?Un mundo feliz?
No hay que ser revanchistas. No, nada de revanchas. ?Que ha ganado la coalici¨®n PNV-EA? Pues bien, no se lo vamos a echar en cara. Al contrario. Se lo agradeceremos. Tenemos que estarles agradecidos, en primer lugar, por haber dado la raz¨®n a todos los listos que ve¨ªan la polarizaci¨®n como un error. Abre uno los peri¨®dicos, las orejas y la tele y no oye m¨¢s que a listillos que ya lo sab¨ªan, vamos que ve¨ªan al rey desnudo pero tuvieron la precau-ci¨®n de advertirlo... despu¨¦s. Aunque no conviene ser tiquismiquis sino dejarse ganar por la euforia general ya que sobre todo tenemos que agradecer a los ganadores la catarsis que nos han deparado. Como las cosas estaban mal porque les iba mal a los nacionalistas, ahora que les van mejor deber¨ªan estarlo para todos.
Una cosa es cierta, las urnas han demostrado que para que PNV-EA hubieran perdido, EH ten¨ªa que haberse mantenido en unos resultados pr¨®ximos a los de hace dos a?os y eso nos hubiera privado del descalabro, es decir de la alegr¨ªa que hemos experimentado al atisbar un t¨ªmido esbozo de desapego hacia ETA. S¨®lo que uno no las tiene todas consigo. ?Por qu¨¦ habiendo tantos motivos para alegrarse prevalece un regusto amargo? Barrunto que la pega est¨¢ en que esto tiene menos de mesa irlandesa que de romana, quiero decir de pax romana. Porque el trasvase o pr¨¦stamo de los votos de EH -y ah¨ª se ver¨¢ que se trataba de un pr¨¦stamo con inter¨¦s- servir¨¢n para reforzar la deriva hacia el soberanismo aquilatada por la propia presencia de EA en la coalici¨®n ganadora. Lo dicho, un pr¨¦stamo con un alto inter¨¦s, porque la corriente m¨¢s independentista no s¨®lo ve acrecida cuantitativamente su legitimidad sino que puede jugar la baza -en otro ejercicio de polarizaci¨®n que podr¨ªa salirles por la culata, aunque esas cosas s¨®lo se vean despu¨¦s- de atraer a sus filas a EH haciendo realidad el sue?o de convertir su nacionalismo en hegem¨®nico. O sea, volvi¨¦ndose m¨¢s fuertes.
Y lo cierto es que, pese a tanta actitud piadosa por parte de analistas y comentaristas dispuestos a ver el lado bueno de las cosas, no se sabe por qu¨¦ el PNV iba a privarse de hacerlo, a menos que las corrientes internas m¨¢s autonomistas, hasta ahora poco determinantes, puedan poner un coto y un freno. El problema de sentarse a una mesa reside no en lo que haya encima de ella, sino en lo que hay debajo. M¨¢s soberanismo equivale no s¨®lo a pedir cumplimiento del Concierto y m¨¢s Concierto, as¨ª como desarrollo del Estatuto y retoque de la Constituci¨®n, sino que se considere, tambi¨¦n, la existencia de un conflicto pol¨ªtico que data desde la primera guerra carlista y que ha de solucionarse por v¨ªas pol¨ªtica, lo que, adem¨¢s de sustentar lo anterior, implica que a ETA hay que tratarla pol¨ªticamente, y eso supone no s¨®lo relativizar la actuaci¨®n policial sino concederle a ETA un cierto papel en el proceso, que es lo ¨²nico que necesita para seguir matando o -enhorabuena, Gorka- intent¨¢ndolo.
De modo que la deslegitimaci¨®n de ETA que el lehendakari habr¨ªa ofrecido en su programa al invocar la palabra m¨¢gica paz y que, seg¨²n entienden los m¨¢s optimistas, habr¨ªa dicho la propia ciudadan¨ªa a trav¨¦s de la urnas, podr¨ªa resultar invalidado por una cuesti¨®n de principios, y digo podr¨ªa para no parecer aguafiestas. De ah¨ª lo de la paz romana. Claro que, nada est¨¢ perdido. Como bien ha expuesto un egregio representante de EA, aqu¨ª si no te metes en pol¨ªtica no pasa nada. Dejando de lado que semejante afirmaci¨®n omite a los empresarios y a los polic¨ªas, que tambi¨¦n se ven amenazados por el mero hecho de serlo, podr¨ªamos aspirar a un mundo feliz en que se conf¨ªe la pol¨ªtica al nacionalismo y los dem¨¢s nos dediquemos al bonito encebollado.
Con que se dejaran unos diputados testimoniales en el Parlamento, desaparecieran de los pueblos los concejales que incordian y se hicieran olvidar mediante largas estancias en Benidorm quienes alguna vez se dedicaron a la pol¨ªtica, ya estaba todo resuelto. Vamos, que ten¨ªamos un mundo feliz como la copa de un roble. Para evitarlo habr¨¢ que demostrar vivamente que el sentido del voto mayoritario no ha sido: la paz pasa por que nos dejen en paz. Todo un reto.
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