Algo m¨¢s que un fabulista
Laguardia abre los actos del segundo centenario del ilustrado F¨¦lix Mar¨ªa de Samaniego
Personalidad caracter¨ªstica de la nobleza ilustrada de su tiempo, F¨¦lix Mar¨ªa de Samaniego (Laguardia, 1745-1801), sigue inmerso en ese olimpo particular de la escritura destinado a los fabulistas, que se abre con Esopo y que tiene en La Fontaine uno de sus principales miembros. Pero el escritor y terrateniente de Laguardia fue adem¨¢s de eso otras cosas: un consumado erot¨®mano, un activo reivindicador de las nuevas ideas que llegaban de Europa y un impulsor de instituciones como el Seminario de Vergara o la Real Sociedad Bascongada de Amigos del Pa¨ªs (RSBAP), que el viernes comenz¨® en la villa alavesa los actos en conmemoraci¨®n del segundo centenario de su muerte.
Y tambi¨¦n en la lectura del preg¨®n se descubrieron nuevas facetas de algunos personajes. Ofici¨® de pregonero el veterano periodista televisivo Alfredo Amestoy, que se revel¨® como un incondicional de Samaniego, tanto que es miembro de la RSBAP y tiene casa en la localidad natal del escritor. El acto, que se celebr¨® desde el balc¨®n de la casa en la que naci¨® el escritor, estuvo precedido de la presentaci¨®n de las obras completas del ilustrado alav¨¦s.
En el pr¨®logo a estos dos tomos editados por la Biblioteca Castro, el profesor de Literatura de la Universidad Complutense Emilio Palacios descubre todas las facetas de un personaje que apost¨® por la literatura de forma tangencial. De la trayectoria p¨²blica de Felix Mar¨ªa de Samaniego destaca su labor como alcalde de Tolosa o como director del Seminario de Vergara, que impuls¨® con su t¨ªo, el conde de Pe?aflorida. Tambi¨¦n fue importante su estancia en Madrid, en busca de influencias para su tierra, que fueron infructuosas. Y no hay que olvidar tampoco sus disputas con el tambi¨¦n fabulista coet¨¢neo Tom¨¢s de Iriarte, a quien hab¨ªa remitido sus primera f¨¢bulas, pero con el que acab¨® en un enfrentamiento visceral.
Entremedias quedaba la publicaci¨®n de sus f¨¢bulas, algunas de las cuales han pasado a la memoria colectiva, como la de la cigarra y la hormiga, la zorra y las uvas, o el cuento de la lechera, la m¨¢s famosa y, quiz¨¢s, la mejor de todas. En total, 137 ap¨®logos que conforman una parte de su obra literaria.
Del resto de sus escritos habr¨ªa que destacar El jard¨ªn de Venus, colof¨®n de una serie de composiciones po¨¦ticas casi pornogr¨¢ficas, cuya escritura, aunque parezca extra?o, era algo habitual entre los moralistas ilustrados. Lindezas del tipo 'Padre, hombre alguno no hallar¨¦ en mi vida/ que tenga tal potencia:/ sepa su Reverencia/ que mi frayle, despu¨¦s de que me ha montado/ trece veces al d¨ªa, a¨²n queda armado' conforman este poemario que estuvo proscrito hasta hace pocas d¨¦cadas.
Este y otros episodios de su ajetreada vida le llev¨® a terminar sus d¨ªas en la su localidad natal de Laguardia, donde en los pr¨®ximos meses la RSBAP va a organizar distintos actos para redescubrir al Samaniego ilustrado.
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