Los miedos enfrentados
En muchas partes de Euskadi convive el miedo a ETA con un nuevo miedo, quiz¨¢s sin motivo pero real, sembrado por el nacionalismo, a una Espa?a vindicativa
Bar Gaztedi, en la alameda de Ondarroa (Vizcaya), bien entrada la tarde, en pleno final de campa?a. El due?o del local ve una bolsa redonda junto a una pared, no lejos de la barra. '?Qu¨¦ es eso?', pregunta nervioso y se apresura a examinarla de cerca. La bolsa es semitransparente, por lo que pronto pasa el sobresalto. El camarero sonr¨ªe aliviado. Era un bal¨®n de f¨²tbol. No es muy explicable la reacci¨®n de susto. En el municipio de Ondarroa, todos conviven con un poder absoluto de Euskal Herritarrok. Y quien se lleva bien con esta fuerza no ha de temer bombas desde hace m¨¢s de tres lustros. Pero los nervios est¨¢n crispados. Juegan malas pasadas.
Markina, un d¨ªa antes. Un amigo desde la infancia saluda con gesto adusto al periodista y le espeta: 'No s¨¦ c¨®mo te atreves a venir por aqu¨ª despu¨¦s de lo que has escrito y dicho'. Ah¨ª acaba la conversaci¨®n. Otros son menos hoscos en este pueblo, que siempre ha sido tranquilo y amable. Hablan, en voz baja, para criticar el Pacto de Estella, lo que alguno llama los 'errores' de Arzalluz y Egibar al frente del PNV, fuerza mayoritaria en el pueblo. Pero todos hablan con temor de la inminente amenaza de una 'reconquista' por parte de las fuerzas de Jaime Mayor Oreja, a quien alguno parece confundir con el general Mola y los tercios de requet¨¦s.
Lekeitio, dos d¨ªas despu¨¦s. Las pescaderas venden cabrachos, salmonetes, rodaballos y merluzas magn¨ªficas en su mercado diario junto al puerto. Hace un d¨ªa estupendo. Pero hay muy poca gente en los bares y restaurantes de este delicioso puerto de mar. Unos arrantzales (pescadores) jubilados hace tiempo chiquitean por los bares del puerto. Hablan, como casi todos los mayores en este tri¨¢ngulo vizca¨ªno, un vascuence que mezclan con perfecta naturalidad con frases en castellano. Y hablan mucho m¨¢s de Mayor Oreja que de Arzalluz, presidente del 'partido de toda la vida', o de Arnaldo Otegi, el etarra 'reconvertido' a la pol¨ªtica que, con EH, ostenta tambi¨¦n su dominio total en el escenario pol¨ªtico del pueblo.
Bandas amarillas
La ¨²nica propaganda electoral visible en Lekeitio es la de EH. En Ondarroa y Markina, la situaci¨®n no es muy diferente. Y la propaganda electoral del PNV se ha ido incorporando al discurso de EH seg¨²n pasaban las jornadas. Nadie se atreve a retirar pancartas y carteles de unos. Las largas bandas pl¨¢sticas amarillas con el lema de 'EH, EH, EH, EH' son omnipresentes. Pero nadie hace nada por impedir que se retiren, manchen o cubran los carteles que quiz¨¢s, en alg¨²n momento de militancia suprema, han pegado o colocado otras fuerzas democr¨¢ticas. La calle aqu¨ª sigue siendo de unos.
El Partido Popular y el Partido Socialista se las ver¨¢n y desear¨¢n incluso para mantener un m¨ªnimo control de los procedimientos de voto hoy, domingo, d¨ªa hist¨®rico para Euskadi como las fechas clave que llevaron a la aprobaci¨®n del Estatuto de Gernika. Los partidos constitucionalistas no han intentado siquiera pegar carteles en estos pueblos, en los que su propaganda es dinero tirado a la basura porque no aguanta ni minutos en las paredes antes de ser arrancada. Por no hablar de organizar un mitin, que ser¨ªa un riesgo para la seguridad de los oradores de forma inmediata y de los asistentes al mismo a largo plazo si residen en dichas localidades.
Pero tambi¨¦n el PNV ha tenido que ver c¨®mo en todos los carteles pegados por sus militantes han sido colocadas posteriormente pegatinas acusando a Ibarretxe, al antiguo aliado en Estella, de decir 's¨ª' a todos los males que se ciernen, seg¨²n los chicos de Otegi, sobre una Euskadi asediada por esos extra?os for¨¢neos que, sin embargo, son de all¨ª.
No hay igualdad de oportunidades para los diversos partidos en esta esquina de Euskadi como no la hay en muchas otras. Pero s¨ª se ha producido un gran cambio en los ¨²ltimos meses en el Pa¨ªs Vasco, tambi¨¦n en estas zonas en las que defender la Constituci¨®n espa?ola y el Estatuto de Gernika es algo no ya mal visto, sino casi siempre peligroso. Los que se consideraban due?os eternos del batzoki por designaci¨®n cuasi divina dudan y temen que les fallen por primera vez las garant¨ªas eternas de hegemon¨ªa. Es muy significativo, y sus efectos pueden ser muchos y muy contradictorios sobre los resultados que esta noche habr¨¢n de producirse tras el recuento de votos. El miedo, esa gran arma utilizada desde hace a?os por los violentos y sus jefes en ETA -con gran ¨¦xito, por cierto- contra los que abominan de Estella es ya un sentimiento, una emoci¨®n, que afecta a todos.
Por primera vez en d¨¦cadas son muchos los abertzales que tienen miedo. Por supuesto que no a que los mate ETA, que concentra su atenci¨®n en objetivos menos afines. Ni tampoco a batallones vasco-espa?oles o gales que actuaron en su d¨ªa por esta zona, pero que todos saben que no existen desde hace casi una generaci¨®n. Pero s¨ª se percibe ya un temor real, consistente y cre¨ªble a que hoy se produzca un se¨ªsmo pol¨ªtico que resquebraje un sistema en el que una inmensa mayor¨ªa de la regi¨®n se hab¨ªa acomodado y que aqu¨ª muy pocos percib¨ªan como un peligro f¨ªsico real.
Por primera vez existe el miedo a que caiga un r¨¦gimen que hab¨ªa creado unos privilegios ciertos, el de la seguridad personal el primero, pero tambi¨¦n otros muchos, como el de la impunidad para actuaciones que son delictivas en el resto del mundo, o el de los puestos de trabajo por clientelismo y las omnipresentes subvenciones que tanto 'fidelizan', como se dice ahora en el mundo empresarial. Como en todas partes del mundo, y a pesar de las insistencias en las certezas inmutables del nacionalismo como son el agravio y el victimismo, tambi¨¦n en zonas de Euskadi con la presi¨®n ideol¨®gica, social y econ¨®mica como ¨¦sta existen los c¨ªnicos y los l¨²cidos. No son ya uno ni dos, ni s¨®lo intelectuales ni constitucionalistas de toda la vida, los que ponen en duda que muchos nacionalistas consideren la derrota del PNV como la ¨²nica salida de una espiral del absurdo, y que otros muden de lealtades si el partido de 'los vascos de toda la vida' pierde la mayor¨ªa y as¨ª tambi¨¦n el control del Gobierno y de la financiaci¨®n, precisamente de esas lealtades que algunos consideran eternas y que, seg¨²n se vio en ?lava tras la p¨¦rdida por parte del PNV de la Diputaci¨®n, no lo suelen ser.
Dicen algunos viejos en Ondarroa y Lekeitio que la llegada de Mayor Oreja al poder ser¨ªa como la invasi¨®n de tropas moras y la entrada de los requet¨¦s en pueblos 'separatistas'. Si ha habido alg¨²n mensaje de Ibarretxe que ha cuajado aqu¨ª es el de la amenaza revanchista de Mayor Oreja, unido al 'traidor' de Nicol¨¢s Redondo -'su partido, al fin y al cabo, luch¨® con nosotros en la guerra'-, seg¨²n contaba uno. La memoria selectiva, una vez m¨¢s. Lucharon juntos en la guerra durante un breve periodo, ya que los nacionalistas se entregaron con manifiesta docilidad a unos fascistas, ¨¦sos s¨ª realmente extranjeros, italianos para m¨¢s se?as.
Pedigr¨ª
En esta parte de Euskadi no hay dudas de identidad m¨¢s que entre aquellos que acudieron a la llamada de la industrializaci¨®n y la pesca y han tenido hijos que han multiplicado su voluntad y militancia antiespa?ola para lograr perge?arse no ya un carn¨¦ de identidad vasco, sino un pedigr¨ª de euskald¨²n puro al estilo del l¨ªder de EH, Joseba Permach, un ilustre zamorano que da lecciones de abertzalismo a los ciudadanos de Zarautz. Por no citar a muchos otros que multiplican las k y tx en apellidos castellanos, andaluces o extreme?os en su esfuerzo por lograr participar en el concurso de exclusi¨®n ideol¨®gica y racista que los desprecia. Aqu¨ª, los vascos son, en su mayor¨ªa, vascos, si esto significa algo despu¨¦s de muchos siglos de navegar y combatir a favor de la Corona espa?ola. No como en Renter¨ªa o partes del Goiherri, donde hay que jurar fidelidad al '¨¢guila negra' de Herri Batasuna para entrar en la tabla redonda del fanatismo y del etnicismo tan puro como falso.
Bilbao, mi¨¦rcoles antes de las elecciones, cerca del museo cosmopolita del Guggenheim, lejos de los bares baserritarras de los valles de Lea Artibai o el Alto Deba y de los falsos idilios del vasco puro y fiel, mel¨®mano con la txalaparta y s¨®lo obediente a Jaungoikoa (Dios) y a su identidad milenaria.
Dos viejos discuten acaloradamente. Uno se defiende de quien dice que los dos ¨²ltimos a?os de pacto fracasado entre el PNV, EH y ETA han sido un fracaso. 'Mira, del PNV no se discute. Es como el Athletic [de Bilbao]. De aqu¨ª de siempre'. El otro responde: 'Es cierto. El PNV est¨¢ como el Athletic, y eso es motivo suficiente para que pague sus culpas'. Unos piensan que ha de hacerlo en Segunda. En la oposici¨®n. Otros creen que por no bajar a Segunda ser¨ªan capaces de firmar un acuerdo con el mismo diablo. Arzalluz pensaba lo segundo. Incluso as¨ª, quiz¨¢s baje a Segunda.
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