El 'capitalismo popular' entra en crisis
El 'crash' burs¨¢til dispara el endeudamiento de la mayor parte de los hogares de EE UU
CSFBdirect, una filial de Credit Suisse First Boston que antes se llamaba DLJDirect, gast¨® el pasado octubre cuatro millones de d¨®lares en cambiar el nombre y el logotipo. Su actividad, la compraventa de acciones por Internet, era una de las m¨¢s boyantes del grupo, y en la presentaci¨®n de la nueva marca no se escatimaron superlativos: ten¨ªan entre manos el negocio del futuro. El lunes, la compa?¨ªa despidi¨® a 150 empleados, el 10% de su plantilla, por falta de actividad. Charles Schwab, uno de los brokers electr¨®nicos m¨¢s populares de Estados Unidos, ha anunciado que pronto pondr¨¢ en la calle a un n¨²mero indeterminado de sus trabajadores; la clientela ha dejado de enviar ¨®rdenes electr¨®nicas. No es extra?o, ya que los 11 millones de clientes de Charles Schwab, ahorradores modestos en su gran mayor¨ªa, han perdido 83.400 millones de d¨®lares en un a?o. En promedio, sale a 11.000 d¨®lares, casi dos millones de pesetas, por cabeza.
En 1999, los ciudadanos ten¨ªan depositado m¨¢s dinero en el parqu¨¦ que en los bancos
La crisis burs¨¢til entra?a un riesgo inmenso, un peligro tan paralizante que Wall Street no se atreve a mirarlo de frente: la fuga de los peque?os inversores del parqu¨¦. Es decir, el fin de la fiesta. Por el momento, eso no ha sucedido. Ya nadie compra, pero la gran masa de ahorradores se resiste a vender y, por tanto, a asumir las p¨¦rdidas. Cuanto m¨¢s se prolongue la crisis, m¨¢s se tensar¨¢ la paciencia del accionista de a pie.
Las bolsas contempor¨¢neas han crecido gracias al capitalismo popular, una denominaci¨®n con la que Margaret Thatcher visti¨® su programa de privatizaciones y que ha hecho fortuna en los ¨²ltimos 20 a?os. La cosa consist¨ªa en que todo el mundo ten¨ªa acceso a la inversi¨®n en Bolsa y todos pod¨ªan beneficiarse de unas plusval¨ªas crecientes. La inversi¨®n masiva, popular, en acciones ha llevado a las bolsas hasta alturas nunca imaginadas. Al fin y al cabo, el mecanismo de los mercados burs¨¢tiles tiene un perfil muy parecido al de la estafa de la pir¨¢mide: mientras no se interrumpa la entrada de dinero fresco, nadie pierde.
En ninguna parte ha sido el fen¨®meno tan espectacular como en Estados Unidos. En 1956, s¨®lo el 5% de los estadounidenses invert¨ªa en Bolsa. En 1973, ese porcentaje ya rondaba el 15%. El a?o pasado, m¨¢s de la mitad de los hogares de EE UU ten¨ªa sus ahorros, todos o parte de ellos, invertidos en acciones. Un dato a¨²n m¨¢s significativo: en 1999, los ciudadanos de a pie ten¨ªan depositado m¨¢s dinero en los parqu¨¦s de Wall Street que en cuentas bancarias. Los ahorros para los estudios de los hijos, para posibles enfermedades, para la jubilaci¨®n, estaban en un lugar tan seguro como el mercado electr¨®nico Nasdaq.
700 billones en fondos
S¨®lo en fondos de inversi¨®n, los ahorradores estadounidenses tienen depositados cuatro billones de d¨®lares, unos 700 billones de pesetas. Casi exactamente esa cantidad es lo que se ha evaporado de las bolsas desde marzo del a?o pasado, cuando empez¨® la gran crisis. En un s¨®lo d¨ªa, el lunes pasado, se esfumaron 500.000 millones de d¨®lares, unos 88 billones de pesetas.
'Los peque?os inversores est¨¢n dolidos y llevar¨¢ bastante tiempo atraerlos de nuevo', comenta Greg Smith, analista de JP Morgan. ?Cu¨¢nto tiempo? Eso depende de la duraci¨®n de la crisis. ?Y cu¨¢nto durar¨¢ la crisis? Eso nadie lo sabe. Si uno escucha a los analistas de Wall Street, los problemas ser¨¢n breves y hacia finales de a?o deber¨ªan empezar a resolverse. Los economistas que trabajan en las mismas instituciones que los analistas -Goldman Sachs o Merrill Lynch, por ejemplo- ofrecen una versi¨®n totalmente distinta. No quieren ser citados, por razones obvias (trabajan en el negocio burs¨¢til), pero los dos consultados por este peri¨®dico ofrecen un mismo argumento b¨¢sico: esto no puede ser un sobresalto, sino una recesi¨®n, y de las considerables, porque los ciudadanos no pueden gastar ni un d¨®lar m¨¢s. Est¨¢n endeudados hasta las cejas. Se calcula que, con los actuales precios de las acciones, la mayor¨ªa de los patrimonios familiares deben ser negativos (deuda superior a los activos). Aunque los tipos de inter¨¦s bajaran al 2%, los americanos no har¨ªan otra cosa que consolidar.
Los economistas predicen una temporada de purga en la que los hogares de Estados Unidos gastar¨¢n lo menos posible y se concentrar¨¢n en reducir su endeudamiento. A eso contribuir¨¢ una oportuna ley, en tr¨¢mite en el Congreso, que endurecer¨¢ las condiciones de la quiebra personal: ya no bastar¨¢, como hasta ahora, declararse en bancarrota para que en Visa, Mastercard o American Express hagan un gesto de resignaci¨®n y rompan las facturas; aunque haya quiebra, la cuenta de la tarjeta de cr¨¦dito seguir¨¢ pendiente.
Las subidas astron¨®micas de las acciones favorecieron un gasto disparatado, la exuberancia irracional, en palabras de Alan Greenspan, con que Estados Unidos se lanz¨® al consumo en los a?os noventa. Todo el mundo cre¨ªa tener un tesoro en Wall Street. Y la revoluci¨®n tecnol¨®gica promet¨ªa, seg¨²n la mayor parte de los gurus, un desarrollo ininterrumpido e ilimitado, libre de los molestos ciclos expansi¨®n-recesi¨®n que hab¨ªan caracterizado desde siempre al sistema capitalista.
Breves descensos
El capitalismo popular ha gozado de buena salud desde principios de los ochenta porque, desde entonces, no ha habido recesiones graves, y los descensos burs¨¢tiles como los de 1987 o 1990 duraron pocos meses. Bastaba un poco de paciencia, mantener la inversi¨®n, buscar incluso algunas gangas, para reengancharse en una breve temporada al tren de las plusval¨ªas. Los peque?os capitalistas no recuerdan, o prefieren no hacerlo, la crisis de las bolsas en 1973 y 1974, cuando la bajada de las acciones se combin¨® con un brote de inflaci¨®n para triturar las inversiones. Si sirven las comparaciones, entre 1973 y 1974, el ¨ªndice Nasdaq -un mercado reci¨¦n creado por entonces y a¨²n con escaso volumen de contra-taci¨®n- cay¨® un 60%. En los pasados 12 meses, ese mismo ¨ªndice ha ca¨ªdo un 62%.
Podr¨ªa esperarse una reacci¨®n de p¨¢nico. El 19 de octubre de 1987, el lunes negro, el ¨ªndice Dow Jones cay¨® 508 puntos, un 22,6%, porque hubo miedo y un sistema inform¨¢tico mal planteado emit¨ªa ininterrumpidamente ¨®rdenes de venta. En el martes negro del 29 de octubre de 1929, la ca¨ªda fue s¨®lo del 11,7%, y eso bast¨® para desatar una marea de ventas y para ahuyentar por muchas d¨¦cadas a los peque?os inversores. Esta vez, el mercado resiste. Es decir, el capitalismo popular muestra nervios de acero y, a diferencia de los especuladores profesionales o aficionados, prefiere esperar y recuperar en el futuro a dar por buenas las p¨¦rdidas. El lunes pasado, con el Nasdaq bajando un 6,3% y el Dow Jones un 4,1%, se ordenaron las ventas justas para que el mercado funcionara, ni una m¨¢s.
'No puedo permitirme la venta, tengo que recuperar lo perdido', comentaba el mi¨¦rcoles Geri Esposito, de 47 a?os, secretaria y madre de tres ni?os, residente en las afueras de Nueva York. Como casi cualquiera que entrara en Bolsa a mediados del a?o pasado, Esposito recuperar¨ªa ahora la mitad de lo invertido, o menos, si decidiera liquidar sus acciones. 'Son los ahorros para la universidad de mi hija; a¨²n dispongo de un margen de un par de a?os que para que el Nasdaq suba de nuevo', explic¨®. Si fuera posible retroceder unos meses, ?volver¨ªa a invertir en Bolsa? 'Lo dudo'.
100.000 puntos para el Dow
Los gurus de Wall Street, que ignoran en qu¨¦ va a acabar el presente estropicio burs¨¢til, han depositado toda la fe en el determinismo hist¨®rico, seg¨²n el cual en las bolsas de Nueva York nunca se pierde dinero si uno tiene paciencia. 'La niebla se disipar¨¢ y el sol brillar¨¢ de nuevo, como siempre en Am¨¦rica', escribe Lawrence Kudlow, uno de los m¨¢s populares analistas financieros. Kudlow y otros gurus echan mano de las estad¨ªsticas. Entre 1947 y 1999, la rentabilidad media del ¨ªndice S&P 500 fue del 13,4% anual. Bas¨¢ndose en esa frecuencia, dos economistas, Roger Ibbotson y Rex Sinquefield, calcularon en 1974 que 25 a?os m¨¢s tarde, en noviembre de 1999, el Dow Jones llegar¨ªa a los 10.000 puntos. Y s¨®lo erraron en unos meses: se alcanz¨® el 29 de marzo. Dado que la frecuencia del 13,4% parece exacta, las previsiones para el futuro son luminosas: el Dow Jones, ahora por debajo del 10.000, estar¨¢ en los 100.000 puntos en 2025. Como dice Kudlow, 'hay que mantener la fe, la fe es lo m¨¢s importante'.
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