Empresarias de primer orden
Tres mujeres de Kuwait, Egipto y Malaisia cuentan sus experiencias para crear empresas
Hay que estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y contar con el apoyo y la formaci¨®n adecuadas para que una mujer pueda crear una empresa en un pa¨ªs como Egipto, Kuwait, Malaisia, Vietnam o India. Y hay que tener inteligencia, perseverancia, discreci¨®n, paciencia y, sobre todo, no llamar demasiado la atenci¨®n, para conseguir, adem¨¢s, triunfar y ser respetada como empresaria en un pa¨ªs donde las mujeres no tienen derecho a votar (Kuwait) o donde las tasas de analfabetismo femeninas duplican las masculinas (Egipto). 'El dinero siempre llega, antes o despu¨¦s, pero la verdadera satisfacci¨®n est¨¢ en que te reconozcan como una buena profesional. Y por ese reconocimiento hay que luchar, incluso en tu propia familia', dice la india Surender Kumar, que hace 10 a?os invirti¨® 100 d¨®lares en una agencia de viajes que ahora factura 3,5 millones de d¨®lares. '?El secreto?', reflexiona Laila el Bannan, una activa empresaria egipcia de 67 a?os. 'Tienes que ser muy inteligente, pero debes tener mucho cuidado para que no lo parezca', explica esta emprendedora, que fue la primera mujer en formar parte de la C¨¢mara de Comercio de su pa¨ªs.
Kumar y El Bannan son dos de las 40 empresarias que esta semana han visitado Madrid para recibir un premio que las reconoce como las principales emprendedoras del mundo. The Leading Women Entrepreneurs of the World, un galard¨®n que concede cada cinco a?os The Star Group, ha reunido a mujeres de 20 pa¨ªses, que han creado empresas que emplean en conjunto a m¨¢s de 20.000 personas y facturan 5.000 millones de d¨®lares.
Empresarias espa?olas
La mayor parte de las galardonadas de este a?o (10) son estadounidenses, y entre ellas hay tambi¨¦n, por primera vez, tres espa?olas: Mar¨ªa Jos¨¦ Hidalgo, presidenta de Globalia; Cristina de Manuel, responsable de MD Anderson Espa?a, e Isabel Yanguas, copropietaria de Jes¨²s del Pozo y fundadora de Tapsa.
Entre las 40 elegidas hab¨ªa, adem¨¢s, empresarias procedentes de lugares donde los t¨®picos occidentales presuponen que ser mujer es incompatible con triunfar en los negocios. Pero la mayor parte de estas emprendoras contaban con la enorme ventaja de pertenecer a un familia acomodada y liberal, o bien con el apoyo psicol¨®gico y monetario de su marido. Estas circunstancias han permitido a estas mujeres 'escapar de la idea con la que creces toda la vida: casarte y tener hijos', dice Kumar. 'Quer¨ªa abrir mi mente, estudiar y trabajar, y mi familia me apoy¨® desde el principio', explica la kuwait¨ª Alya al-Katami.
La independencia econ¨®mica y la formaci¨®n son las dos condiciones sine qua non para tener la posibilidad de crear un negocio propio. Sin ellas, la idea ni siquiera llega a plantearse, lo que finalmente significa que las posibilidades de que una mujer pobre o de una clase social baja sea empresaria son casi cercanas a cero. Por eso, la mayor parte de estas emprendedoras pertenecen a organizaciones sociales o feministas en las que intentan 'devolver algo de lo que la vida nos ha dado', dice la malaya Datuk Mahaiyani Shamsudin, presidenta de uno de los principales bancos de intermediaci¨®n financiera de su pa¨ªs. 'La igualdad se aprende en las familias y en los colegios, y hay que ense?ar a ni?os y ni?as a respetarla', a?ade Mahaiyani, que es miembro del Consejo para la Integraci¨®n de la Mujer en el Desarrollo Nacional de Malaisia.
Estas mujeres reconocen que han tenido ventajas, pero eso no significa que su camino haya sido f¨¢cil. Han tenido que tragar litros de bilis. Su trabajo no se toma en serio. Son rechazadas como miembros de asociaciones empresariales o pol¨ªticas. Si triunfan es porque pertenecen a familias influyentes, o porque tienen como amantes a importantes hombres de negocios o pol¨ªticos. Si cometen errores, deber¨ªan 'avisar a sus maridos' para que hagan su trabajo correctamente. Por eso, todas han aprendido a ser pacientes y, curiosamente, coinciden en explicar que su m¨¦todo para ser respetadas como jefas consiste en escuchar, observar, callar, y luego mandar y decidir, pero evitando las salidas de tono y los gritos, y sin hacer ostentaci¨®n de su poder.
Camino dif¨ªcil
Tambi¨¦n han aprendido a lidiar con los hombres que no se acostumbran a recibir ¨®rdenes de mujeres, aunque algunas confiesan que se sienten m¨¢s c¨®modas trabajando con profesionales de su propio sexo. 'Las mujeres manejamos mejor las finanzas, somos m¨¢s responsables con nuestro trabajo, y adem¨¢s conocemos la importancia de la vida familiar y las dificultades que deben soportar las dem¨¢s', explica, sin dudarlo, Kumar. El Bannan, m¨¢s veterana, cree que a los hombres hay que educarlos tambi¨¦n. 'La discriminaci¨®n llega cuando los hombres se dan cuenta de que tienes m¨¢s ¨¦xito que ellos, y eres m¨¢s fuerte', sigue explicando. 'Los hombres tienen que creer que los necesitas; entonces te ayudar¨¢n', a?ade.
Estas mujeres reconocen que muchas veces han tenido que demostrar una fuerza y un car¨¢cter que no ten¨ªan, y hasta 'actuar' para sobreponerse a su natural timidez y a la costumbre de considerar su trabajo y sus opiniones inferiores a los de los hombres. 'Hay que ense?ar a las mujeres a no ser t¨ªmidas; debemos ser duras, y nunca perder la dignidad', dice Kumar. El Bannan concluye: 'Cuando trabajes, debes considerarte igual a un hombre, su competidora o su amiga, pero nunca su esclava'.
De la pol¨ªtica a la econom¨ªa, o viceversa
Laila El Bannan ha sido una de las primeras mujeres empresarias en Egipto y, aunque su actividad en los negocios lleg¨® casi por casualidad , esta mujer inteligente e inquieta tuvo muy claro, desde muy peque?a, lo que no quer¨ªa. 'Pretend¨ªa hacer algo por m¨ª misma, y no exhibirme como una estatua', comenta. Nacida en El Cairo en 1934, estudi¨® psicolog¨ªa en la Universidad Americana de su ciudad y vivi¨® en Washington con su marido, agregado cultural de la Embajada egipcia. El Bannan, aburrida de la vida de mujer consorte, comenz¨® a dise?ar joyas. Cuando volvi¨® a El Cairo, decidi¨® establecer su propia compa?¨ªa de bisuter¨ªa, Luna Trading, que factura 10 millones de d¨®lares y exporta a todo el mundo. Es la ¨²nica mujer en el Alto Comit¨¦ de Exportaci¨®n de Egipto. 'Somos ministras, profesoras, empresarias. ?C¨®mo es posible que no podamos votar ni ser elegidas en una c¨¢mara de comercio?', razon¨®. A¨²n es la ¨²nica mujer de la C¨¢mara de Comercio egipcia.
Graduada en ciencias pol¨ªticas por la Universidad de Beirut (L¨ªbano), Al-Katami comenz¨® a trabajar desde muy joven en la empresa de su padre, y dos a?os despu¨¦s, gracias al apoyo moral y financiero de su padre y su marido, estableci¨® su propia compa?¨ªa de venta de art¨ªculos de joyer¨ªa, cristaler¨ªa y porcelana. 'No tuve especiales problemas por ser mujer', asegura Al-Katami. La empresaria explica que Kuwait es diferente a otros pa¨ªses del Golfo P¨¦rsico. 'Las mujeres trabajan, conducen, visten con ropa occidental y los hombres est¨¢n acostumbrados', dice. Pero en Kuwait las mujeres no pueden votar, ni ser jueces, ni formar parte del Ej¨¦rcito. Al-Katami pertenece a una asociaci¨®n de empresarias que est¨¢ buscando la manera de que el Parlamento apruebe el voto femenino: 'Hay mujeres empresarias y banqueras. ?Por qu¨¦ no ministras? No tenemos problemas para trabajar, excepto en pol¨ªtica. Pero lo conseguiremos, antes o despu¨¦s'.
'Mi historia no es muy dram¨¢tica', reconoce, casi con verg¨¹enza, Mohaiyini. Esta malaya es producto de una familia acomodada y liberal que siempre apoy¨® su inter¨¦s en estudiar y trabajar, y de un pa¨ªs reci¨¦n independizado y en plena expansi¨®n econ¨®mica que envi¨® a muchos de sus j¨®venes (incluidas mujeres) a estudiar fuera de sus fronteras . Por eso, no es muy extra?o encontrar mujeres en las empresas y la pol¨ªtica malaya, como en otros pa¨ªses del sur de Asia, pero s¨ª es cierto que Mohaiyani es una de las m¨¢s reconocidas. Despu¨¦s de trabajar en banca corporativa e intermediaci¨®n financiera, decidi¨® establecerse por su cuenta en 1984, fundando su propio broker, y en los 90, su compa?¨ªa (MSSB) consigui¨® una inversi¨®n de BNP Paribas. Mohaiyani ha recibido decenas de premios en su pa¨ªs, y es vicepresidenta de la Bolsa de Kuala Lumpur. Respetada e influyente, el objetivo de Mohaiyani es ahora lavar la mala imagen de su pa¨ªs como causante de la crisis asi¨¢tica.
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