Ibarretxe
El resultado de las elecciones vascas del domingo pasado ha sido sorprendente. Al menos as¨ª lo ha sido para todos aquellos que, confundiendo nuestros deseos con la realidad, hab¨ªamos apostado por una mayor¨ªa constitucionalista, por relativa o suficiente que fuese, como la mejor soluci¨®n posible para darle una salida constructiva al impasse en que se hallaba encerrada Euskadi tras la ruptura de la tregua-trampa que hab¨ªa embarcado al PNV en la aventura de Lizarra.
Pero nos equivocamos. Y nuestro error ha resultado ser doble. Ante todo, nos enga?amos al desconfiar de las encuestas preelectorales, pues interpretamos el abultado voto oculto que revelaban los sondeos en un sentido exclusivamente constitucionalista, cuando en realidad no ha sido as¨ª. Es verdad que el incremento de la participaci¨®n ha beneficiado en alguna medida al PP, y algo menos al PSE. Pero en realidad, quien se ha llevado casi todo el voto oculto ha sido Ibarretxe, el gran vencedor de estos comicios. Y ninguno de nosotros lo previ¨®, pues todos cre¨ªamos que la crecida de la participaci¨®n ten¨ªa que favorecer a los constitucionales en mayor medida que a los nacionalistas. ?Por qu¨¦?
La raz¨®n se debe al segundo error, que fue subestimar la confianza que el electorado vasco hab¨ªa depositado en el lehendakari Ibarretxe, a quien se le han perdonado todas sus debilidades ante la ruptura de la tregua. ?C¨®mo explicarnos hoy semejante fidelidad, que ha roto lo que parec¨ªa evidente visto desde Madrid, que era el deber c¨ªvico de castigar a un Gobierno incapaz de rectificar ante la escalada terrorista? ?Acaso la crecida del voto nacionalista indica que se ha impuesto el patriotismo de partido sobre el patriotismo c¨ªvico? Algo de esto puede haber sucedido, si tenemos en cuenta la sensaci¨®n de acoso medi¨¢tico que han sufrido, pues el s¨ªndrome de Numancia asediada refuerza la solidaria cohesi¨®n del esp¨ªritu de grupo. Pero en todo caso, lo que desde Madrid hemos infravalorado es el arraigo del nacionalismo vasco.
Uno de los m¨¢s citados analistas del nacionalismo, Anthony Smith, ha comparado dos formas contrapuestas de teorizar el fen¨®meno nacionalista: bien sea como gastronom¨ªa, mera invenci¨®n de los empresarios pol¨ªticos, o como geolog¨ªa, producto institucional de la sedimentaci¨®n hist¨®rica. Pues bien, Aznar ha cometido el error de creer que el nacionalismo vasco, como el catal¨¢n o el gallego, no ser¨ªa m¨¢s que un invento ret¨®rico, cuyo fraude bastar¨ªa denunciar con airado vigor para que los ciudadanos entrasen en raz¨®n desertando de ¨¦l. Y no ha sido as¨ª. Por mucho que los heraldos de Aznar hayan alzado su denuncia prof¨¦tica, los electores vascos les han ignorado, permaneciendo fieles a una geolog¨ªa moral que tanto les hace desconfiar de Madrid.
Reconocidos los errores, pues lo sabio es rectificar, ahora es preciso explorar las salidas. ?Qu¨¦ puede pasar? Afortunadamente, la confianza puesta en el lehendakari por sus votantes ha sido tan elevada que su cosecha de esca?os ha sobrepasado el umbral que le har¨ªa depender de EH o IU, pues su propia coalici¨®n supera a la que podr¨ªan formar PP y PSE. Este excedente de esca?os a favor de Ibarretxe es la mejor noticia salida de las urnas, junto con la ca¨ªda del voto radical. Pues un resultado de empate entre bloques, o de superioridad insuficiente, habr¨ªa hecho al lehendakari reh¨¦n de Madrazo y de Otegi.
M¨¢s a¨²n: la victoria de lbarretxe es tan n¨ªtida y consistente que puede elevar su autoridad moral, haci¨¦ndole capaz de sobreponerse a las presiones que pueda recibir de Arzalluz o Egibar. Se recordar¨¢ la obra de Anouilh Becket o el honor de Dios. En ella, el canciller del reino, para hacer honor a su cargo, se atreve a resistir las presiones del monarca, que le exige obediencia contra el inter¨¦s com¨²n. Pues bien, en ese mismo dilema se encuentra hoy Ibarretxe. ?Se plegar¨¢ a las presiones que le exijan obediencia a un programa soberanista en el que no parece creer, y que, desde luego, no conviene a los plurales intereses de su ciudadan¨ªa? ?O har¨¢ honor a su cargo, a fin de sentar en su nueva legislatura los fundamentos de la reconstrucci¨®n civil de Euskadi?
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