Muere John Lee Hooker, el gran maestro del 'blues' en el mundo del rock
El m¨²sico, fallecido a los 83 a?os, actu¨® el pasado fin de semana en San Francisco
B.B. King dijo en una ocasi¨®n que el blues es cuando un hombre ha perdido una mujer y es lo ¨²nico que ten¨ªa. Hooker us¨® m¨¢s palabras: 'Digan lo que digan todo se reduce a una cosa. Un hombre, una mujer, un coraz¨®n roto, un hogar roto'.
John Lee naci¨® en el Misisip¨ª de la segregaci¨®n en 1917, en una familia pobre de once hermanos. No hab¨ªa futuro y la ¨²nica alternativa era huir, como millones de otros negros, hacia el norte industrial. Con unos rudimentos de guitarra aprendidos de su padrastro, Will Moore -por cuya casa pasaban artistas que tambi¨¦n est¨¢n en la historia del blues, como Charley Patton-, el adolescente John se subi¨® al tren rumbo a Memphis, primero, y a Cincinnati, despu¨¦s, donde dio tumbos econ¨®micos y musicales antes de recalar definitivamente en Detroit, en 1943, como portero en la Chrysler. En la gran ciudad, con sus clubes abiertos a todo, el sonido b¨¢sico y la voz grave del John Lee Hooker pronto llamaron la atenci¨®n de quienes buscaban figuras.
Una discogr¨¢fica de Los ?ngeles le contrat¨® en 1948 y al cabo de un mes ten¨ªa en las tiendas y sonaba en las emisoras Boogie Chillen, primer disco y primer ¨¦xito. El ¨¢lbum vendi¨® un mill¨®n de copias, con un sonido b¨¢sico. La cr¨ªtica lo considera un punto de inflexi¨®n en el blues y dio la raz¨®n a Hooker cuando dijo: 'Sabes, hablando de verdad, aquello fue el primer paso del rock and roll'.
Su estilo evocaba el origen sure?o y rural del blues, pero apuntaba a lo que luego ser¨ªa el blues que conquist¨® el mundo, electrificado en Chicago. Por la misma ¨¦poca en que Muddy Waters establec¨ªa el nuevo canon, a mediados de los cincuenta, a orillas del lago Michigan, Hooker empez¨® a grabar en la capital del blues en una multitud de estilos agarrados a las dos ramas b¨¢sicas: el blues ac¨²stico y el boogie el¨¦ctrico, que le permitieron lo mismo ser el padrino musical de los cantantes folk de los a?os sesenta - de ah¨ª el barbilampi?o Bob Dylan como telonero en Nueva York en 1960- como del rock brit¨¢nico de los Rolling y compa?¨ªa. De 1955 es Dimples, uno de sus irresistibles temas y punto alto de una carrera que alcanz¨® el paroxismo con Boom Boom, un himno del blues que no hubo nadie que dejara de tocar y lleg¨® hasta a los anuncios de televisi¨®n.
En Europa, John Lee Hooker alcanz¨® categor¨ªa de semidios. 'Se me saltan las l¨¢grimas. Me pongo tan blue cuando toco la National', dijo en una ocasi¨®n, tras grabar en solitario con su guitarra. 'Ella me hablaba y yo le hablaba'. En los a?os setenta y en Estados Unidos su suerte, como la del blues, se fue hacia abajo. Inesperadamente, la d¨¦cada siguiente alumbr¨® un nuevo inter¨¦s por el blues y John Lee Hooker volvi¨® a ser reclamado por gentes como Santana o Bonnie Raitt. Ayer se recordaba lo que el guitarrista hispano dijo en su d¨ªa: 'Hay muchas vidas en esa voz. Puedes o¨ªr la antigua China , las pir¨¢mides, las plantaciones de algod¨®n. ?l dice que el blues empez¨® cuando Dios expuls¨® a Ad¨¢n y Eva del Para¨ªso. Bueno, pues ah¨ª es hasta donde ¨¦l llega'.
Resurrecci¨®n La resurrecci¨®n musical de los a?os ochenta, que empez¨® con un cameo en The Blues Brothers al principio de la d¨¦cada, qued¨® consolidada al final cuando el septuagenario John Lee Hooker puso en la calle The Healer, donde hizo de anfitri¨®n de Santana y Los Lobos. Su reedici¨®n en dueto de I'm in the mood con Bonnie Raitt le dio un Grammy. 'Es una de la canciones m¨¢s er¨®ticas que he o¨ªdo en mi vida', declar¨® la cantante. 'No la ensayamos. Simplemente bajamos la luz, nos miramos y la sacamos a la primera. Fue como si me hubiera pasado un tren por encima'.
Aquel ¨¦xito abri¨® la v¨ªa a otras colaboraciones con m¨²sicos como Van Morrison, Keith Richard o Albert Collins, que se sent¨ªan a su lado como el alumno ante el genio. Fueron a?os de gloria. Hooker abandon¨® a la vejez la precariedad econ¨®mica al recibir millones en royalties, los d¨®lares que no hab¨ªa visto en su larga vida de discos, m¨¢s de un centenar, e infinitas giras, lo mismo para tocar en peque?os clubes que en grandes teatros. Empez¨® a coleccionar coches de lujo y a espaciar sus actuaciones, que muchas veces, en la mejor tradici¨®n del blues, ten¨ªan el car¨¢cter de sorpresa para deleite de unos espectadores conscientes de hallarse ante un genio. Muri¨® con la guitarra en las manos. El pasado fin de semana actu¨® en Santa Rosa, al norte de San Francisco.
Babelia
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