El bienio de la desesperanza
La legislatura de Ibarretxe ha concluido con m¨¢s amenazados que nunca, m¨¢s j¨®venes implicados en la violencia y una incertidumbre creciente
La 'legislatura de la ilusi¨®n y de la paz' que las tres formaciones nacionalistas -PNV, EA, HB- forjaron durante la tregua de ETA se ha derrumbado estrepitosamente, dejando al descubierto un paisaje pol¨ªtico convertido en un verdadero campo de ruinas. Casi todos los consensos b¨¢sicos construidos laboriosamente en la lucha antiterrorista, en el autogobierno, en el euskera, han saltado por los aires, as¨ª como los puentes tendidos a lo largo de dos d¨¦cadas entre el nacionalismo no violento y los partidos de ¨¢mbito estatal, ahora reafirmados como constitucionalistas y estatutistas. El fondo com¨²n de confianza democr¨¢tica acumulado a partir de los primeros momentos de la transici¨®n ha sido literalmente laminado, y hoy m¨¢s que nunca en su historia reciente la castigada sociedad vasca ve en el futuro inmediato un panorama de incertidumbre, conflicto y temor.
Nadie sabe c¨®mo y por d¨®nde transcurre el camino autodeterminista que el PNV quiere
En la orilla nacionalista, la incertidumbre se da por partida doble, porque la negativa del PNV a desandar el camino soberanista iniciado, primero en las conversaciones secretas con ETA y luego en el acuerdo de Lizarra, y la incorporaci¨®n de la autodeterminaci¨®n a su actual programa electoral tampoco va acompa?ado del establecimiento de un calendario de proclamaci¨®n de la independencia ni fija los ritmos y condiciones de ese proceso. En realidad, nadie sabe c¨®mo y por d¨®nde transcurre el camino autodeterminista que el PNV dice estar dispuesto a recorrer; nadie sabe c¨®mo reaccionar¨¢ este partido en los supuestos de que pierda las elecciones y sea desalojado del poder, si la derrota le llevar¨ªa a buscar la centralidad pol¨ªtica perdida y a reconstruir el consenso estatutario o, por el contrario, a una mayor radicalizaci¨®n.
As¨ª planteada, la autodeterminaci¨®n -cuyo ejercicio efectivo queda, en principio, sujeto a una nueva tregua de ETA- se funde en la misma nebulosa a la que pertenecen el 'nuevo censo', el 'carn¨¦ vasco' y el papel 'soberano' asignado a la asamblea de concejales nacionalistas (Udalbiltza), nebulosa que no deja de contribuir a que la fractura pol¨ªtica y social siga cobrando cuerpo. Si la divisi¨®n pol¨ªtica result¨® soportable durante la tregua para buena parte de la poblaci¨®n vasca, aleccionada en la necesidad de pagar un precio por la paz, la reanudaci¨®n de los asesinatos, la persecuci¨®n terrorista, la limpieza ¨¦tnica e ideol¨®gica ti?en de un dramatismo extremo esta fractura y el propio dilema electoral.
Desde un prisma econ¨®mico, la legislatura que acaba ha sido no s¨®lo buena, sino excelente. En 1998, Euskadi registr¨® el mayor crecimiento de su historia conocida, cerca del 6% , y tanto en 1999 como en el a?o 2000 el crecimiento del PIB se ha mantenido por encima de la media estatal. El pasado a?o se bati¨® incluso el r¨¦cord de formaci¨®n bruta de capital (el conjunto de las inversiones), con un porcentaje superior al 20% del PIB. 'Atenci¨®n', exclama Jos¨¦ Guillermo Zub¨ªa, secretario general de la organizaci¨®n empresarial Confebask, 'eso no significa que no hayamos pagado y que no vayamos a pagar un precio elevado por la actividad del terrorismo, que no se haya ahuyentado la inversi¨®n extranjera, frustrado proyectos, reducido la vocaci¨®n empresarial'. 'Lo que esto demuestra', a?ade, 'es que en el pasado las cosas se hicieron bien, que las pol¨ªticas industriales puestas en marcha por los anteriores Gobiernos de coalici¨®n han sido acertadas, que la formaci¨®n profesional en Euskadi es de un alt¨ªsimo nivel y que el empresario vasco es de una casta especial, porque, a pesar de todo, de las bombas, la extorsi¨®n y los asesinatos, sigue apostando por su pa¨ªs'.
Seg¨²n el secretario general de Confebask, los empresarios vascos, al igual que el conjunto de la sociedad, est¨¢n 'enormemente preocupados por el riesgo de fragmentaci¨®n social, por la gran crispaci¨®n, la enorme desorientaci¨®n pol¨ªtica existente en un momento en el que el terrorismo intensifica su actividad'. A su juicio, lo que los empresarios reclaman imperiosamente a los partidos pol¨ªticos es 'claridad' y un esfuerzo extraordinario para recobrar el entendimiento pol¨ªtico. 'No se puede construir una sensibilidad contra la otra, aqu¨ª no se pueden aplicar las mayor¨ªas cualificadas; todos sabemos, adem¨¢s, que la independencia econ¨®mica no existe y que la fractura social repercutir¨ªa gravemente en la econom¨ªa', se?ala Jos¨¦ Guillermo Zub¨ªa. A estas alturas, no es un secreto -lo dicen, de hecho, expresamente algunos de sus m¨¢ximos representantes- que el empresariado desea que el PNV regrese a la senda estatutaria.
En el plano estrictamente legislativo, el bienio negro del que hablan los socialistas ofrece un resultado igualmente ruinoso. Desde que Juan Jos¨¦ Ibarretxe fue investido lehendakari el 30 de diciembre de 1998 -EH le dio sus votos para preservar 'el tesoro de la unidad abertzale', seg¨²n declar¨® su l¨ªder, Arnaldo Otegi-, el Parlamento vasco ha aprobado en los 76 plenos celebrados un total de 15 leyes, todas ellas de rango menor. Baste se?alar que las m¨¢s importantes han sido la ley del taxi y la que, para garantizarse el apoyo futuro de IU a la coalici¨®n PNV-EA, reduce del 5% al 3% el porcentaje m¨ªnimo de votos que permite obtener representaci¨®n parlamentaria. Tras la ruptura de la tregua y el posterior abandono de la C¨¢mara de los parlamentarios de EH, a finales del pasado septiembre, el Gobierno de Ibarretxe, en minor¨ªa, ha acumulado 47 derrotas parlamentarias en su empe?o, tan ag¨®nico como est¨¦ril a la postre, de retrasar el adelanto electoral.
La legislatura Ibarretxe termina, en efecto, con m¨¢s divisi¨®n que nunca, m¨¢s incertidumbre que nunca, m¨¢s gente amenazada que nunca y, aparentemente, m¨¢s j¨®venes que nunca implicados directamente en la violencia. Los vascos son ahora interpelados en las urnas con dos proyectos divergentes, dos modelos de sociedad contrapuestos, cuando la totalidad de los representantes pol¨ªticos no nacionalistas cargan con una condena de muerte, cuando un millar largo de ciudadanos tiene que vivir con protecci¨®n policial, cuando la amenaza se cierne sobre cualquiera que se oponga directamente a ETA.
Tambi¨¦n los nacionalistas, numerosos, que creen que Euskadi no puede construirse contra una parte de ella misma (Lizarra) perciben el momento actual como dram¨¢tico, sin dejar de repartir las culpas. 'Nos negamos a admitir la existencia de dos comunidades, todos somos ciudadanos de este pa¨ªs', claman.
'Yo soy constitucionalista y abertzale heterodoxo', proclama el acad¨¦mico de la lengua vasca Jos¨¦ Luis Lizundia. 'El pa¨ªs no se divide en dos o en tres, sino en trece; el responsable de lo que ha pasado en estos dos a?os es ETA, y s¨ª, es posible que el PNV tenga que pagar la mayor parte de la factura, pero, en todo caso, no es el ¨²nico, ?eh?, tambi¨¦n buena parte de la prensa fomenta la pretendida fractura social practicando el manique¨ªsmo, porque hay que decir que se escribe de la cuesti¨®n nacional vasca de la manera m¨¢s ignorante'.
Al igual que Jos¨¦ Luis Lizundia, el escritor en euskera Ram¨®n Saizarbitoria reniega igualmente de la divisi¨®n en dos bandos. 'En la cultura vasca empiezan a surgir cada vez m¨¢s gentes que llevan consigo las dos impregnaciones, personas que creen en la primac¨ªa de los derechos individuales y que mantienen su afecto por la lengua', indica.
Las voces cr¨ªticas, sin embargo, se pierden en el fragor de la batalla que libran los dos bloques, se diluyen ante la invocaci¨®n a la 'pertenencia' ideol¨®gica, ante las apelaciones a los elementos y aspectos m¨¢s primarios de la identidad pol¨ªtica y social. Es el caso, entre muchos, del soci¨®logo nacionalista Javier Elzo, cr¨ªtico con la direcci¨®n del PNV por el Pacto de Lizarra y con el PP por haberse negado a hablar con el lehendakari, Ibarretxe. Soy partidario de que el nacionalismo vuelva al terreno estatutario, que sea m¨¢s beligerante con EH, que abandone Udalbiltza y que Euskadi encuentre acomodo dentro de Espa?a, pero me temo que mi discurso es in¨²til, que ya no hay espacio suficiente, que todo lo que pueda decir va a ser considerado melifluo'.
Al contrario que otros analistas u observadores, Javier Elzo s¨ª ve un riesgo de ulsterizaci¨®n de la sociedad vasca. 'Nunca', enfatiza, 'ha habido tanto riesgo de fractura social. Se nos est¨¢ abriendo la tierra bajo los pies y la Euskadi de las dos comunidades, que s¨®lo exist¨ªa antes como fantasma, empieza a cobrar visos de realidad'.
M¨¢s que en las encuestas en s¨ª -el problema ha estado larvado, enmascarado y su erupci¨®n es demasiado reciente-, Javier Elzo se remite a sus an¨¢lisis de la situaci¨®n y a su propia experiencia en la vida cotidiana. 'Yo hago la compra y frecuento los ambientes nacionalistas, veo y oigo lo suficiente', dice, 'como para comprobar que la divisi¨®n pol¨ªtica se ha trasladado a la sociedad, se est¨¢ hablando demasiado de lo malos que son los otros'. En efecto, no es dif¨ªcil constatar que en los c¨ªrculos pol¨ªticamente homog¨¦neos las descalificaciones de los adversarios adquieren ahora un tono inusitadamente rotundo y est¨¢n asentadas sobre dos prejuicios b¨¢sicos: 'El PNV y ETA son la misma cosa' y 'el franquismo vuelve con el PP y el PSOE para acabar con lo vasco'. Elzo ve, adem¨¢s, con preocupaci¨®n la aparici¨®n en el conjunto de Espa?a de un sentimiento antivasco. 'Hay una doble fractura', dice, 'la de Espa?a-Euskadi y la propia de Euskadi-Euskadi'.
Lejos de este an¨¢lisis, Bittor Aierdi, portavoz del movimiento por el di¨¢logo Elkarri, cree que la sociedad vasca tiene un fondo conciliador fuerte, capaz de sujetar el entramado social y contrarrestar las tensiones. 'En las m¨²ltiples charlas que damos, lo que vemos es que tenemos una sociedad muy activa, muy informada, muy movilizada, que intuye que la soluci¨®n vendr¨¢ por la no violencia y por el di¨¢logo. La violencia est¨¢ cada vez m¨¢s deslegitimada y tambi¨¦n en el mundo de EH, pese a que permanece enquistada en determinados sectores. Est¨¢ en fase terminal', a?ade, 'aunque no podemos decir si se acabar¨¢ en un a?o, en cinco o en equis'. A su juicio, el asunto de la divisi¨®n es un fantasma que responde fundamentalmente a 'la pol¨ªtica del ruido del PP'. 'Si la confrontaci¨®n que transmiten los medios de comunicaci¨®n hubiera llegado a la sociedad, ya estar¨ªamos en guerra', afirma, sin negar que exista desaz¨®n, preocupaci¨®n y angustia. 'Lo que ha cambiado en estos dos a?os', sostiene, 'es que hemos saboreado la sensaci¨®n de marchar hacia la paz y que luego toda esa esperanza se ha truncado con la ruptura de la tregua'.
No se equivoca en eso, desde luego, el portavoz de Elkarri. Todas las encuestas confirman que la reactivaci¨®n del terrorismo ha supuesto un mazazo enorme en el estado an¨ªmico de la sociedad y que el optimismo general, la euforia que anim¨® a la poblaci¨®n vasca durante el largo a?o de tregua -sentimientos acompa?ados de enormes dosis de cautela dada la ausencia de claves que permitieran interpretar el proceso- ha sido sustituido por la preocupaci¨®n, la desilusi¨®n, el pesimismo y el miedo. Los vascos, convocados a las urnas el 13 de mayo, son, en buena medida, una sociedad desenga?ada, traumatizada y angustiada. De la amplitud del enga?o da cuenta el hecho de que el 64% de la ciudadan¨ªa crey¨® a pies juntillas que la incorporaci¨®n de HB al pacto nacionalista de legislatura, firmado el 18 de mayo de 1999, supon¨ªa la definitiva adhesi¨®n de esa formaci¨®n a la democracia.
Sean cuales sean las opiniones sobre el alcance real de la fractura, parece claro que la inquietud de la sociedad vasca en este terreno avanza a paso r¨¢pido. Seg¨²n el estudio del Soci¨®metro Vasco, que encarga peri¨®dicamente el Ejecutivo aut¨®nomo, el porcentaje de vascos preocupado por la 'divisi¨®n ideol¨®gica' pas¨® del 13% registrado en mayo del pasado a?o al 23% establecido ocho meses m¨¢s tarde, lo que lo convierte en el tercer gran problema, inmediatamente despu¨¦s del terrorismo y el paro. 'No hay datos actualizados, por el momento, pero hay que suponer, forzosamente, que esa inquietud ha seguido progresando', apunta Javier Elzo.
'La polarizaci¨®n actual deja poco espacio para la gente que se sit¨²a en la mitad, aunque hay muchos nacionalistas que se sienten profundamente avergonzados por la insensibilidad que muestran sus partidos', constata tambi¨¦n Kepa Aulestia, antiguo secretario general de Euskadiko Ezkerra, analista pol¨ªtico y profesor universitario. 'De alguna manera, ya estamos rotos, ya nos miramos de otra manera, ya respondemos mec¨¢nicamente: 'ellos tambi¨¦n...', sin entrar a pensar, a discutir las razones, hay un envilecimiento de las relaciones humanas. La bifurcaci¨®n de los proyectos pol¨ªticos los hace cada vez m¨¢s incompatibles, pero, de todas formas', a?ade Kepa Aulestia, 'no es probable que caigamos en el guerracivilismo, por la sencilla raz¨®n de que en Euskadi se vive bastante bien. Esto no es Palestina y nadie tiene ganas de llamar hijo puta al vecino de escalera con el que se encuentra todos los d¨ªas'.
Aulestia otorga una significaci¨®n especial al hecho de que el testimonio ¨¦tico de los movimientos cl¨¢sicos pacifistas, como Gesto por la Paz, promotores de las concentraciones silenciosas tras los asesinatos, haya sido 'sustituidos' simb¨®licamente por grupos como ?Basta Ya!, m¨¢s din¨¢micos y mucho m¨¢s pol¨ªticos en un sentido amplio, que creen que 'no cabe ya una salida nacionalista a la actual situaci¨®n'. Dado el acoso, la persecuci¨®n ideol¨®gica desatada, la reivindicaci¨®n de la paz que ha caracterizado la pasada d¨¦cada ha empezado a ser reemplazada por los valores elementales del derecho a la vida y a la libertad individual.
En opini¨®n del escritor euskald¨²n Ram¨®n Saizarbitoria, lo que ha pasado en Euskadi durante estos dos a?os es que 'los dos bandos han dicho 'hasta aqu¨ª hemos llegado' y que todo el mundo ha empezado a desenmascararse. En uno de los dos bandos hay gente que ha dicho: 'Mira, si yo he aceptado toda esta historia del autogobierno y del euskera ha sido, m¨¢s que nada, en aras del consenso, por aquello de tener la fiesta en paz, pero si quieres que te diga la verdad, a m¨ª todo eso me la trae al fresco. Yo soy espa?ol de San Sebasti¨¢n'. 'Por supuesto', destaca Ram¨®n Saizarbitoria, 'muchos han descubierto que la bicha est¨¢ en el nacionalismo, han comprobado que el monstruo aparece siempre cuando el nacionalismo se lleva al l¨ªmite. En el bando nacionalista', indica, 'parece como si se hubieran sorprendido de esa reacci¨®n y se ha vuelto a lo de considerarse vasco, vasco, por oposici¨®n a los otros, 'espa?oles'; estamos otra vez con lo de nosotros y ellos', comenta.
Saizarbitoria se pregunta si este desesmascaramiento es positivo o conduce directamente al desastre. '?Es bueno que se clarifiquen las cosas o era mejor antes, cuando nos reprim¨ªamos y simplemente nos toler¨¢bamos? Igual hay que recorrer ahora este camino para volver a empezar. Tambi¨¦n puede ocurrir', dice, 'que los nacionalistas, y yo sociol¨®gicamente lo soy, tengamos que inmolarnos para matar a ETA. Es eso, de hecho, lo que nos piden desde el otro lado'. 'Como dem¨®crata', a?ade, 'yo tengo que estar ahora con el t¨ªo del PSOE amenazado, tengo que estar con ¨¦l por una cuesti¨®n de ¨¦tica elemental. La ¨²nica manera que tengo para redimirme es que me peguen un tiro, porque su situaci¨®n me interpela directamente, me obliga a pensar que algo malo estoy haciendo para que a m¨ª no me maten. Los menos nacionalistas, o lo que sea, lo vemos as¨ª', indica.
El personaje de Hamaika Pauso (Pasos incontables) la pen¨²ltima novela de Saizarbitoria, opta por inmolarse, compartiendo el destino fatal de un liberado (a sueldo) de ETA como supremo recurso para poder liberarse del activista que ha tomado posesi¨®n de su casa, de su mujer y de su vida. Sin necesidad de ir tan lejos, pero retomando la met¨¢fora, lo que los constitucionalistas y muchos nacionalistas, como el propio ex lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza, reclaman ahora al PNV-EA es que 'sacrifiquen' provisionalmente sus ansias autodeterministas hasta que el terrorismo desaparezca y todos los vascos sean libres.
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