300 personas presenciar¨¢n hoy por circuito cerrado la ejecuci¨®n de McVeigh
Partidarios y detractores de la pena capital se concentran ante la c¨¢rcel del terrorista de Oklahoma
Timothy McVeigh morir¨¢ hoy. El terrorista de Oklahoma conf¨ªa en convertirse en un m¨¢rtir de la 'tiran¨ªa' del Gobierno federal de EE UU. Sus conciudadanos conf¨ªan en que su desaparici¨®n f¨ªsica les ayude a olvidar el atentado que cost¨® la vida a 168 personas.
En un pa¨ªs que sigue apegado a la pena de muerte, ninguna ejecuci¨®n ha obtenido tanto respaldo como ¨¦sta, que ser¨¢ transmitida en directo por un circuito cerrado a una sala de Oklahoma para una audiencia de 300 supervivientes y familiares de las v¨ªctimas.
McVeigh est¨¢ desde ayer en una celda contigua a la sala donde hoy, a las siete de la madrugada (dos de la tarde, hora peninsular espa?ola), le ser¨¢ administrada una inyecci¨®n letal.
Siete de cada diez estadounidenses est¨¢n conformes con la ejecuci¨®n de McVeigh, y el propio reo, convencido de haber matado a 168 inocentes en nombre de la libertad, est¨¢ de acuerdo.
Tras salir del corredor de la muerte fue trasladado a la llamada c¨¢mara de la muerte para pasar sus ¨²ltimas horas en una celda de tres por cinco metros, alicatada de verde y acompa?ado por un televisor en blanco y negro en el pabell¨®n de la penitenciar¨ªa de Terre Haute (Indiana). A mediod¨ªa se le sirvi¨® la ¨²ltima comida, cuyo precio, de acuerdo con la ley, no excedi¨® de 20 d¨®lares (cerca de 4.000 pesetas). Ya no puede hacer llamadas telef¨®nicas ni recibir otra visita que la de sus abogados, que siguen vi¨¦ndole 'tranquilo y preparado'.
'Cree que la ocultaci¨®n de documentos reconocida por el FBI demuestra que tiene raz¨®n. Si un hombre puede sonre¨ªr en el corredor de la muerte, Tim ha sonre¨ªdo estas semanas', dijo Dan Herbeck, coautor del libro Terrorista americano y una de las pocas personas que le han visto estos d¨ªas. 'McVeigh coopera en todo momento', explic¨® un portavoz de la penitenciar¨ªa.
En el corredor dej¨® a otros 20 reclusos, negros e hispanos en su mayor¨ªa, todos ellos de extracci¨®n m¨¢s humilde que el ex sargento de infanter¨ªa que decidi¨® convertirse en terrorista. Uno de ellos, Ra¨²l Garza, de 44 a?os, ser¨¢ ejecutado el pr¨®ximo d¨ªa 19, sin apenas atenci¨®n de nadie. Varios de los condenados se unir¨¢n, a distancia, a la vigilia silenciosa que comenzar¨¢ 168 minutos antes de que McVeigh muera: un minuto por cada v¨ªctima.
Es una vigilia preparada por las organizaciones contrarias a la pena de muerte, que, a juzgar por c¨®mo iban ayer las ventas de camisetas, ser¨¢n minor¨ªa frente a las puertas de la c¨¢rcel. Se ve¨ªan pocas camisetas portando el lema 'Dejad que McVeigh viva' y la consigna 'Detened la ejecuci¨®n'. Tiene mucho m¨¢s ¨¦xito otra con tres palabras: 'Muere, muere, muere'.
Los manifestantes empezaron a congregarse ayer en Terre Haute, en peque?os grupos y en distintas zonas. Pero no se les permit¨ªa concentrarse hasta las siete de la tarde, en dos parques distintos: uno para los que aplauden y otro para quienes protestan. Varios autobuses fletados por el Ayuntamiento ten¨ªan previsto trasladar a ambos bandos, hacia medianoche, a la pradera contigua a la c¨¢rcel, en la que han sido instalados puestos de comida y retretes.
Los dos bandos permanecer¨¢n separados en todo momento. 'Nunca he participado en algo as¨ª, pero creo que en un caso como ¨¦ste, con tanta sangre derramada, hay que subrayar el principio de que nadie tiene derecho a matar a nadie, ni McVeigh ni el Gobierno federal', coment¨® Paul Bagat, de 36 a?os, que se alojaba en un hotel cercano a Terre Haute junto a su esposa y sus cuatro hijos a la espera de acudir a la concentraci¨®n.
La ciudad, mientras, permanec¨ªa tranquila. Y quiz¨¢ silenciosamente satisfecha. Los 1.300 periodistas, c¨¢maras y t¨¦cnicos acreditados dejan dinero en hoteles y restaurantes. 'Al margen del beneficio inmediato, la ejecuci¨®n pone a Terre Haute en el mapa, y eso siempre es bueno; tratamos de ofrecer nuestra imagen m¨¢s positiva', coment¨® Rod Henry, director de la C¨¢mara de Comercio local.
El padre de Timothy Mc-Veigh, Bill, no acudir¨¢ a Terre Haute. Hace unos d¨ªas cerr¨® su casa de Pendleton, al norte del Estado de Nueva York, y arri¨® la bandera estadounidense que siempre onde¨® en el jard¨ªn. 'Tim ha preferido que no le vea morir, y yo no quiero estar en casa cuando eso ocurra', explic¨®.
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