, en sentido positivo o negativo.Un aficionado lo mismo se pone levantisco por una estocada fuera de sitio, que entra en trance y se le caen las l¨¢grimas si el torero instrumenta una ver¨®nica con aromas de alhel¨ª.
Lo que pasa es que aficionados apenas quedan. Lo dec¨ªa el espectador de antes, representante de la m¨¢s acendrada valencian¨ªa: 'Ya no quedan de aficionados'. Y quienes van a los toros son gente peculiar, que puede estallar de j¨²bilo por cualquier trance insustancial, mientras el desarrollo de la propia corrida y sus fundamentos, le trae sin cuidado.
Se ca¨ªan algunos novillos atacados de invalidez (?acaso la EEB?) y no se o¨ªa en la plaza ni una sola protesta. En cambio,cuando uno de los novillos oli¨® la montera que tras el brindisdel matador hab¨ªa quedado en la arena boca arriba y al tocarla la puso boca abajo, el p¨²blico prorrunpi¨® en una estruendosa ovaci¨®n
Un joven que no entendi¨® la vaina le pregunt¨® a su novia el motivo de la algarab¨ªa, y ¨¦sta se lo aclar¨® sin faltar detalle: 'La montera boca abajo trae de buena suerte y en cambio si quedaboca arriba la trae de mala'.
El nuevo p¨²blico taurino apenas tendr¨¢ idea de la fiesta pero lo poco que sabe es a ciencia cierta y no hay m¨¢s que hablar. Por ejemplo sabe lo de la montera, sabe que el toro debe juntar las manitas en el volapi¨¦, sabe que ha de aplaudir los pases de pecho y sabe que debe pedir la oreja agitando la almohadilla.
Esta debe de ser la causa de que los toreros den tantos pases de pecho. Ante sus arrebatos destajistas pasar¨¢ el p¨²blico,mas en cuanto pegan el pase de pecho ya est¨¢n los aplausos y hasta las ovaciones encendidas.
Con una novillada como la de La Quinta, justa de trap¨ªo, escasa de cabeza, d¨¦bil de pata y sobrada de nobleza, lo razonable habr¨ªa sido que los diestros reinventaran el toreo y salieran de la plaza consagrados. Pero qui¨¢. Tras mostrar los tres un gusto suficiente para interpretar bonitas las suertes, instrumentar alg¨²n buen lance de capa, ligar con ajuste los derechazos (y tambi¨¦n alg¨²n natural), se enfrascaban en el pegapasismo desaforado y aburr¨ªan al lucero del alba.
Entre tanto mantazo probablemente ser¨ªan dignos de rescatar los redondos que instrument¨® Fern¨¢ndez Pineda al primer novillo; un exquisito quite por ver¨®nicas y varios naturales sueltos de ?scar Sanz, que recibi¨® a los dos de su lote mediante largas cambiadas a porta gayola; unos derechazos hondos y ciertas trincherillas de S¨¢nchez Pulido. Lo que no es poco para los tiempos que corren.
Lo dem¨¢s fue mediocridad y pesadez, dolosa reiteraci¨®n de lo mismo, una paliza, un mal rollo. De todos modos hubo oreja -para ?scar Sanz- escasamente pedida y protestada por algunos; entre otros, el vecino de localidad, quien planteaba una grave cuesti¨®n: '?Por qu¨¦ ha ido a menos en los de naturales hasta sufrir un desarme?'
A las dos horas y media de corrida, ya noche cerrada, no merec¨ªa la pena discutir, francamente. La feria sigue, las habr¨¢ de peores y no quedar¨¢ m¨¢s remedio que aguantarse. Como siempre.

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