?Tipo ¨²nico? ?Qu¨¦ dices!
El autor defiende que el actual sistema impositivo beneficia a las rentas m¨¢s altas y mantiene un elevado nivel de fraude. Para lograr un sistema m¨¢s justo, propone un IRPF con un tipo ¨²nico que fije adecuadamente el porcentaje del gravamen y el m¨ªnimo exento
El 60% de los espa?oles no cree que nuestro actual IRPF sea progresivo. As¨ª se deduce de una encuesta del Instituto de Estudios Fiscales donde se se?ala que ¨¦se es el porcentaje de los que creen que los m¨¢s ricos no pagan de acuerdo con sus rentas. Adem¨¢s, grava m¨¢s a las rentas del trabajo que a las del capital, menos a quienes m¨¢s tienen al deducir el m¨ªnimo vital en la base impositiva, permite deducciones y desgravaciones de las que se benefician fundamentalmente las rentas medias y altas, posibilita la elusi¨®n del impuesto a trav¨¦s de sociedades interpuestas y mantiene un elevado nivel de fraude. ?se es el legado de la ¨²ltima reforma aprobada la legislatura pasada.
Quienes nos sentimos inc¨®modos ante tal situaci¨®n, bien sea por razones ideol¨®gicas, de eficiencia econ¨®mica o simplemente ¨¦ticas, tenemos la obligaci¨®n de presentar propuestas que ayuden a cambiar ese estado de cosas. Propuestas que, respetando valores como la suficiencia financiera del Estado, la progresividad en la contribuci¨®n a las cargas generales y la equidad, no pierdan de vista aquellas realidades del mundo en que vivimos que, con independencia de lo que nos gusten, est¨¢n aqu¨ª para quedarse un tiempo.
Con un tipo ¨²nico se puede conseguir la progresividad que se desee para que pague m¨¢s quien m¨¢s tiene
La Constituci¨®n instaur¨® un pacto fiscal progresista entre los espa?oles. Pero tengo la convicci¨®n de que la forma en que se instrument¨® con el IRPF de 1978 ha recibido su puntilla con la contrarreforma efectuada por el Gobierno del PP. Como volver atr¨¢s me parece imposible, se tratar¨ªa ahora de definir un nuevo modelo que, respetando los valores constitucionales y las convicciones progresistas de quienes las tenemos, abra una nueva etapa que dure los pr¨®ximos treinta a?os.
Podemos seguir mareando la perdiz mientras el sistema se hace cada vez m¨¢s regresivo e insolidario o abrir las puertas a la innovaci¨®n a partir de la solidez te¨®rica, el an¨¢lisis de por d¨®nde van las cosas en el mundo y la creencia de que, a partir de un momento determinado, es m¨¢s ¨²til construir un edificio nuevo que seguir poniendo parches a otro que se cae.
?se es el sentido de la propuesta que estamos trabajando en el PSOE de caminar hacia un modelo de IRPF m¨¢s sencillo, m¨¢s progresivo, m¨¢s moderno y que mire al futuro en vez de al pasado.
Una propuesta que pretende abrir un debate enmarcado en unos par¨¢metros que, por novedosos para el amplio p¨²blico, deben explicarse para evitar juicios precipitados. Las cr¨ªticas interesadas por quienes tienen mucho que ganar con el sistema injusto actual son inevitables, aunque algunas muevan a risa.
La progresividad de un IRPF no se mide fundamentalmente por el n¨²mero de tramos de su tarifa, sino por el dise?o global del mismo. Sobre todo si junto a los tipos legales hay deducciones, tratamientos especiales y evasi¨®n legal que, adem¨¢s del fraude, hacen que los tipos efectivos pagados sean muy inferiores a los nominales. Esta situaci¨®n da lugar a la paradoja de la progresividad aparente, o el fetichismo del tipo marginal, seg¨²n la cual unos tipos te¨®ricamente muy elevados dan lugar a una regresividad en la pr¨¢ctica, porque las rentas m¨¢s altas encuentran v¨ªas de escape m¨¢s o menos legales.
Con un tipo ¨²nico se pueden evitar estos problemas y conseguir el grado de progresividad que se desee -y ah¨ª est¨¢ el debate pol¨ªtico- fijando adecuadamente el porcentaje del gravamen y el nivel del m¨ªnimo exento. Quiz¨¢ valga la pena poner un ejemplo sencillo sobre este asunto: con un tipo ¨²nico cualquiera y un m¨ªnimo exento de dos millones de pesetas, igual para todos, un contribuyente que tenga una renta l¨ªquida de cuatro millones s¨®lo tributa por la mitad de su renta, quedando exenta la otra mitad. Otro contribuyente que tenga ocho millones tributa por seis -es decir, por el 75% de su renta- y otro con cuarenta millones tributa por el 95% de su renta.
Es decir, contribuye m¨¢s quien m¨¢s tiene, pero de manera m¨¢s sencilla y transparente. La progresividad est¨¢ asegurada, pues, con un tramo ¨²nico, ya que los tipos medios son crecientes con el nivel de renta, hasta el punto de que se puede dise?ar de tal manera que sea m¨¢s progresivo que otro modelo con varios tramos.
Puede ser tambi¨¦n m¨¢s equitativo si se equiparan las rentas del trabajo y las del capital y puede ser m¨¢s justo si se aproxima el tipo del impuesto al de sociedades -o se crean dos- para desincentivar su elusi¨®n por medio de sociedades ficticias, compensando a las rentas m¨¢s bajas mediante el m¨ªnimo exento.
Y es m¨¢s moderno porque la tendencia de todos los pa¨ªses avanzados va en esa direcci¨®n. Midiendo s¨®lo el n¨²mero de tramos de la tarifa, la media de la OCDE estaba en 14 tramos en los a?os ochenta, frente a cinco tramos en 1999 con pa¨ªses como Irlanda, Noruega o Nueva Zelanda, con dos, y otros como Suecia o Reino Unido, con tres. Ese proceso de reducci¨®n de tramos -iniciado tambi¨¦n en Espa?a- puede hacerse a la manera conservadora, vaciando el impuesto de contenido y manteniendo el mejor trato para quienes m¨¢s tienen, o cambiando la filosof¨ªa global, como proponemos nosotros, para recuperar el principio de que contribuye m¨¢s quien m¨¢s tiene, con independencia de cu¨¢l sea la fuente de la que procede su renta.
Si adem¨¢s se avanza en la l¨ªnea de definir una renta de ciudadan¨ªa que vincule la pol¨ªtica fiscal con la social para evitar las injusticias que la actual situaci¨®n genera, en las que la desgravaci¨®n por hijo para quienes tienen rentas suficientes para hacer la declaraci¨®n son superiores a las ayudas por hijo que se conceden a quienes tienen ingresos inferiores en una distribuci¨®n horizontal de renta, en lugar de vertical, hacia los que menos tienen, el conjunto de la propuesta puede ser mucho m¨¢s equitativo y progresista que el modelo actual.
M¨¢s all¨¢ de mis convicciones personales y las de quienes vienen defendiendo, desde la izquierda, este tipo de propuestas, hemos pretendido lanzar un debate sobre un enfoque nuevo. Nuevo en la manera de instrumentar unos principios antiguos: progresividad impositiva, equidad, suficiencia financiera del Estado para hacer tareas de redistribuci¨®n.
Porque me niego a aceptar el conformismo de los que afirman que no hay soluci¨®n ante el hecho de que hoy la progresividad del IRPF se ejerce s¨®lo sobre las rentas de quienes cobramos por n¨®mina como a pensar que la soluci¨®n est¨¢ en volver a f¨®rmulas del pasado cuando todo lo dem¨¢s ha cambiado. En suma, me niego a aceptar tanto el pensamiento ¨²nico de unos como el pensamiento antiguo de otros. Para defender, en el siglo XXI, los principios tributarios en los que creo, no s¨¦ cu¨¢l de los dos es m¨¢s perjudicial.El 60% de los espa?oles no cree que nuestro actual IRPF sea progresivo. As¨ª se deduce de una encuesta del Instituto de Estudios Fiscales donde se se?ala que ¨¦se es el porcentaje de los que creen que los m¨¢s ricos no pagan de acuerdo con sus rentas. Adem¨¢s, grava m¨¢s a las rentas del trabajo que a las del capital, menos a quienes m¨¢s tienen al deducir el m¨ªnimo vital en la base impositiva, permite deducciones y desgravaciones de las que se benefician fundamentalmente las rentas medias y altas, posibilita la elusi¨®n del impuesto a trav¨¦s de sociedades interpuestas y mantiene un elevado nivel de fraude. ?se es el legado de la ¨²ltima reforma aprobada la legislatura pasada.
Jordi Sevilla es secretario de Econom¨ªa del PSOE y diputado.
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