Razones para ser perro
Conozco a un hombre que vive peor que sus perros. Me lo dijo la otra noche mientras tom¨¢bamos la ¨²ltima cerveza ante la mirada atenta de otro hombre que le hab¨ªa sacado a pasear como se pasea a un perro y permanec¨ªa all¨ª, siempre cerca de ¨¦l, como la sombra de su sombra, como la sombra de su mano, como la sombra de sus felices perros: 'Tengo dos', me dijo, 'y viven mejor que yo'.
El d¨ªa que apareci¨® su cocina quemada en el telediario comprend¨ª que es mejor ser perro que concejal. Entonces cualquiera de sus vecinos hubiera preferido seguir oculto tras los visillos a mover el rabo a su lado como sus dos mejores amigos, esos que de poder hablar tal vez demostrar¨ªan que costar¨ªa menos llevarnos mejor con ellos que con el resto de la gente.
La perra vida de hombres y mujeres que viven peor que sus perros
Conozco adem¨¢s a una mujer que ya no baja la basura cuando cae la noche. No puede -no debe- salir de casa sola. Afortunadamente, su perro sigue orinando tranquilo en el ¨¢rbol de siempre. Ella envidia su suerte. 'A veces me gustar¨ªa ser ¨¦l, sobre todo en primavera y verano', dice. 'Es muy duro verse encerrada cuando llega el buen tiempo'.
Las estad¨ªsticas hablan de que los del verano son d¨ªas de perros. Alrededor de 50.000 ser¨¢n pronto abandonados, morir¨¢n intentando llegar a sus hogares o ser¨¢n atropellados en las autopistas. Hace unos a?os, las autoridades quisieron apelar a las anestesiadas conciencias de la poblaci¨®n con una ingenua campa?a estival en la que se ve¨ªa un mast¨ªn solo ante su suerte en medio de una carretera: 'No lo abandones. ?l no lo har¨ªa', dec¨ªa el bienintencionado anuncio, ignorando que muchos de sus antiguos amos ser¨ªan capaces de dejar tirado a su propio padre en la sala de urgencias del hospital m¨¢s pr¨®ximo y salir luego pitando hacia el apartamento de Torrevieja.
En el Pa¨ªs Vasco hay perros perros que viven como Dios, pero hay tambi¨¦n 650 personas que si no fueran tan fieramente humanas, tendr¨ªan suficientes motivos para ser perros porque su existencia comparada con la injustamente denostada de muchos canes es la de una vida perra en un perro mundo. As¨ª que reivindiquemos para toda esta gente el derecho a gozar de la misma consideraci¨®n de la que disfrutan los respetables laguns de nuestro suelo patrio.
Si es cierto lo que dijo Victor Hugo -'el perro es una criatura que al no poder convertirse en hombre se ha conveertido en animal'- y si no es menos cierto lo que se escucha por ah¨ª, que fueron los perros los que domesticaron a los hombres y no al contrario, como se cree generalmente, cabr¨ªa esperar al menos un gesto solidario de todos esos perros que viven estupendamente. Seguro que ellos s¨ª ser¨ªan capaces de ponerse en el pellejo de aquellas personas obligadas a sobrevivir mucho peor que sus desafectos y satisfechos amos.
No existe ninguna agrupaci¨®n zool¨®gica que se parezca tanto a la de los hombres como la de los caninos dom¨¦sticos. Hay perros pijos que se dejan crecer el pelo, perros que ladran como algunos pol¨ªticos, perros bur¨®cratas que abren la boca con rutina y hast¨ªo seguros de su raci¨®n diaria de comida, perros ricos con caseta de primera y jard¨ªn, perros callejeros, perros poetas que se pasan la noche ladrando a la luna, perros polic¨ªas que son guardianes celosos del orden y la ley, perros laboriosos que hacen del trabajo su mayor virtud, perros vagabundos de una paternidad fecunda e irresponsable, perros artistas, perros litigantes como letrados, perros tontos del haba y perros que se pasan de listos, pero tambi¨¦n hay hombres que tienen la mirada tan triste como la de un perro apalaleado.
'El perro es el mejor amigo del vasco' titulaba no hace mucho un peri¨®dico haciendo referencia a un sondeo que pon¨ªa de maniesto que ¨¦stos eran, con diferencia, los animales de compa?¨ªa preferidos por la poblaci¨®n. As¨ª lo afirmaban tres de cada cinco ciudadanos encuestados. No es mala se?al si se tiene en cuenta que uno de los baremos que los antrop¨®logos tienen para medir el desarrollo de un pueblo es el trato y la actitud que se tiene con los animales. Adem¨¢s, quien desprecia a los perros suele despreciar tambi¨¦n a sus semejantes. Entonces, ?por qu¨¦ esa indiferencia ante tantos hombres y mujeres que viven peor que muchos perros? No es de extra?ar que tengan razones para querer ser tratados con la misma consideraci¨®n, cari?o y respeto que se debe tener a los canes, porque, a diferencia de bastantes humanos, ellos, como en el anuncio, 'nunca nos dejar¨ªan abandonados'.
No hace mucho, Mikel Azurmendi tuvo obligatoriamente que partir como el hombre al que cant¨® Jos¨¦ Larralde: 'Y se fue bien lejos para mirar bien cerca y se fue bien solo para buscar compa?¨ªa en la soledad que al final fue suya y se fue con fr¨ªo para buscar calor'. Cuando dej¨® atr¨¢s su caser¨ªo de Igeldo sus perros salieron a decirle adi¨®s, recordando aquella otra copla que tambi¨¦n enton¨® el gaucho: 'Nadie sali¨® a despedirme cuando me fui de la estancia, solo un perro'.
Si ese hombre regresa alg¨²n d¨ªa, no habr¨¢ en el mundo nadie que se alegre tanto de su vuelta como sus perros. Entonces el resto de los humanos tendremos un argumento m¨¢s para desear parecernos al m¨¢s vulgar de los chuchos.
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