Cat¨¢strofes morales
El Ayuntamiento llev¨® a cabo hace poco un simulacro de cat¨¢strofe en el que hubo tres muertos falsos y cincuenta heridos imaginarios. La realidad no es tan caritativa. El lunes, sin necesidad de movilizar grandes efectivos, murieron de verdad dos obreros al despe?arse de un andamio. Se pregunta uno por qu¨¦ recrea el Ayuntamiento cat¨¢strofes artificiales siendo tan rica la regi¨®n en empresas de trabajo temporal. Nos gustar¨ªa asimismo saber por qu¨¦ las autoridades no organizan nunca simulacros de cat¨¢strofes morales.
Imaginemos, por ejemplo, que un consejero de Educaci¨®n se encuentra en el banquillo acusado de prevaricaci¨®n y malversaci¨®n de fondos p¨²blicos. Supongamos (y no se asusten: no es m¨¢s que un simulacro) que hay por medio un l¨ªo de cu?ados en el que uno de los cu?ados, adem¨¢s de llamarse Antonio Garc¨ªa-Trevijano, se queda con 15 millones de pesetas. Ya puestos a imaginar, imaginemos que, de forma paralela a estos hechos, cae sobre el alcalde la sospecha de haberse gastado alegremente, con su se?ora y la costurera de su se?ora, un dinero que no era suyo.
A esto es a lo que llamamos una cat¨¢strofe moral, sobre todo si el consejero y el alcalde pertenecen al mismo partido que, pongamos por caso, se niega a cambiar el nombre de un colegio p¨²blico denominado General Mola por otro menos agresivo. No es normal que todo esto suceda, lo s¨¦, pero si hici¨¦ramos simulacros, sabr¨ªamos c¨®mo actuar frente a la cat¨¢strofe.
En mi colegio hac¨ªamos simulacros de incendios que eran muy bien recibidos porque romp¨ªan la rutina, adem¨¢s de ense?arnos a respirar sin tragarnos el humo. Pero jam¨¢s imagin¨¢bamos cat¨¢strofes emocionales, de manera que cuando el prefecto de disciplina fue sorprendido en un retrete abusando de un p¨¢rvulo no supimos qu¨¦ hacer. Conviene se?alar la escalera de incendios y la salida de emergencia, pero hay incendios morales para los que no estamos preparados. Dios quiera que jam¨¢s veamos a Villapalos en el banquillo defendido por Garc¨ªa-Trevijano, pero si puede explotar una bombona, por qu¨¦ no puede estallar una prevaricaci¨®n. Y si estalla, hay que saber si conviene dimitir o no. No lo sabemos, porque jam¨¢s hemos realizado un simulacro.
Tampoco estamos libres de que el alcalde, por razones incomprensibles, puesto que todo esto es mentira, fuera pillado regalando televisores y joyas, o viajando con su se?ora a cuenta del erario p¨²blico. No es probable, lo s¨¦, y tendr¨¢n ustedes muchas razones para tacharme de catastrofista, pero puede pasar. Cosas m¨¢s raras hemos visto. Imaginemos, pues, por un momento a ?lvarez del Manzano y se?ora hociqueando en el dinero de nuestras multas de tr¨¢fico e impuestos municipales. ?Debe dimitir el alcalde o la costurera? Pues no lo sabemos, francamente, porque tampoco hemos hecho un simulacro. La gente tiene mucha imaginaci¨®n para los incendios y las explosiones de gas, pero con los cohechos no se les ocurre nada.
M¨¢s ideas gratis: supongamos que los accidentes laborales aumentaran en la regi¨®n una barbaridad: un 50%, por ejemplo. Ya s¨¦ que eso no es posible, no se amontonen, pero qu¨¦ nos cuesta imaginarlo. Nada. Pues vayamos a ello. Digo yo que en un caso as¨ª saltar¨ªan todas las alarmas y las autoridades intervendr¨ªan muy seriamente y llamar¨ªamos al Samur y a los bomberos, no lo s¨¦, y no lo s¨¦ porque a nadie se le ha ocurrido todav¨ªa hacer un ensayo. Tampoco se le ha ocurrido a nadie pensar, y perdonen que est¨¦ hoy tan imaginativo, que el paseo de la Castellana de Madrid estuviera todo un invierno ocupado por trabajadores de una empresa con la que el Gobierno, Telef¨®nica y Mas Canosa hubieran hecho cosas raras, dejando a miles de familias en la calle. Ya s¨¦ que es imposible, c¨®mo va el Gobierno, que ha privatizado magistralmente Telef¨®nica, a hacer una cosa as¨ª. Pero tampoco deber¨ªan estallar las bombonas de butano y estallan. As¨ª que es mejor saber qu¨¦ har¨ªamos si, llegada la primavera, los empleados continuaran acampados en medio de la calle. Y qu¨¦ mejor modo que hacer un simulacro. Les doy gratis hasta el nombre de la empresa, para que el ¨¢rea municipal de cat¨¢strofes morales empiece a trabajar: pongamos que se llama Sintel.
Y nada m¨¢s, por hoy. Si ustedes me lo permiten, voy a simular que me abandonan mi mujer y mis hijos y que me cae encima una ETT, y que me explota el butano, adem¨¢s de ser domingo por la tarde. De este modo, cuando llegue el momento, sabr¨¦ si tengo que llamar a los bomberos o al director espiritual de ?lvarez del Manzano, que tienen una manga muy ancha. Feliz domingo.
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