Fractura en el mundo sindical
La respuesta a la reforma laboral del Gobierno cuestiona la unidad de acci¨®n de las centrales
Los sindicatos han perdido la primera batalla frente al Gobierno del PP. Adem¨¢s de encontrarse con una reforma laboral impuesta, han ca¨ªdo v¨ªctimas de la t¨¢ctica que figura en el primer p¨¢rrafo de la primera p¨¢gina de cualquier manual sobre c¨®mo vencer al enemigo: divide y vencer¨¢s. Tras analizar la reforma, el secretario general de CC OO, Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, ha resuelto que 'ahora no toca' ir a la huelga general y el l¨ªder de UGT, C¨¢ndido M¨¦ndez, sostiene que 'ya tocar¨¢', y sin que pase mucho tiempo.
Unas decisiones refrendadas por sus respectivas direcciones, que han dado origen a un enfrentamiento de los de mayor calado en los 13 a?os de su unidad de acci¨®n. En anteriores crisis, discreparon sobre el d¨ªa de la convocatoria y lo superaron con mucha mano izquierda. Ahora la salida es m¨¢s complicada. Los ugetistas siguen trabajando con el horizonte de un paro general de 24 horas, al que hab¨ªan puesto la fecha orientativa del 24 de mayo, aunque no lo convocar¨¢n en solitario, mientras que CC OO no lo contempla de momento y apuesta por recomponer el di¨¢logo social.
En pocas semanas se sabr¨¢ qui¨¦n trabaja en escenarios virtuales. La palabra la tiene el Gobierno en la negociaci¨®n abierta sobre pensiones, convocada de nuevo para la pr¨®xima semana, y en la decisi¨®n que tome sobre la anunciada, y no precisada, reforma de la negociaci¨®n colectiva, para la que no est¨¢ ni abierta la mesa de discusi¨®n. El desacuerdo dar¨ªa la raz¨®n a M¨¦ndez y el pacto, a Fidalgo.
Las dos centrales tienen abundantes argumentos. Para UGT, es necesaria la huelga 'por el propio contenido de la reforma, porque el Gobierno ha roto abruptamente un modelo de di¨¢logo y por las medidas duras que se pueden producir sobre pensiones, negociaci¨®n colectiva y recorte del desempleo'. Adem¨¢s le ha puesto en la tesitura de recordar que al Gobierno del PSOE le hicieron tres huelgas generales (m¨¢s una cuarta que convoc¨® CC OO en solitario) por cada reforma impuesta.
Recomponer el di¨¢logo
Para CC OO, el instrumento de la huelga general no se puede devaluar y hay que dosificar el alcance de la respuesta, porque ir ahora al enfrentamiento supone 'dejar v¨ªa libre a los sectores del Gobierno que propugnan esas medidas duras', y sostiene que 'es mejor recomponer el di¨¢logo y co-gobernar las reformas y co-responsabilizarse con ellas'. Un discurso con el que Fidalgo hace una arriesgada apuesta si las negociaciones finalmente fracasan, y en el que ha tenido enfrente al sector cr¨ªtico del sindicato, que lidera Agust¨ªn Moreno. Como respaldo, Fidalgo cuenta con dirigentes de las m¨¢s poderosas federaciones, entre ellas transportes, qu¨ªmicas y banca, y con el de metal, Ignacio Fern¨¢ndez Toxo, quien fue su rival para suceder a Antonio Guti¨¦rrez al frente de CC OO. Ese sector mayoritario del sindicato es consciente de que se la juega, pero uno de sus dirigentes describe as¨ª el escenario que ahora se abre: 'Si cerramos un pacto estar¨¢ bien. Si culmina mal, y el Gobierno vuelve a imponer una reforma, nos habremos cargado de razones', para una convocatoria de paro general.
Junto a la divisi¨®n de los sindicatos, se ha producido otra en el seno del Gobierno con dos polos en torno al vicepresidente segundo y ministro de Econom¨ªa, Rodrigo Rato, y al ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, con divergencias sobre el alcance de las reformas que se intentan ocultar p¨²blicamente. En este proceso ha tenido un papel protagonista Rodrigo Rato. Fue ¨¦l quien, el domingo 25 de febrero, tres d¨ªas antes de que concluyese el margen que patronal y sindicatos se hab¨ªan dado para dialogar, llam¨® a los negociadores para comunicarles que el tiempo estaba agotado y que el Consejo de Ministros iba a aprobar el viernes 2 de marzo su propia reforma. Una advertencia que se cumpli¨®, con un contenido desequilibrado a favor de las propuestas de la patronal, que flexibiliza el contrato a tiempo parcial y de formaci¨®n, ampl¨ªa el despido m¨¢s barato a m¨¢s colectivos (parados m¨¢s de seis meses y menores de 18 a?os), y sin apenas medidas para reducir la temporalidad, que era el primer objetivo de las centrales. La innovaci¨®n de una indemnizaci¨®n de ocho d¨ªas por a?o para los contratos temporales es meramente simb¨®lica si se tiene en cuenta que la duraci¨®n media de esos contratos es de tres meses y les corresponde una indemnizaci¨®n de dos d¨ªas.
Tambi¨¦n es Rato quien, desde hace semanas, viene manifestando a m¨²ltiples interlocutores que es urgente un segundo cap¨ªtulo de cambios, consistente en una reforma en profundidad de la negociaci¨®n colectiva. Sobre sus contenidos, seg¨²n fuentes de la Administraci¨®n, Rato tiene muy en cuenta las opiniones de Luis de Guindos, antes socio de Asesores Burs¨¢tiles, y ahora secretario general de Pol¨ªtica Econ¨®mica y Defensa de la Competencia.
Fisura en el Gobierno
El ministro Aparicio, aunque es muy cuidadoso en sus declaraciones p¨²blicas para que no se atisben fisuras en el seno del Ejecutivo, quiere en cambio recomponer el di¨¢logo y est¨¢ 'en disposici¨®n de alcanzar un acuerdo sobre pensiones y de evitar un enfrentamiento abierto con el movimiento sindical que no beneficia a nadie'. Seg¨²n sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos, este ministro valora 'la apuesta de Fidalgo', y por eso al d¨ªa siguiente de que el sindicalista instara a restaurar el di¨¢logo, el secretario de Estado de la Seguridad Social, Gerardo Camps, fijaba una reuni¨®n de la mesa de pensiones.
CC OO cree que su desarrollo servir¨¢ de test y que no hay posibilidad de acuerdo si el Gobierno insiste en modificar el periodo de c¨¢lculo de las futuras pensiones. El aumento de 15 a?os a 35, es decir, toda la vida laboral, supondr¨ªa reducir un 25% la expectativa de pensi¨®n. Esa propuesta es tambi¨¦n para UGT un elemento suficiente para el fracaso de la negociaci¨®n.
Con el desenlace de esa mesa est¨¢ en juego la quiebra definitiva de un modelo de di¨¢logo que dio como fruto una decena de pactos en la primera legislatura del gobierno del PP. En ella, el Gabinete Aznar tuvo la necesidad de despejar recelos ante los trabajadores, y en esa tarea trabajaron con empe?o sus dos primeros ministros de Trabajo, Javier Arenas y Manuel Pimentel. Ahora, con mayor¨ªa absoluta, no le hacen falta al PP pactos sociales, o al menos eso cree una parte del partido y del Gobierno.
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