'Hay que pagar un precio para lograr una Europa unificada'
Hijo de vascos en el exilio, Eneko Landaburu (Par¨ªs, 1948) ocupa desde hace a?o y medio uno de los despachos m¨¢s sensibles en Bruselas como director general de Ampliaci¨®n y jefe de las negociaciones con los pa¨ªses candidatos. Sus cr¨ªticas a la situaci¨®n actual no ocultan su gran satisfacci¨®n por vivir en primera l¨ªnea el desaf¨ªo hist¨®rico que supone para la UE acoger en los pr¨®ximos a?os a 12 nuevos pa¨ªses: Polonia, Hungr¨ªa, Rep¨²blica Checa, Eslovenia, Estonia, Chipre, Rumania, Bulgaria, Letonia, Lituania, Eslovaquia y Malta, adem¨¢s del caso especial de Turqu¨ªa. Y es que Landaburu, que con 38 a?os fue el director general m¨¢s joven de la Comisi¨®n, lleva ya 15 dedicado en cuerpo y alma a la construcci¨®n de Europa.
'Tenemos que llevar a los nuevos miembros de la UE los fondos estructurales, que fueron tan exitosos para Espa?a durante 15 a?os'
Pregunta. Con el proceso de ampliaci¨®n en marcha, resulta que, seg¨²n el ¨²ltimo Eurobar¨®metro, m¨¢s del 50% de los ciudadanos de Francia, Alemania y Reino Unido lo rechazan.
Respuesta. Es la cuesti¨®n m¨¢s preocupante. Pese a estar en una situaci¨®n globalmente mejor, tenemos un problema enorme: el de la falta de debate en nuestros pa¨ªses sobre lo que representa el ejercicio pol¨ªtico de la ampliaci¨®n y sobre las consecuencias positivas que tendr¨¢ para todos. Debe haber una movilizaci¨®n de todas las fuerzas pol¨ªticas, sociales, intelectuales... para explicar por qu¨¦ necesitamos la ampliaci¨®n.
P. Algunos Gobiernos de pa¨ªses candidatos tambi¨¦n se muestran preocupados.
R. Los pa¨ªses candidatos llevan haciendo un esfuerzo brutal desde hace m¨¢s de diez a?os para adaptarse a la econom¨ªa de mercado y a la democracia, y han tenido unos costes pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales muy duros.
P. ?Qu¨¦ argumentos demuestran la necesidad de la ampliaci¨®n?
R. La necesitamos por razones pol¨ªticas, econ¨®micas, culturales. A estos pa¨ªses que han recuperado la democracia, despu¨¦s de tanto tiempo bajo control sovi¨¦tico, no les podemos decir que no son europeos. Para ellos, estar en la familia es un seguro de consolidaci¨®n de su propia democracia y, sin duda, un seguro de prosperidad mayor dentro de un reparto de recursos.
P. ?El miedo viene de ese reparto de recursos?
R. El miedo nace de la falta absoluta de conocimiento en los grandes pa¨ªses. Esta ampliaci¨®n no representa objetivamente un peligro econ¨®mico para Europa, porque los pa¨ªses candidatos representan a 100 millones de habitantes [sin considerar Turqu¨ªa], es decir, una tercera parte de la UE actual. Y s¨®lo representan el 7% de la riqueza de los Quince actuales.
P. Precisamente, en los pa¨ªses que te¨®ricamente perder¨¢n m¨¢s con la ampliaci¨®n (como Espa?a o Portugal, que tendr¨¢n que ceder fondos en beneficio de los nuevos) hay m¨¢s apoyo al proceso.
R. S¨ª, es curioso. Creo que hay un doble miedo. El primero, muy fuerte en Alemania, es que haya una emigraci¨®n brutal de trabajadores. Eso explica la postura del Gobierno alem¨¢n, que quiere poner un plazo de siete a?os antes de permitir la libre circulaci¨®n de personas de pa¨ªses candidatos. El otro temor, detectado en Alemania y Francia, es que la entrada de esos nuevos pa¨ªses debilitar¨¢ a la actual UE.
P. ?C¨®mo responde a esas hip¨®tesis?
R. La Comisi¨®n ha presentado este mes un estudio, redactado por organismos independientes, del que se deduce que de ninguna manera se producir¨¢ un flujo masivo de trabajadores. Podr¨¢ haber movimientos de importancia en determinados territorios fronterizos como Alemania y Austria, pero no se esperan flujos masivos. El segundo, el miedo de debilitamiento de la UE, nace de un peligro que efectivamente existe.
P. Ya en Niza se vio que es muy dif¨ªcil repartirse el poder y gestionar las instituciones entre 15 pa¨ªses. Ahora podemos hablar de una UE con 28 o m¨¢s pa¨ªses miembros en pocos a?os.
R. Exactamente ¨¦sa es la cuesti¨®n. Se trata de gestionar el poder y de encontrar m¨¦todos de decisi¨®n que sean r¨¢pidos, flexibles, democr¨¢ticos y transparentes. Tenemos que ser muy cautos para no dar a estos pa¨ªses periodos de transiciones o derogaciones que debiliten el nivel de nuestras pol¨ªticas, sobre todo en asuntos de mercado interior. Tambi¨¦n tenemos que prever la creaci¨®n de unos fondos para la recuperaci¨®n econ¨®mica y la reducci¨®n del nivel de diferencias, exactamente como se hizo con Espa?a, Grecia, Irlanda y Portugal. Tenemos que llevar a estos pa¨ªses los fondos estructurales, que fueron tan exitosos para Espa?a durante 15 a?os.
P. Eso tiene un coste obvio para los actuales miembros de la Uni¨®n.
R. Tiene un coste. Hay que pagar un precio para alcanzar el objetivo de una Europa unificada de forma pac¨ªfica por primera vez en la historia del continente. Esa Europa unificada nos permitir¨ªa tener un peso en el mundo que ahora no tenemos. Pero hay otra condici¨®n a cumplir: no podremos trabajar y existir entre 27, 28 o 30 pa¨ªses sin llevar a cabo una reforma profunda de las instituciones europeas. Estamos en un periodo absolutamente apasionante, de refundaci¨®n como dice el presidente de la Comisi¨®n, Romano Prodi. Es ¨¦se el doble debate. Si no lo logramos, vendr¨¢ el debilitamiento. Podemos ir hacia atr¨¢s. Lo que Jacques Delors, Felipe Gonz¨¢lez, Helmut Kohl y Fran?ois Mitterand consiguieron puede perderse si no consolidamos lo que tenemos y avanzamos.
P. ?Cu¨¢l es la actitud de Espa?a en el proceso de negociaci¨®n, considerando que perder¨¢ fondos a favor de esos nuevos pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles?
R. Espa?a est¨¢ llevando una actitud muy positiva, aunque defendiendo algunos intereses, como es normal. Para Espa?a el tema importante es el presupuestario. Mi posici¨®n personal es la siguiente: estos pa¨ªses candidatos tendr¨¢n que recibir, cuando se incorporen, el efecto de la solidaridad que nosotros tuvimos en el periodo anterior. Esto es fundamental.
P. Pero Espa?a, en alguna medida, seguir¨¢ recibiendo fondos para alguna regi¨®n determinada.
R. Espa?a sigue sufriendo algunos retrasos econ¨®micos en comparaci¨®n con la media comunitaria, por lo que, a mi modo de ver, deber¨¢ beneficiarse todav¨ªa de una cierta solidaridad por parte de los Estados m¨¢s ricos. Ser¨ªa un error tremendo hacer una transferencia neta de los pa¨ªses que ahora reciben dinero a los nuevos m¨¢s pobres, dejando a los primeros sin dinero.
P. ?Cu¨¢l es su calendario aproximado de incorporaci¨®n?
R. Caben varios escenarios: de un grupito de dos o tres con los cuales terminaremos las negociaciones antes de 2002, cosa que veo muy dif¨ªcil, o de una negociaci¨®n que terminar¨ªa entre finales de 2002 y comienzos de 2003 que reagrupar¨ªa a m¨¢s pa¨ªses, que pueden llegar a ser ocho. Es muy dif¨ªcil saber el escenario final. Hay una cuesti¨®n pol¨ªtica: Polonia es el gran pa¨ªs de este grupo y, por presiones alemanas, hay inter¨¦s en que entre en el primer grupo. Pero habr¨¢ que ver, a la hora de la verdad, si Polonia estar¨¢ lista para entrar.
P. ?Vamos hacia una Europa federal?
R. Tenemos que dejar a un lado la Europa a una sola velocidad. Como espa?oles, luchamos mucho tiempo contra la Europa a dos velocidades, pero hoy la situaci¨®n es mucho m¨¢s complicada, porque entre los Quince no hay una idea com¨²n de Europa. La dificultad no viene de la ampliaci¨®n, sino de la incapacidad de los Quince para definir un proyecto. La ampliaci¨®n agudiza las dificultades, pero no las crea.
P. Hablamos de la falta de entendimiento entre Par¨ªs y Berl¨ªn.
R. Efectivamente es muy preocupante. Pero no s¨®lo lo de Par¨ªs y Berl¨ªn, sino tambi¨¦n la actitud hacia Europa de Gran Breta?a, que es cada vez m¨¢s alejada de un proyecto de integraci¨®n que se encamina hacia unos Estados federados o una federaci¨®n de Estados.
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