El final de un largo viaje

La Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua (AVL) podr¨ªa ser una realidad si Eduardo Zaplana y Joan Ignasi Pla son capaces hoy de consensuar un nombre entre los veinti¨²n miembros que la componen. No parece que sea una distancia insalvable; pero la larga, enrevesada, pol¨¦mica y crispada gestaci¨®n de la Acad¨¨mia ha demostrado sobradamente hasta qu¨¦ punto cualquier an¨¦cdota ha servido como argumento para echar por tierra largas horas de negociaci¨®n. Baste con recordar como un acuerdo cerrado entre PP y PSPV acab¨® en la papelera por las mezquindades partidistas de unos y de otros. Con estos antecedentes no resulta temerario aventurar que la historia podr¨ªa repetirse.

Zaplana y Pla est¨¢n pol¨ªticamente obligados a llegar a un acuerdo, especialmente despu¨¦s del esfuerzo que ambos han realizado para aproximar posiciones. Pero ese acuerdo debe responder al esp¨ªritu y a la letra de la ley de la Acad¨¨mia que es taxativa en su art¨ªculo 10: [los acad¨¦micos deben] 'ser expertos en valenciano con una acreditada competencia cient¨ªfica y acad¨¦mica o destacadas personalidades de las letras o de la ense?anza en materia ling¨¹¨ªstica o una producci¨®n reconocida en el campo del valenciano o la cultura valenciana'. Cualquier componenda que no respete estas consideraciones, singularmente en lo referente a las cuestiones cient¨ªficas y acad¨¦micas, representar¨ªa un fraude de ley, reavivar¨ªa la pol¨¦mica y evidenciar¨ªa el fracaso pol¨ªtico de ambos interlocutores. Mayor en el caso del presidente de la Generalitat por cuanto fue el impulsor de la Acad¨¨mia. La falta de consenso, adem¨¢s, pondr¨ªa en cuesti¨®n la voluntad real del PP de constituir la AVL habida cuenta de las ocasiones en que los populares se han servido de la misma para tender cortinas de humo o para su uso partidista.

Todos estos precedentes, sin embargo, no deben ser obst¨¢culo para lograr el acuerdo. El pasado, pasado est¨¢. La Acad¨¨mia es un instrumento cuya capacidad para poner fin a una pol¨¦mica, o como m¨ªnimo mitigarla, no discute ni el presidente del Institut d'Estudis Catalans, Manuel Castellet, quien durante la inauguraci¨®n de la sede del IEC en Castell¨®n reconoci¨® abiertamente que su instituci¨®n, el Institut Interuniversitari y la Acad¨¨mia pueden convivir sin que se produzcan interferencias.

La grandeza del posible acuerdo entre Zaplana y Pla reside no s¨®lo en consensuar veinti¨²n nombres que respondan a las exigencias de la ley y recojan las distintas sensibilidades en materia tan fr¨¢gil -por pol¨¦mica que no por cient¨ªfica- como es el valenciano, sino en sentar las bases de una instituci¨®n que con el tiempo sea capaz de crear un amplio espacio de convivencia y consenso social que acabe de una vez por todas con discusiones est¨¦riles. La aceptaci¨®n por parte del presidente de la Generalitat del pacto por el uso social del valenciano propuesto por los socialistas invita a ser optimista; los antecedentes, a todo lo contrario. Al final, la constituci¨®n de la Acad¨¨mia habr¨¢ sido un largo viaje para no moverse del sitio. Pero el esfuerzo vale la pena.