Plagios
Ser¨ªa impensable que el Gobierno nombrara ministro de Econom¨ªa a alguien que hubiera robado latas de sardinas en un supermercado. Sin embargo, mantiene como director de la Biblioteca Nacional a un individuo que ha saqueado p¨¢ginas enteras de vol¨²menes ajenos. En el Gobierno hay mucha gente que tiene fincas, pero muy pocos, por no decir ninguno, tienen libros. Tal vez por eso Aznar entiende que las fronteras de la propiedad privada coinciden con el muro del jard¨ªn o con los l¨ªmites de la cuenta corriente. Rold¨¢n est¨¢ en la c¨¢rcel por intertextualizar o confundir el dinero ajeno con el propio. Si en lugar de ambiciones econ¨®micas, hubiera tenido ambiciones intelectuales, habr¨ªa aprovechado su paso por la Guardia Civil para hacerse con las obras completas de Shakespeare (cosa ins¨®lita, lo reconozco), y ahora podr¨ªa ser ministro de Cultura. Maneras no le faltan.
A la salida de los libros no hay, como a la salida de los supermercados, guardias de seguridad que te registren las meninges para ver si te llevas alg¨²n p¨¢rrafo. Ser¨ªa imposible. Y contradictorio. C¨®mo entrar en Ana Karenina y no salir con la primera frase escondida entre los pliegues de la memoria ('Todas las familias felices se parecen; las desgraciadas lo son cada una a su manera'). C¨®mo entrar en Borges y no apropiarte para siempre del comienzo de Tl?n, Uqbar, Orbis, Tertius ('Debo a la combinaci¨®n de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar'). Ahora bien, del mismo modo que el contenido de la lata de sardinas, una vez digerido, se convierte en sangre, piel, pulmones, pelo, las ideas ajenas deben metabolizarse antes de colocarlas dentro de un libro que estamos decididos a firmar. La historia de la cultura es la historia de ese proceso transformador.
Es evidente que Racionero expulsa las ideas de los otros enteras, pero quiz¨¢ se deba a un problema de digesti¨®n m¨¢s que de apropiaci¨®n indebida. Nos hacemos cargo, aunque nos gustar¨ªa que las autoridades se mostraran igual de tolerantes con quienes, sin presentar dificultades para digerir, no tienen en cambio qu¨¦ llevarse a la boca y roban latas en el supermercado. Una cosa por otra.
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