ADN y pena de muerte
'Va a ser ejecutado un hombre inocente esta noche. Cuando se pruebe mi inocencia, espero que los estadounidenses se den cuenta de la injusticia de la pena de muerte, como lo ha hecho el resto de pa¨ªses civilizados'. Con estas palabras fue ejecutado en la silla el¨¦ctrica del Estado de Virginia Roger Keith Coleman en 1992, por la violaci¨®n y asesinato de su cu?ada Wanda McCoy.
Su caso fue muy controvertido antes y durante la ejecuci¨®n de la sentencia. Una prueba del ADN, de las primeras que hubo, le incrimin¨® y no pas¨® la prueba del detector de mentiras el d¨ªa de su ejecuci¨®n. El m¨¦todo del ADN era objeto de controversia, y en ning¨²n caso identifica espec¨ªficamente al asesino. (...) Ocho a?os despu¨¦s penden serias dudas sobre la culpabilidad o inocencia de Coleman. (...) Virginia es reticente a aprovechar la existencia de una nueva generaci¨®n de pruebas de ADN que puede resolver esta duda hist¨®rica. (...) Un tribunal tiene que decidir esta semana si se hacen nuevas pruebas. Y no hay buenas razones para que no sea as¨ª. El Estado argumenta que no se debe permitir la repetici¨®n de las pruebas porque no existe posibilidad de hacer un debate leg¨ªtimo sobre la culpabilidad del condenado. (...) Estas afirmaciones, tan arrogantes como falsas, tratan de denegar (...) la posible existencia de un error en esta ejecuci¨®n. (...) Si, como afirma el Estado, las posibilidades de inocencia de Coleman no existen, nada pierde Virginia en permitir pruebas que acaben con la pol¨¦mica de una vez por todas.
Washington, 26 de marzo
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