Un psiqui¨¢trico en casa
Los familiares de enfermos mentales se sienten solos y desbordados por la falta de recursos sociales
La vida de Pablo Campos sufri¨® un vuelco con 16 a?os, cuando le diagnosticaron esquizofrenia. Ocurri¨® hace una d¨¦cada. Tuvo que dejar de estudiar y se recluy¨® en casa. Pero no s¨®lo su existencia cambi¨® radicalmente. Tambi¨¦n la de sus padres, que, olvid¨¢ndose de sus planes de disfrutar de la jubilaci¨®n anticipada, tuvieron que asumir el cuidado de ese hijo que sufre sin que sepan c¨®mo ayudarle.
'La enfermedad mental de un hijo te crea impotencia, porque no sabes c¨®mo mitigar su dolor', explica el padre de Pablo, Ram¨®n, un impresor de 57 a?os, prejubilado y con otros dos v¨¢stagos. ?l, como otros familiares de enfermos ps¨ªquicos graves -unos 300.000 en la regi¨®n-, est¨¢ convencido de que su carga, y la de su hijo, ser¨ªa menor si existiesen m¨¢s recursos de atenci¨®n social. 'La reforma psiqui¨¢trica de 1985 ten¨ªa buenos prop¨®sitos, pero se hizo sin medios, y los servicios que se han ido creando s¨®lo cubren una peque?a parte de las necesidades. El resultado es que los enfermos pierden posibilidades de mejorar y que los hogares se han convertido en psiqui¨¢tricos', apostilla.
'Un d¨ªa te dicen el diagn¨®stico de tu hijo, y a partir de ah¨ª debes aprender a base de golpes'
'Las familias nos sentimos solas, por eso creamos grupos de autoayuda que nos sirven para desahogarnos y aprender de la experiencia ajena', cuenta este vecino de Coslada que preside la asociaci¨®n Mente y Sociedad, formada por familiares de enfermos mentales de ese municipio y de los de San Fernando, Velilla y Mejorada del Campo. Su hijo acude a un centro de d¨ªa. 'Pero es un lugar tan peque?o que apenas pueden realizar actividades', dice.
La asistencia ambulatoria y hospitalaria a estos enfermos 'cumple los m¨ªnimos', seg¨²n un reciente estudio de la Federaci¨®n Madrile?a de Asociaciones Pro Salud Mental (Femasam). Pero no ocurre lo mismo con los recursos de atenci¨®n social (centros de rehabilitaci¨®n personal y laboral, residencias, asistencia domiciliaria), que s¨®lo cuentan con el 15% de las 6.618 plazas necesarias. Femasam reclama una inversi¨®n de 20.000 millones de pesetas, 'lo que valen seis kil¨®metros de autov¨ªa', para mejorar la atenci¨®n a quienes padecen enfermedades ps¨ªquicas. La mitad de ese dinero ir¨ªa a reforzar los servicios sanitarios (los m¨¢s caros), y el resto, a los sociales.
Tom¨¢s Vera, director general de Servicios Sociales de la Comunidad, reconoce la falta de recursos denunciada por Femasam. 'Por eso estamos incrementando las inversiones', asegura. 'Este a?o vamos a destinar 1.000 millones de pesetas a crear nuevos servicios, frente a los 402 millones de 1997. En tres a?os hemos duplicado las plazas, pasando de 750 a 1.460. Cuando llegamos al Gobierno regional, en 1995, hab¨ªa unas 600', dice.
Josefa L¨®pez vive angustiada pregunt¨¢ndose qu¨¦ ser¨¢ de su hijo, aquejado de neurosis obsesivo-compulsiva, cuando ella muera. A sus 77 a?os, esta mujer cuida sola de Pedro, de 43. Forma parte del nutrido grupo de padres ya mayores con enfermos mentales a su cargo. Progenitores que, seg¨²n su propia descripci¨®n, 'cuando ya no pueden ni con las zapatillas deben seguir cuidando de su hijo enfermo'. Pedro apenas sale de casa. Pasa las horas muertas recorriendo el diminuto pasillo de la vivienda vallecana de 20 metros cuadrados donde reside con su madre. 'Podr¨ªa llevar una vida m¨¢s normal, pero se aburre enseguida de todo y de todos', cuenta Josefa, que lleva 16 a?os lidiando con su hijo en ese estado.
'Las familias estamos desprotegidas. Un buen d¨ªa te dicen que tu hijo tiene tal diagn¨®stico y que necesita tal medicaci¨®n, y, a partir de ah¨ª, debes aprender a base de golpes. No hay plazas donde nuestros hijos puedan estar bien cuidados para que nosotros descansemos unos d¨ªas. Despu¨¦s de cada ingreso hospitalario, llegan atiborrados de pastillas y somos los padres quienes tenemos que ayudarles mientras se recuperan. ?No puede haber m¨¢s centros de d¨ªa donde puedan pasar esos per¨ªodos de transici¨®n', pregunta esta mujer.
Josefa insiste en la falta de plazas en mini-residencias, centros de d¨ªa y de rehabilitaci¨®n. 'Son recursos muy ¨²tiles, tanto a m¨ª como a mi hijo nos ayudaron mucho a conocer y superar su enfermedad'. Recuerda noches enteras sin dormir intentando calmar a Pedro. Rememora reacciones agresivas de su ¨²nico v¨¢stago y tardes en las que, desesperada, recorr¨ªa las calles sin rumbo, dando vueltas a sus problemas. Pero lo que m¨¢s le aterra es preguntarse qu¨¦ ser¨¢ de su hijo cuando ella muera.
Juana S¨¢nchez, presidenta de la asociaci¨®n vallecana Alusamen de enfermos mentales y familiares, descubri¨® con 20 a?os que su marido, con el que llevaba casada s¨®lo unos meses, era esquizofr¨¦nico. El diagn¨®stico psiqui¨¢trico, que lleg¨® enseguida, fue un mazazo para el joven matrimonio con una ni?a reci¨¦n nacida. Sufrieron crisis profundas y llegaron a separarse, pero remontaron el bache y siguen juntos. Ella no ha sufrido en sus carnes la falta de recursos, pero sabe de los sinsabores que padecen otros miembros de su asociaci¨®n. 'Mi marido es funcionario, trabaja y tiene bastante bien controlada la enfermedad, lo que nos permite llevar una vida como la de cualquier pareja', asegura. 'Dicen que hay tantos tipos de esquizofrenias como enfermos, y s¨¦ que el caso de mi esposo es de los menos incapacitantes. Pero tambi¨¦n creo que para afrontar este problema ha sido fundamental la ayuda que recibimos en el centro de rehabilitaci¨®n de Sainz de Baranda', admite.
'Existen muchas menos plazas que necesidades. Hay que aguardar hasta un a?o para entrar e incluso, en ocasiones, los propios psiquiatras evitan derivar a alguien a estos recursos porque saben la lista de espera que existe', afirma. Otra de las reivindicaciones de Juana S¨¢nchez es la estabilidad de los psiquiatras en los centros de salud mental. Y lo explica: 'No creo que los cambios sean buenos para mi marido, y en diez a?os ha pasado por cinco psiquiatras'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Consejer¨ªas auton¨®micas
- Esquizofrenia
- V Legislatura CAM
- Gobierno Comunidad Madrid
- Parlamentos auton¨®micos
- Enfermedades mentales
- Ayuda social
- Gobierno auton¨®mico
- Personas con discapacidad
- Pol¨ªtica social
- Comunidad de Madrid
- Discapacidad
- Parlamento
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Comunidades aut¨®nomas
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Enfermedades
- Pol¨ªtica sanitaria
- Sanidad
- Medicina
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Problemas sociales
- Pol¨ªtica
- Salud