?Necesita la zona euro una mayor coordinaci¨®n econ¨®mica?
El autor apuesta por una mayor coordinaci¨®n de los Estados miembros de la Uni¨®n Europea en materia de pol¨ªtica monetaria, fiscal y macroecon¨®mica.
La mejora sustancial de las finanzas p¨²blicas de la Uni¨®n representa uno de los logros b¨¢sicos de la uni¨®n econ¨®mica y monetaria y constituye un pilar fundamental de la coordinaci¨®n de nuestras pol¨ªticas econ¨®micas. Frente a quienes afirmaban que tras la introducci¨®n del euro se debilitar¨ªa la disciplina fiscal, los Estados miembros han cumplido sus compromisos y han continuado llevando adelante la consolidaci¨®n fiscal en los ¨²ltimos dos a?os. Pero este ¨¦xito pone a prueba nuestro sistema de coordinaci¨®n actual tal y como se encuentra establecido. Por ello, en mi opini¨®n, ha llegado el momento de reflexionar en torno al modo de perfeccionar nuestro sistema de gesti¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica.
'No abogo por un Gobierno econ¨®mico centralizado que d¨¦ respuestas uniformes'
La UEM es diferente de cualquier otro acuerdo monetario, sea ¨¦ste actual o del pasado. Una pol¨ªtica monetaria com¨²n se combina con pol¨ªticas fiscales descentralizadas que responden a realidades distintas: los miembros de la UEM son diferentes en cuanto a su tama?o, estructura econ¨®mica, grado de desarrollo econ¨®mico y preferencias pol¨ªticas y sociales. Con la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea, esta diversidad ir¨¢ en aumento.
La UEM supone un impulso adicional al proceso de integraci¨®n econ¨®mica en la Uni¨®n Europea, debido, en particular, a las relaciones comerciales m¨¢s estrechas y la creciente integraci¨®n financiera que trae consigo. Esto refuerza los efectos indirectos (tanto positivos como negativos) de las pol¨ªticas econ¨®micas de los Estados miembros. Es posible aumentar la eficacia de los efectos positivos y limitar la de los negativos, teni¨¦ndolos plenamente en cuenta mediante una coordinaci¨®n de los mismos. Una de las razones para la coordinaci¨®n en el marco de la UEM es la necesidad de garantizar una combinaci¨®n adecuada entre las pol¨ªticas fiscal y monetaria, tanto en el ¨¢mbito de los Estados miembros como en el de la zona euro; ambas deben ser compatibles y apoyarse rec¨ªprocamente. Aun cuando los efectos indirectos, examinados aisladamente, sean escasos, la suma posible de los mismos, teniendo en cuenta el comportamiento fiscal de algunos pa¨ªses, podr¨ªa afectar al conjunto de la zona euro. El debate reciente sobre el caso de Irlanda se ha centrado en los efectos negativos. Me permito se?alar que, en sentido inverso, el comportamiento responsable de un Estado miembro puede tener efectos indirectos de car¨¢cter positivo en los dem¨¢s.
De otra parte, la teor¨ªa econ¨®mica alude al peligro del comportamiento parasitario en un entorno como el de la UEM; alg¨²n pa¨ªs puede adoptar una actitud de esperar y ver y dejar en manos de los dem¨¢s la adopci¨®n de medidas responsables para la zona del euro. En los casos m¨¢s extremos, podr¨ªan llegar a propagarse riesgos al conjunto del sistema. Existen, pues, motivos s¨®lidos para mantener una actitud vigilante en esta fase temprana de la UEM.
Todos estos argumentos no hacen sino poner de manifiesto la necesidad de una mayor coordinaci¨®n entre los Estados miembros a fin de garantizar una combinaci¨®n adecuada entre (I) medidas de pol¨ªtica monetaria y fiscal y (II) medidas de pol¨ªtica macroecon¨®mica y estructural.
Ahora bien: que no haya malentendidos. No abogo por un gobierno econ¨®mico centralizado de la zona euro que, ante los desaf¨ªos econ¨®micos, aplique respuestas pol¨ªticas uniformes. En modo alguno. Sin embargo, para el buen funcionamiento de un enfoque descentralizado de la pol¨ªtica econ¨®mica en la UEM, la coordinaci¨®n debe plasmarse en medidas concretas y medirse por el cumplimiento de los compromisos contra¨ªdos. La cooperaci¨®n en materia de pol¨ªtica econ¨®mica debe tener un contenido sustantivo y tener en cuenta de forma realista las consecuencias para el conjunto de la zona euro de las medidas nacionales adoptadas. Los mercados esperan de nosotros la demostraci¨®n tangible de que podemos gestionar la diversidad. Necesitan seguridad de que:
1. Existe un marco anal¨ªtico com¨²n y transparente que permita analizar los desaf¨ªos de pol¨ªtica econ¨®mica y elaborar respuestas congruentes.
2. Se tienen en cuenta las consecuencias para el conjunto de la zona euro, de las pol¨ªticas presupuestarias nacionales.
3. Los Estados miembros est¨¢n empe?ados en el respeto de las normas y en el cumplimiento de las metas presupuestarias acordadas y de los objetivos de reforma econ¨®mica.
A mi juicio, el Tratado, siempre y cuando hagamos pleno uso de sus posibilidades, nos brinda los instrumentos necesarios para hacer realidad nuestras ambiciones. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento, instrumento en principio destinado a gestionar las situaciones de crisis mediante sanciones estrictas en caso de comportamiento no responsable, se ha convertido en nuestro instrumento para la supervisi¨®n presupuestaria. Las propuestas de la Comisi¨®n Europea sobre c¨®mo mejorar la calidad del gasto p¨²blico, impulsar reg¨ªmenes fiscales y de seguridad social m¨¢s favorables al empleo y prepararse para los retos del envejecimiento demogr¨¢fico van incorpor¨¢ndose al proceso de supervisi¨®n presupuestaria y dominan hoy el debate p¨²blico tanto a nivel nacional como europeo. Se trata de una evoluci¨®n muy positiva.
Pero no menos importante es la evoluci¨®n gradual del otro instrumento b¨¢sico en el dise?o de pol¨ªtica econ¨®mica en la UEM: las Orientaciones Generales de Pol¨ªtica Econ¨®mica. Es lo que denomino el instrumento para los buenos tiempos. Es el instrumento que, trascendiendo las pol¨ªticas presupuestarias, permite gestionar el largo y, a veces, doloroso proceso de modernizaci¨®n de la econom¨ªa europea mediante las reformas estructurales; el que establece los criterios para la supervisi¨®n peri¨®dica de las pol¨ªticas; el que permite revisar cada a?o la combinaci¨®n de pol¨ªticas aplicada no s¨®lo en la zona del euro y en el conjunto de la Uni¨®n Europea, sino en cada Estado miembro.
Las virtudes de todo modelo s¨®lo se demuestran en la pr¨¢ctica. En nuestro modelo de coordinaci¨®n econ¨®mica, lo que aglutina a las pol¨ªticas vinculantes es la llamada presi¨®n de los pares. Bien es cierto que, aunque hasta ahora esta presi¨®n de los pares ha desempe?ado bastante bien su papel, existen buenos motivos para perfeccionar su puesta en pr¨¢ctica, de modo que se sit¨²e a la altura de nuestras ambiciones. A este prop¨®sito sirven las reuniones del Eurogrupo. Creo que, para el buen funcionamiento del sistema, ser¨ªa beneficiosa una mayor comunicaci¨®n al exterior de nuestros an¨¢lisis comunes y del contenido exacto de los compromisos alcanzados en las reuniones del Eurogrupo, aun manteniendo el car¨¢cter informal de sus reuniones, lo que me parece necesario, en aras de un debate franco y pol¨ªtico entre los participantes. Pienso que la transparencia es ingrediente fundamental de la presi¨®n de los pares. Y tambi¨¦n considero que es preciso debatir m¨¢s sobre pol¨ªtica econ¨®mica a nivel europeo antes de la adopci¨®n de decisiones nacionales en materia de pol¨ªtica econ¨®mica.
A lo largo de los dos ¨²ltimos a?os, la Comisi¨®n ha dado prueba de su disposici¨®n a hacer pleno uso del marco del Tratado a fin de alcanzar el objetivo ambicioso que nos dimos: 'lograr un crecimiento y un empleo sostenibles a largo plazo y hacer de Europa la econom¨ªa m¨¢s competitiva del mundo'. La Comisi¨®n Europea ocupa el lugar id¨®neo para llevar a cabo un an¨¢lisis objetivo y neutral, para examinar la combinaci¨®n de pol¨ªticas en el seno de cada Estado miembro y en el del conjunto de la Uni¨®n y para efectuar propuestas de pol¨ªtica ambiciosas. Pero es a los Estados miembros a los que compete, en ¨²ltimo t¨¦rmino, decidir. El Consejo Europeo de primavera proveer¨¢ orientaci¨®n pol¨ªtica al proceso. Espero sinceramente que, en el Consejo de Estocolmo, los Estados miembros reafirmen su compromiso con este modelo.
Pedro Solbes es comisario europeo de Asuntos Econ¨®micos y Monetarios.
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