El agua es la sangre de la tierra
El autor sostiene que los socialistas ofrecen una alternativa al plan del Gobierno vinculada a los avances tecnol¨®gicos, a las preocupaciones medioambientales y a los equilibrios de desarrollo territorial
Agua y civilizaci¨®n han ido entrelazadas a lo largo de la historia. La pen¨ªnsula Ib¨¦rica es un ejemplo especial de ello y todos los pueblos que aqu¨ª convivieron han dejado huellas sobradas de la importancia de este elemento indispensable para la vida. Javier de Burgos, en su Instrucci¨®n de 1833, afirmaba que el agua es la sangre de la tierra y los canales de riego la vida de los campos. Joaqu¨ªn Costa vincul¨® el agua con la riqueza, el desarrollo nacional, la democracia y el avance social, convencido de que en las obras hidr¨¢ulicas (es decir, en su concepci¨®n de la gesti¨®n del agua), estaba la posible redenci¨®n econ¨®mica y social de Espa?a.
El 31 de mayo de 1933, Indalecio Prieto presentaba en las Cortes un Plan de Obras Hidr¨¢ulicas y expresaba su aspiraci¨®n de que el magno problema del agua atrajera la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica y la convergencia de juicios de mayor n¨²mero posible de ¨®rganos directores de la econom¨ªa y de la ciencia espa?olas porque 'nada m¨¢s lamentablemente est¨¦ril que atalayarlo desde el mezquino mont¨ªculo que puede levantar la bander¨ªa pol¨ªtica. Estamos ante una obra nacional para cuyo ordenado acometimiento se necesita la patri¨®tica cooperaci¨®n de todos'.
?C¨®mo se puede llamar Plan Hidrol¨®gico a uno que no establece la eliminaci¨®n de vertidos?
Frente a aquellas hondas preocupaciones de nuestros antepasados, el Gobierno del se?or Aznar, en palabras del se?or Ca?ete, lo reduce a una cuesti¨®n de test¨ªculos o a la cuartelera expresi¨®n de que el Plan Hidrol¨®gico Nacional atravesar¨¢ las Cortes como un paseo militar. As¨ª pas¨® por el Congreso y ahora niegan incluso la posibilidad de un debate en el Senado. El Gobierno prefiere atalayarse en la soberbia y la altaner¨ªa propia de los que se creen en posesi¨®n de la verdad por tener una mayor¨ªa absoluta en el Parlamento. Disponen de ella, cierto, pero carecen del necesario respaldo social. Este Gobierno no entiende que nunca podr¨¢ sacar un Plan Hidrol¨®gico contra un n¨²mero significativo de comunidades aut¨®nomas, de partidos pol¨ªticos o contra m¨¢s de 400 organizaciones sociales, sindicatos y ecologistas.
Los socialistas no queremos que el plan nazca muerto, sino vivo, y para ello creemos que s¨®lo hay un camino: el consenso, que nosotros ofrecemos. De no ser as¨ª, no resolveremos los problemas h¨ªdricos. Ni siquiera los m¨¢s graves, ni los de Levante, ni los del resto de Espa?a, que son problemas de cantidad de agua disponible, pero tambi¨¦n, y cada vez m¨¢s, de calidad de las aguas (superficiales y subterr¨¢neas), aunque a ello casi no le dedique atenci¨®n el plan que ofrece el Gobierno. El documento m¨¢s antiguo sobre aguas que se conserva del antiguo Reino de Valencia, fechado en 1223, trata de un pleito que finaliz¨® 'haciendo concordia' entre dos alquer¨ªas que disputaban agua.
El plan del se?or Aznar tiene un enfoque meramente hidr¨¢ulico, que es el arte de conducir, contener, elevar y aprovechar las aguas. Nuestro pa¨ªs necesita una visi¨®n m¨¢s moderna y amplia, un enfoque hidrol¨®gico. Es decir, reconocer que el agua no s¨®lo se transporta, sino que debe ahorrarse, reciclarse y puede desalinarze o depurarse para su reutilizaci¨®n. Necesitamos poner m¨¢s el acento en el conocimiento del territorio que en la capacidad de construir infraestructuras; en la calidad de los recursos h¨ªdricos que en la cantidad; en el mejor uso de los recursos existentes que en la captaci¨®n de nuevos recursos. En suma, una nueva cultura del agua, que no se refleja en el plan que ofrece el Gobierno.
Los socialistas ofrecemos una alternativa que contiene un enfoque din¨¢mico, no est¨¢tico, vinculada a los avances y nuevas posibilidades tecnol¨®gicas, en direcci¨®n hacia las mayores preocupaciones ambientales, con una mayor atenci¨®n a los equilibrios de desarrollo territorial, aprendiendo de experiencias fracasadas, aqu¨ª y fuera de aqu¨ª y atendiendo a las pol¨ªticas de la Uni¨®n Europea. El plan mal llamado hidrol¨®gico del Gobierno considera el agua s¨®lo como un mero bien al servicio de la producci¨®n, minusvalorando las connotaciones sociales, culturales, emocionales, ambientales y est¨¦ticas de nuestros r¨ªos. Es decir, tiene en poca consideraci¨®n la funci¨®n ambiental y social del agua.
Mejorar la gesti¨®n del agua supone situar como objetivo principal una gesti¨®n integral en la que la eficiencia, el ahorro, el uso de las tecnolog¨ªas cada vez m¨¢s avanzadas y la preservaci¨®n de nuestros ecosistemas permitan obtener un agua de mejor calidad y suficiente para atender las necesidades existentes. ?D¨®nde est¨¢n estos objetivos en el plan gubernamental? ?C¨®mo se puede llamar Plan Hidrol¨®gico a uno que no establece ning¨²n plan de eliminaci¨®n de vertidos? Es de general conocimiento que la contaminaci¨®n de las aguas es el factor de mayor influencia en lo que a la p¨¦rdida del recurso agua se refiere. Los estudios m¨¢s importantes sobre este tema realizados por expertos mundialmente reconocidos aseguran que la lucha contra la contaminaci¨®n ofrece posibilidades mayores de aumentar la disponibilidad del agua m¨¢s que a trav¨¦s de la construcci¨®n de nuevas infraestructuras.
Los socialistas apostamos tambi¨¦n con contundencia por poner orden en el caos de la Administraci¨®n hidr¨¢ulica. Queremos establecer actuaciones que faciliten la reordenaci¨®n de los derechos del agua. Nuestro objetivo principal es el de fomentar un uso mucho m¨¢s eficiente del agua, y para ello, ante todo, hay que conocer con rigor cu¨¢nta agua se utiliza y cu¨¢nta es efectivamente necesaria para cada uso, as¨ª como los aut¨¦nticos requerimientos de caudal ambiental en cada r¨ªo -desconocidos por completo en estos momentos, a tenor del contenido de los planes de cuenca vigentes-. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y el Ministerio de Agricultura, en Espa?a s¨®lo el 10% de los regad¨ªos pueden considerarse eficientes, y, adem¨¢s, se desaprovechan casi 5.000 hect¨®metros c¨²bicos exclusivamente por p¨¦rdidas en las infraestructuras agrarias.
Proponemos la creaci¨®n de bancos p¨²blicos de agua, para aflorar las numerosas operaciones potenciales de reasignaci¨®n de usos del agua en toda Espa?a, que contribuir¨ªan a reducir los d¨¦ficit existentes. Ofrecemos agotar todas las posibilidades para evitar la conflictividad y los impactos ambientales negativos que genera un trasvase. Sin descartarlos, los socialistas creemos que los trasvases deben plantearse como ¨²ltima soluci¨®n, una vez constatada la insuficiencia de todas las dem¨¢s posibilidades de obtenci¨®n de agua dentro de la propia cuenca. Para ello planteamos la necesidad de promover el consenso entre el Gobierno y las comunidades aut¨®nomas, en un foro adecuado al Estado de las autonom¨ªas, una conferencia sectorial de pol¨ªtica del agua. Consenso que s¨®lo puede basarse en la certeza de que el Gobierno propone una opci¨®n racional y viable desde el punto de vista econ¨®mico, ambiental, t¨¦cnico y social. El trasvase que propone el Gobierno no cumple ninguno de esos requisitos.
El Gobierno se ha olvidado de los efectos del cambio clim¨¢tico sobre el caudal de nuestros r¨ªos; ignora la legislaci¨®n comunitaria sobre gesti¨®n del agua y elude cualquier estudio sobre evaluaci¨®n estrat¨¦gica ambiental. Los socialistas, por el contrario, nos hemos ocupado en nuestro plan de los efectos del cambio clim¨¢tico, hemos adaptado nuestras propuestas a la directiva marco de la Uni¨®n Europea, y queremos que el Plan Hidrol¨®gico Nacional contemple la evaluaci¨®n del impacto ambiental del conjunto de sus actuaciones. El plan del Gobierno es caro. S¨®lo el trasvase del Ebro costar¨¢, seg¨²n los c¨¢lculos del propio ministerio, 700.000 millones de pesetas. Las alternativas del Grupo Socialista a ese trasvase se pueden financiar con 415.000 millones de pesetas. El Plan del Gobierno supone que Murcia y Almer¨ªa deber¨¢n esperar mas de 10 a?os para ver resueltas sus necesidades de agua. Los socialistas no queremos esperar una d¨¦cada. Sabemos que se pueden resolver los problemas de agua de Murcia y Almer¨ªa de manera m¨¢s inmediata. Y finalmente, el Plan del Gobierno lejos de vertebrar nuestro Estado auton¨®mico, conduce al enfrentamiento entre distintas comunidades aut¨®nomas. No une, separa. No integra, divide. Y un Plan Hidrol¨®gico Nacional en la Espa?a auton¨®mica, sin consenso social, est¨¢ destinado al fracaso.
Para llevar adelante el plan que necesita Espa?a es preciso, como dijera Prieto, conquistar la voluntad de todos, ganar el esp¨ªritu de todos, lograr la convicci¨®n de todos, porque este g¨¦nero de empresas no pueden constituir una bandera pol¨ªtica, un gallardete pol¨ªtico, sino un empe?o com¨²n. En el Museo del Louvre se guarda un ancla persa que dice: 'No apartes el agua, ni la jurisdicci¨®n de un hombre de calidad, de la tierra de tus antepasados: una ha hecho los canales, el otro ha nutrido las almas'. Agua y jurisdicci¨®n de hombres (y mujeres) de calidad, es decir, jurisdicci¨®n ejercida con esp¨ªritu de justicia, se asocian directamente. El agua debe ser objeto de jurisdicci¨®n y requiere ser regulada con justicia. En el plan del Gobierno ni hay adecuada regulaci¨®n (jurisdicci¨®n), ni se reparte con justicia.
Jes¨²s Caldera es portavoz del Grupo Parlamentario Socialista.
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