Y Buda qued¨® hecho polvo
Las dos enormes estatuas de Buda que hab¨ªan sobrevivido 15 siglos en Bamiy¨¢n, en Afganist¨¢n, han quedado convertidas en polvo. Con calculada frialdad, se ha ejecutado el edicto del l¨ªder de los talib¨¢n, el mul¨¢ Mohamed Omar, contra los 'dioses falsos' o los '¨ªdolos de los infieles'. No es probable que este talib ('estudioso') ignore que ni Buda ni sus estatuas son dioses (salvo para algunos que han convertido en tal la representaci¨®n de quien era un a-teo) pues el budismo es una religi¨®n -si acaso- sin dios.
La presi¨®n internacional, incluida la de la UNESCO -cuyo director general ha calificado lo ocurrido de 'crimen contra la cultura', no tipificado- y del propio mundo isl¨¢mico, no ha evitado las voladuras de estas estatuas por parte del m¨¢s extremista de los fundamentalismos isl¨¢micos, un r¨¦gimen que cuenta con un Ministerio para la Promoci¨®n de la Virtud y Lucha contra el Vicio, que ha sometido totalmente a la mujer, que impide a los ni?os jugar a la pelota o volar cometas, proh¨ªbe las pel¨ªculas, y el baile, y hace obligatoria la barba. Un r¨¦gimen que no deja espacio entre lo obligatorio y lo prohibido.
Pero hay m¨¢s. Aunque la destrucci¨®n de s¨ªmbolos infieles se remonta a tiempo atr¨¢s, y los talib¨¢n la vienen llevando a cabo de forma desigual, algunos analistas apuntan que estas voladuras tienen una dimensi¨®n geoestrat¨¦gica: son tambi¨¦n una manera de llevar soldados, y marcar terreno, en esa regi¨®n de Afganist¨¢n antes de la prevista ofensiva de primavera por parte de la guerrilla anti-talib¨¢n dirigida por Ahmed Shah Masud, apoyada por Rusia, Ir¨¢n e India. Pues los talib¨¢n han generado unas no tan extra?as alianzas, como la reflejada la semana pasada en la visita del presidente iran¨ª, Jatam¨ª, a Mosc¨², todos temerosos de la extensi¨®n de ese tipo de fundamentalismo en la zona, mientras Francia s¨ª ha realizado algunos gestos de acercamiento a Kabul.
La voladura de las estatuas no ayudar¨¢ al levantamiento de las sanciones econ¨®micas impuestas por la ONU contra Afganist¨¢n, que entraron en vigor el pasado 1? de febrero, ante la negativa de Kabul a extraditar al saud¨ª Osama bin Laden, al que EE UU acusa de fomentar graves actos de terrorismo. Y quiz¨¢s esta fechor¨ªa cultural, que ya se plante¨® en 1997, y varios siglos antes en esta zona tan cargada de historia, haya sido un pataleo vand¨¢lico por las sanciones.
Los talib¨¢n intentan ganar respetabilidad de otra forma. Afganist¨¢n era el mayor productor de opio del mundo. Los talib¨¢n afirmaron oficialmente el 22 de febrero que en el territorio que ellos controlan (un 90%) ya no se cultivaban amapolas, algo que, al menos en parte, han comprobado algunos observadores independientes, aunque en tal extensi¨®n es dif¨ªcil confirmarlo. Como indican algunos expertos en narcotr¨¢fico, un efecto indeseado de esta situaci¨®n puede ser que la presi¨®n para este cultivo se traslade al Tri¨¢ngulo Dorado en el sureste asi¨¢tico y a Colombia, ya inmersa en un inmenso l¨ªo de por s¨ª.
La supresi¨®n del cultivo de droga est¨¢ tambi¨¦n en consonancia con, al menos, el puritanismo fundamentalista isl¨¢mico wahab¨ª de pa¨ªses como Arabia Saud¨ª y los Emiratos ?rabes Unidos, ¨²nicos Estados que han reconocido y apoyado al r¨¦gimen de Kabul, junto a Pakist¨¢n, que es quien impuls¨® el surgimiento de los talib¨¢n y m¨¢s influencia ejerce sobre ellos.
Las sanciones pueden empeorar la ya mala situaci¨®n de una poblaci¨®n de 26 millones de habitantes empobrecidos. El flujo de refugiados puede aumentar, generando un nuevo desastre humano, al tiempo que el n¨²mero de testigos independientes de organizaciones humanitarias o de medios se reduce. El equipo de la BBC acaba de ser expulsado por no informar de las 'realidades' de la vida en aquel pa¨ªs, que se va a convertir, desde el punto de vista de la informaci¨®n, en otro agujero negro; no, precisamente, el Nirvana.
aortega@elpais.es
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