Fantasmas en el Alc¨¢zar
Es fama que en los Reales Alc¨¢zares de Sevilla moran fantasmas de muy diversas ¨¦pocas y por muy diferentes motivos. Unos fueron v¨ªctimas de aquel rey cruel. Otros pertenecieron a los s¨¦quitos del Emperador o de Felipe V, cuando por ac¨¢ vinieron con toda su cohorte y maravilla. Pero los hay, incluso, de aparici¨®n reciente. Todos, sin embargo, compiten en una misma aunque vagarosa sustancia: ser m¨¢s mon¨¢rquicos que el rey, sea ¨¦ste cual fuere. Sabido es tambi¨¦n que la palabra fantasma tiene una segunda acepci¨®n popular, equivalente a fantoche, fanfarr¨®n, fantasioso.
Por incre¨ªble que parezca, una nueva leyenda se acaba de forjar entre los bellos laberintos y sinuosos jardines del palacio hispalense. Y dice que todos esos fantasmas, pero todos a una, se han movilizado en se?al de protesta. La ocasi¨®n, un ciclo de conferencias y actos de homenaje, muy oportunamente convocados por los actuales representantes del pueblo soberano de Sevilla, con motivo del 70 aniversario de la entrega a la ciudad, a su pueblo, del t¨ªtulo de propiedad de los susodichos Alc¨¢zares (lo de las casas anejas sigue en pleito), siendo Presidente de la Rep¨²blica un andaluz de bien, aunque algo timorato, como fue Don Niceto Alcal¨¢ Zamora, y mediador un sevillano de imborrable recuerdo: don Diego Mart¨ªnez Barrios. Tambi¨¦n intervino, como no pod¨ªa ser menos, el m¨¢s importante hombre de Estado que alumbr¨® el siglo XX (por eso lo destruyeron): don Manuel Aza?a. Todos ellos, naturalmente, vilipendiados y a punto de ser extirpados de la memoria colectiva por franquistas, mon¨¢rquicos cavernarios e historiadores equilibristas, de ¨¦sos que dicen que la culpa de lo que pas¨® anda repartida entre unos y otros o, mejor, que todo lo inici¨® la chusma anticlerical, y no un pu?ado de generales golpistas y sanguinarios.
?Intencionalidad pol¨ªtica en este homenaje? Claro que la hay: enlazar la legitimidad democr¨¢tica de la II Rep¨²blica con la legitimidad democr¨¢tica de la Constituci¨®n de 1978. Pero a algunos fantasmas esto no ha parecido bien, sino todo lo contrario: poco menos que una afrenta al actual rey constitucional, que llamar¨ªase a esc¨¢ndalo, seg¨²n ellos, por la presunta osad¨ªa de colocar un cuadro de don Niceto (excelente por cierto, como de Bacarisas que es), al lado mismo de la efigie de Alfonso XIII, presidiendo ¨¦ste la inauguraci¨®n de la Exposici¨®n del 29. Otro por cierto: que un nieto suyo inaugur¨® la otra magna muestra, la del 92, cuyos ¨¦xitos algunos tambi¨¦n borrar quisieran. Guarismos inversos, ocasiones semejantes... Un rey que entreg¨® Espa?a a los caciques, otro que lo evit¨®. Todo viene a subrayar a un tiempo lo leg¨ªtimo y lo dispar, como es bueno que la verdadera historia diga y el pueblo sepa. Pero h¨¦teme aqu¨ª que los fantasmas todos -seg¨²n la leyenda, incluidos algunos que d¨ªcense muy andalucistas- reunidos en asamblea sigilosa y oscura, decretaron el boicot a la efem¨¦rides, de modo que ni prensa ni otros artilugios diab¨®licos se hicieran eco de ella, para que todo pasara lo m¨¢s desapercibido posible. Y a fe que estuvieron a punto de conseguirlo. Ciudad de maravillas, ciertamente, esta Sevilla capaz de producir leyendas tales en pleno 2001. No falten a las ¨²ltimas conferencias, salvo que les asusten los fantasmas.
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