El 25% de los etarras excarcelados en la tregua volvi¨® a prisi¨®n o est¨¢ huido
M¨¢s de 100 presos salieron a la calle por autos de libertad o beneficios carcelarios
Nadie sabe d¨®nde est¨¢ Tom¨¢s Elgorriaga Kunze ni a qu¨¦ se dedica. Pero tanto la polic¨ªa como la Guardia Civil se temen lo peor. Elgorriaga fue detenido y encarcelado en mayo de 1998 junto a otros cinco terroristas por formar parte del aparato de mugas de ETA -pasadores clandestinos de fronteras-. Se les acusaba de haber introducido en Espa?a a una docena de terroristas procedentes de Francia.
Su captura fue muy dif¨ªcil y laboriosa, fruto de muchos meses de trabajo por parte del Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil. Pero apenas llevaban los detenidos cuatro meses en prisi¨®n cuando ETA declar¨® la tregua, el 16 de septiembre de 1998. Algunos jueces de la Audiencia Nacional -seg¨²n admitieron entonces a este peri¨®dico- empezaron a aplicar la prisi¨®n preventiva 'de forma m¨¢s moderada'. Tom¨¢s Elgorriaga recobr¨® la libertad en diciembre de 1998 y ya nunca se le volvi¨® a ver el pelo. Sus compa?eros de comando fueron condenados en julio del a?o 2000 -ya roto el alto el fuego- a cinco a?os de prisi¨®n. Aunque no volvieron a la c¨¢rcel solos, fueron detenidos de nuevo por la Guardia Civil y ahora est¨¢n cumpliendo condena. ?Qu¨¦ pas¨® con Tom¨¢s Elgorriaga?
'Seguramente', dice un responsable de Interior, 'estar¨¢ en Francia, integrado en alg¨²n aparato de la estructura militar de ETA, pero hasta que no lo volvamos a detener...'.
Buscados por Interpol
Hay m¨¢s casos. El de Nerea Bengoa Ciarsolo, acusada junto a otros de intentar asesinar a Juan Mar¨ªa Atutxa, ex consejero de Interior del Gobierno vasco. Otro ejemplo es el de Jos¨¦ Sagarzazu G¨®mez, uno de los dos miembros legales (no fichados) del comando Donosti de ETA desarticulado por agentes del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa en marzo de 1999. A Sagarzazu se le vincula adem¨¢s con m¨¢s de 40 acciones de lucha callejera.
De Nerea Bengoa y de C¨¢ndido Sagarzazu s¨®lo se sabe que huyeron durante la tregua y que sus fotograf¨ªas figuran junto a la de otros 100 etarras buscados por Interpol.
'S¨ª', admite ahora un juez de la Audiencia Nacional, 'muchos de nosotros nos cre¨ªmos la tregua y actuamos en consecuencia. ETA no mataba entonces. Fueron 14 meses durante los cuales la sociedad se ilusion¨®. Y nosotros fuimos sensibles a ese nuevo estado de cosas. ?Que nos pudimos equivocar? Puede ser, pero en todo momento actuamos de acuerdo con la Ley de Enjuiciamiento Criminal'.
No s¨®lo fueron los jueces los que se contagiaron del ambiente de euforia. Aunque a rega?adientes, tambi¨¦n el Gobierno colabor¨® para que las c¨¢rceles registraran una disminuci¨®n sin precedentes en el censo de etarras. Si en los ¨²ltimos 10 a?os el n¨²mero de presos de ETA nunca hab¨ªa bajado de 500, a mediados de 1999 -la tregua fue rota en diciembre de ese a?o- la cifra lleg¨® a bajar hasta los 449. Ahora hay 535.
Durante aquella etapa, el Gobierno no s¨®lo acerc¨® presos a c¨¢rceles de Euskadi. Tambi¨¦n inform¨® de forma favorable -a trav¨¦s de las juntas de tratamientos de las prisiones- para la adjudicaci¨®n de beneficios carcelarios y libertades condicionales.
Fueron concedidos nueve terceros grados -r¨¦gimen de semilibertad-, 13 excarcelaciones por libertad condicional y una por suspensi¨®n de condena. Aunque no lo manifestaron de forma oficial, ni la polic¨ªa ni la Guardia Civil llegaron a entender nunca aquellas excarcelaciones. Es m¨¢s, mandos de la lucha antiterrorista aseguran que en algunos casos -como la puesta en libertad del aparato de mugas- los da?os son irreversibles.
'Los terroristas', dice un mando policial, 'aprenden de nuestras acciones. Aquellas detenciones [la de los pasadores de fronteras] las ten¨ªamos muy atadas, sab¨ªamos que ten¨ªamos pruebas suficientes para que fueran condenados. Ahora algunos de ellos est¨¢n en libertad, y se conocen al dedillo d¨®nde fallaron, por qu¨¦ les pillamos. No volver¨¢n a cometer los mismos errores y hasta que los capturemos de nuevo podr¨¢ pasar alg¨²n tiempo. ?Cu¨¢ntas fechor¨ªas conseguir¨¢n cometer hasta entonces?'.
Hay, adem¨¢s, otro problema a?adido. Sabido es que los presos hist¨®ricos de ETA no suelen incorporarse a la lucha armada tras su paso por la c¨¢rcel, al considerarse quemados, marcados por la polic¨ªa. Otra cosa muy distinta sucede con los encarcelados por delitos de kale borroka -lucha callejera-. La polic¨ªa dice poseer datos suficientes para demostrar que el paso de los j¨®venes radicales por la violencia callejera y luego por la c¨¢rcel -en estancias breves- suele ser determinante para su incorporaci¨®n a la organizaci¨®n terrorista.
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