EA alza la voz para defender su posici¨®n en la coalici¨®n nacionalista
Errazti marca distancias con el PNV al defender el di¨¢logo con EH y una r¨¢pida autodeterminaci¨®n
Las relaciones de Eusko Alkartasuna (EA) con el PNV han sido y son todo lo complejas que cabe esperar de una escisi¨®n respecto a su partido matriz. La formaci¨®n creada por el ex lehenkari Carlos Garaikoetxea siempre ha estado determinada por la dificultad de dar cabida a dos proyectos diferenciados en el espacio del nacionalismo no violento y por la lucha permanente para mantenerse como fuerza aut¨®noma entre el PNV y HB.
Tras el cierre de filas y la disciplina impuesta por la campa?a electoral, algunas declaraciones discordantes revelan la necesidad de la m¨¢s peque?a de las formaciones de la coalici¨®n victoriosa de dejar patentes sus diferencias. Y lo hace incluso a riesgo de contradecir al lehendakari en funciones, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, en un asunto capital, como su ruptura con EH. Ajuria Enea y el PNV guardan silencio ante las matizaciones de sus socios y minimizan su alcance real, en la creencia de que se mantendr¨¢n bajo control y responden a esa necesidad de hacerse 'visibles' tras una campa?a tan personalizada en Ibarretxe.
Cuatro son los asuntos en los que EA, y sobre todo su presidenta, Bego?a Errazti, fija diferencias en los ¨²ltimos d¨ªas: su preferencia por un gobierno monocolor nacionalista, sin contar con IU, cuando es sabido que a Ibarretxe no le disgustar¨ªa la presencia de Javier Madrazo en el futuro ejecutivo; el parapeto que levanta ante los incipientes s¨ªntomas de deshielo entre socialistas y nacionalistas; su insistencia en la obligaci¨®n del futuro gobierno de trabajar durante la pr¨®xima legislatura por el derecho de autodeterminaci¨®n, que el PNV e Ibarretxe han evitado mencionar; y, la m¨¢s delicada por ahora, su cuestionamiento de la decisi¨®n de Ibarretxe de cortar el di¨¢logo institucional con EH mientras d¨¦ cobertura pol¨ªtica a ETA.
Las cuatro divergencias tienen su explicaci¨®n. Las reticencias a la hipot¨¦tica entrada de IU al Gobierno vienen dadas por la prevenci¨®n ante el convencimiento de que la coalici¨®n de izquierdas competir¨ªa por una de las carteras m¨¢s sociales, que posiblemente resultar¨ªa del desdoblamiento de una de las tres que ahora administra EA: Trabajo, Justicia y Seguridad Social. Y de paso, arrumbar¨ªa del todo cualquier posibilidad de obtener una cuarta cartera; una aspiraci¨®n ¨¦sta, como la de que una de ellas lleve aparejada una vicepresidencia, que el PNV considera excesiva.
La actitud refractaria de EA hacia los socialistas encuentra tambi¨¦n justificaci¨®n por el futuro reparto de poder, pero no s¨®lo por eso. Igualmente cuenta el deseo de mantener los puentes tendidos con EH y su posicionamiento netamente independentista.
Durante los meses m¨¢s duros del gobierno de Ibarretxe en minor¨ªa, EA lleg¨® a afirmar, en advertencia al PNV, que 'nunca' gobernar¨ªa con el PSE-EE y que una eventual entrada de este partido en el Gobierno acarrear¨ªa autom¨¢ticamente su marcha. La misma actitud han mantenido en la campa?a y tras las elecciones. Ahora EA, frente a la actitud de Ibarretxe de insistir en el cierre de una etapa y la apertura de otra, se aplica en recordar a los socialistas su alineamiento en el 'frente imperialista espa?ol' con el PP, y les env¨ªa a 'hacer penitencia', como dijo ayer Errazti.
La oposici¨®n a la ruptura por Ibarretxe del di¨¢logo institucional con EH y la insistencia en el derecho de autodeterminaci¨®n responden tanto al convencimiento sobre su necesidad y a la real pulsi¨®n independentista del partido, como al deseo de asegurarse ese espacio diferenciado del PNV, en espera de la evoluci¨®n del mundo radical.
En todo caso, EA est¨¢ obligada a medir el grado de t¨¦nsi¨®n que introduce en las relaciones con su socio. Y cuenta ya con la experiencia traum¨¢tica de 1991, cuando unas mociones independentistas aprobadas junto con HB en algunos ayuntamientos, provocaron su expulsi¨®n del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Ardanza, que recompuso aquel Ejecutivo con el PSE de Ram¨®n J¨¢uregui. Ahora, como entonces, el PNV tiene un seguro, para el peor de los casos: sus 26 esca?os (siete de los 33 obtenidos pertenecen al partido de Errazti) m¨¢s los 13 del PSE suman mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara vasca.
El acuerdo de 1990
Mientras el PNV e Ibarretxe evitan usar del t¨¦rmino, EA no pierde ocasi¨®n de recordar que el derecho de autodeterminaci¨®n figura en el programa pactado por ambas formaciones y que el nuevo Gobierno debe avanzar hacia su reconocimiento. El programa electoral lo recoge expresamente, pero sin plazo alguno, y lo entiende en los t¨¦rminos en que se aprob¨® en el Parlamento vasco en 1990, con los votos del PNV, EA y la extinta Euskadiko Ezkerra. Aquel acuerdo dej¨® sentada como finalidad del derecho de autodeterminaci¨®n la 'construcci¨®n nacional' vasca; pero tambi¨¦n defini¨® ¨¦sta como un proceso 'gradual y democr¨¢tico' y proclam¨® a las instituciones estatutarias, y en particular al Parlamento auton¨®mico, como 'las ¨²nicas legitimadas para impulsar su ejercicio'.
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