Filipinas decreta el 'estado de rebeli¨®n' tras un intento de golpe
Tres muertos y cien heridos en el asalto al palacio presidencial repelido por la polic¨ªa
El punto ¨¢lgido de la batalla campal lleg¨® en torno a las ocho de la ma?ana, hora local (cero horas en Espa?a), cuando el ex presidente era trasladado desde el hospital donde se encontraba hacia la prisi¨®n de Santo Domingo, 45 kil¨®metros al sur de Manila. Los alborotadores, 40.000 seg¨²n fuentes policiales, trataron de derribar las puertas del palacio presidencial, pero fueron rechazados por cientos de agentes de seguridad. En su intento quemaron una excavadora, un coche policial y volcaron y saquearon al menos tres furgonetas de la televisi¨®n local. Adem¨¢s de los tres muertos -dos polic¨ªas y un manifestante-, la batalla campal dej¨® un saldo de cien heridos, la mayor¨ªa por arma de fuego, cortes o problemas respiratorios provocados por botes de humo. Los da?os materiales ascienden a 390.000 d¨®lares (unos 72 millones de pesetas).
El Gobierno declar¨® que tiene la situaci¨®n controlada y que ha acabado con las manifestaciones pro Erap, apodo con el que se conoce a Estrada desde sus tiempos de actor. El 'estado de rebeli¨®n' decretado por la presidenta no equivale al 'estado de excepci¨®n', porque, seg¨²n fuentes oficiales, no supone la restricci¨®n de las libertades, aunque permite las detenciones sin orden judicial. El siguiente paso ser¨ªa decretar la ley marcial.
La presidenta Macapagal denunci¨® que las manifestaciones hab¨ªan sido financiadas por opositores pol¨ªticos cuyo 'objetivo es derrocar al Gobierno para establecer su propia junta si tienen ¨¦xito'. Y anunci¨® su intenci¨®n de detener a aquellos opositores que incitaron a la violencia, quienes podr¨ªan enfrentarse a cargos de sedici¨®n, que acarrean penas de entre 2 y 12 a?os de c¨¢rcel. El primero de ellos fue el senador Juan Ponce Enrile -una de las figuras clave en las manifestaciones que derrocaron al dictador Ferdinand Marcos en 1986-, que no opuso resistencia a su detenci¨®n, pero asegur¨® que el estado de rebeli¨®n no est¨¢ amparado por la Constituci¨®n filipina. Y en la lista negra figuraban tambi¨¦n el ex jefe de la Polic¨ªa Nacional P¨¢nfilo Lacson, el asesor de Estrada y ex embajador en Filipinas Ernesto Maceda y varios militares y polic¨ªas.
La presidenta quiso tender la mano a los seguidores de Estrada, que se retiraron por la ma?ana de la avenida EDSA, donde se hab¨ªan concentrado durante siete d¨ªas. '?ste es un Gobierno que va a volcarse de verdad en los pobres;queremos dar un tratamiento humano al ex presidente', se?al¨®. A medida que los partidarios de Estrada abandonaban la hist¨®rica calle, escenario de la revoluci¨®n contra Marcos, ¨¦sta fue ocupada progresivamente por manifestantes afines a la presidenta Arroyo, que recuperaron el santuario de la Virgen de la Paz, s¨ªmbolo de la lucha contra el ex dictador. Despu¨¦s de limpiarlo de pancartas pro Estrada, el arzobispo de Manila, cardenal Jaime Sin, celebr¨® una misa en la que acus¨® a 'aquellos que abusaron y manipularon a los pobres por intereses personales' de llevar al pueblo filipino a enfrentarse entre s¨ª. 'Han destruido no s¨®lo la propiedad de la Iglesia, sino el esp¨ªritu de EDSA I y EDSA II' (en alusi¨®n a las revueltas contra Marcos y Estrada). Desde su celda, el ex presidente pidi¨® a sus partidarios que no recurran a la violencia y no den la excusa al Gobierno para decretar la ley marcial.
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