Una pizca de esperanza en el campamento de Sintel
La votaci¨®n un¨¢nime en el Parlamento para que el Gobierno busque una salida a la crisis puede salvar a una empresa que ha sido v¨ªctima de depender casi al 100% de Telef¨®nica
La crisis de Sintel ha visto una pizca de luz. La votaci¨®n un¨¢nime de todos los grupos parlamentarios el pasado martes para que el Gobierno busque una salida al futuro de la compa?¨ªa hace prever a corto plazo un desenlace para una empresa de telecomunicaciones que agoniza en pleno auge de este sector en todo el mundo. El Gobierno del PP y Telef¨®nica (due?a de Sintel hasta abril de 1996, a?o en que la vendi¨® al grupo cubano de Miami MasTec, que presid¨ªa Jorge Mas Canosa) tienen la llave para resolver el devenir de una empresa que en tan s¨®lo 26 a?os de existencia ha pasado del blanco al negro.
En esa trayectoria se ha sucedido un c¨²mulo de decisiones en cadena, tanto por la empresa como por los sindicatos, que han conducido a la sombr¨ªa situaci¨®n actual. Nadie quiere asumir las culpas, y Telef¨®nica y el comit¨¦ de empresa se acusan mutuamente de haber provocado el cuadro cl¨ªnico de gravedad extrema.
Sintel es hoy un cad¨¢ver empresarial con un d¨¦ficit de m¨¢s de 20.000 millones de pesetas, seg¨²n recoge el informe de los interventores judiciales; con un expediente aprobado por Trabajo de 796 despidos, la empresa cerrada desde hace meses, los 1.808 trabajadores movilizados en plena calle y nueve n¨®minas sin cobrar. La presentaci¨®n del expediente de quiebra es inminente. La plantilla mantiene un pulso con el Gobierno tras permanecer acampados desde el pasado 29 de enero (hace casi tres meses) en el paseo de la Castellana de Madrid frente a los ministerios de Econom¨ªa y de Ciencia y Tecnolog¨ªa, a los que se reclama que se abra una mesa de negociaci¨®n entre el Gobierno, Telef¨®nica y el comit¨¦ para una salida negociada. Al menos en una cosa se est¨¢ de acuerdo: la soluci¨®n debe venir desde el campo pol¨ªtico, por el deterioro econ¨®mico de la empresa y la crispaci¨®n laboral.
Falta de apoyo
El ¨²ltimo cap¨ªtulo de un rosario de adversidades lo ha protagonizado el actual propietario. Carlos Gila, un joven empresario, hijo del que fuera diputado de UCD por Segovia del mismo nombre, compr¨® en febrero por dos euros la empresa al grupo cubano-estadounidense MasTec, presidido ahora por Jorge Mas Santos (tras la muerte de su padre, Jorge Mas Canosa), y acaba de tirar la toalla en la direcci¨®n de la empresa al no conseguir la financiaci¨®n ni los apoyos suficientes para poner en marcha un plan de viabilidad para reactivar la empresa, por supuesto, m¨¢s adelgazada. Gila, detestado por el comit¨¦ de empresa por considerarle un testaferro de Telef¨®nica, abre la posibilidad ahora a que alguien asuma la titularidad de las acciones y consiga los apoyos pol¨ªticos y econ¨®micos necesarios para reflotar la compa?¨ªa. Los intentos de encontrar una soluci¨®n -que, desde algunas esferas se dan como seguros- no han fructificado, empezando porque Telef¨®nica ya no quiere saber nada, salvo hacer pedidos como un cliente m¨¢s. Gila, a pesar de contar con un plan de viabilidad, no ha logrado que el Gobierno y Telef¨®nica le hayan hecho caso con ayudas.
El Gobierno hasta ahora ha dado buenas palabras ante la presi¨®n de IU y del PSOE, pero no ha encarado el problema con decisi¨®n, a pesar del coste pol¨ªtico y de imagen que supone el Campamento de la Esperanza en pleno centro de Madrid. Aduce que la empresa fue vendida en abril de 1996 con el ¨²ltimo Gobierno del PSOE en funciones. La movilizaci¨®n en el Parlamento de IU y PSOE y los sindicatos CC OO y UGT busca una salida en la que se implique Telef¨®nica como primer cliente. El secretario general de CC OO, Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, tras firmar el pacto de las pensiones con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, solicit¨® al presidente un mayor esfuerzo para resolver la crisis de Sintel. Este hecho y la posible reuni¨®n de Fidalgo con el ministro de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, en breve plazo permite al comit¨¦ de empresa alg¨²n rayo de esperanza.
Sintel naci¨® en el a?o 1975 de la fusi¨®n de Liena y Sitre, creadas en la d¨¦cada de los cincuenta. La ra¨ªz de Sintel est¨¢ en el problema que tiene Telef¨®nica en 1975 a la hora de abastecerse en el mercado nacional de sistemas y redes de telecomunicaciones. Telef¨®nica crea Sintel como una filial para crear competencia en ese mercado y ante la constancia de que le vend¨ªan caro las empresas suministradoras. Desde 1975 hasta 1982, Sintel se dirig¨ªa con la figura del administrador ¨²nico, y es en 1982 cuando se crea la del presidente del consejo, que recae en quien fuera ministro de Interior con UCD, Juan Jos¨¦ Ros¨®n. La primera d¨¦cada se desarroll¨® a buen ritmo y la cartera que le suministra Telef¨®nica le hace crecer. De 1986 a 1988 lo preside Baltasar Aymerich, y la gran demanda del sector permite elevar las ventas desde 18.000 millones a 33.000. Son a?os de fuerte expansi¨®n, pero tambi¨¦n el germen de la futura crisis por cuanto la empresa trabaja casi al 100% para Telef¨®nica, sin preocuparse de los precios ni del aumento de costes y plantilla. Seg¨²n Telef¨®nica, Sintel se acomoda y hace o¨ªdos sordos a la incipiente competencia en el sector en cuesti¨®n de precios y calidad. Lo que en 1975 era una soluci¨®n para Telef¨®nica, 12 a?os despu¨¦s se convert¨ªa en un problema. A pesar de que en 1986 perdi¨® un contrato de 1.000 millones para instalar una red de telecomuniaciones en Tr¨ªpoli (Libia), en el periodo que va de 1988 a 1992, la empresa, presidida por Juan Luis Gonz¨¢lez Haba, mantiene un fuerte ritmo de actividad por el tir¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla. Entonces eleva la plantilla hasta las casi 3.000 personas, con unas condiciones ventajosas por la fortaleza sindical. En esa etapa logra llegar a unas ventas de 60.000 millones y, por ello, tiene que apelar a las subcontratas, a la larga, otro error estrat¨¦gico.
Competencia
La recesi¨®n de la econom¨ªa espa?ola de los a?os 1993 y 1994 asesta el golpe de gracia la empresa. Adem¨¢s, en esa ¨¦poca la introducci¨®n de la competencia en el mercado de telecomunicaciones trae problemas de mercado para las operadoras y ¨¦stas los trasladan a sus proveedores, como es el caso de Sintel, que depend¨ªa casi al cien por cien de Telef¨®nica. Con este panorama, C¨¢ndido Vel¨¢zquez cierra el 26 de abril la venta a MasTec por 4.500 millones de pesetas en una operaci¨®n bastante opaca que crispa a los sindicatos, que ven el principio del fin de una empresa hasta entonces puntera. El comit¨¦ cree que Telef¨®nica ha estrujado a su filial cuando lo ha cre¨ªdo conveniente y que despu¨¦s la ha dejado morir cuando no le era ¨²til. A?aden que la venta a Mas Canosa fue una operaci¨®n pol¨ªtica de pago de favores.
Lo cierto es que desde abril de 1996 fue de mal en peor. Mas Canosa siempre tuvo al comit¨¦ de empresa en contra y no logr¨® negociar un plan de viabilidad en 1997 que conten¨ªa el recorte de 1.200 empleos de los 2.000 que ten¨ªa. A finales de 1998, el grupo cubano pone la empresa en manos de un grupo de directivos, al frente de los cuales estaba Juan Antonio Casanovas. Es la etapa m¨¢s negra de la empresa, en la cual se producen 'operaciones bastante opacas de ventas de activos', seg¨²n han se?alado tanto el comit¨¦ de empresa como el titular de las acciones, Carlos Gila. Este proceso deriva en la suspensi¨®n de pagos.
La etapa de Juan Antonio Casanovas ha sido denunciada ante la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n por el comit¨¦ de empresa en un expediente que va adelante. Ahora Jorge Mas Santos apunta a Telef¨®nica y a los sindicatos como responsables de la crisis actual. Los sindicatos acusan a Telef¨®nica y al Gobierno. Mientras tanto, el drama de los trabajadores sigue, y no se sabe hasta cu¨¢ndo.
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