Crematorios
?l lo cuenta con mucha gracia. Tengo un amigo que siempre que sale el tema de la incineraci¨®n de cad¨¢veres expone una truculenta teor¨ªa sobre el negocio funerario. Creo haberles hablado alguna vez de este personaje, que sostiene que la cremaci¨®n es una actividad enormemente lucrativa porque nada es como parece. Seg¨²n explica, cuando los familiares y amigos dan el ¨²ltimo adi¨®s al finado y se cierra lentamente la cortinilla al son de una m¨²sica celestial, el f¨¦retro y las flores que lo cubren no pasan por el horno crematorio. ?l asegura que los empleados funerarios retiran las coronas, sacan el cad¨¢ver de la caja y lo queman sin ornamento ni embalaje alguno. Ni que decir tiene que el m¨®vil de la maniobra -siempre seg¨²n su teor¨ªa- no es otro que el de revender el ata¨²d, que apenas ha sufrido desgaste alguno, y las flores, que son inmediatamente recicladas para otro muerto.
Todo esto lo relata mi amigo con un convencimiento que ¨¦l fundamenta en el hecho de que toda la operaci¨®n se realiza en una trastienda que nadie, ni siquiera los m¨¢s allegados, tiene el menor inter¨¦s en visitar. En lo ¨²nico que reconoce albergar dudas es si despojan tambi¨¦n de ropas al difunto para venderlas en un segunda mano. Esto ¨²ltimo se me antoja ya el desvar¨ªo propio de sus atracones de suspicacia. Sin embargo, cada vez que me ha tocado asistir a un sepelio en que el cad¨¢ver ha sido incinerado no he podido evitar el imaginarme a los funerarios realizando la operaci¨®n que este tipo describe como si la hubiera visto con sus propios ojos. Lo cierto es que la manipulaci¨®n de muertos no tiene demasiado prestigio social. A pesar de ofrecer un servicio indispensable para la sociedad, las pompas f¨²nebres provocan, al menos aqu¨ª en Madrid, un rechazo que va m¨¢s all¨¢ del l¨®gico repel¨²s. Mientras en otras ciudades de Espa?a se pueden ver peque?os establecimientos funerarios junto a un supermercado o una mercer¨ªa, aqu¨ª no queremos tenerlos a menos de un kil¨®metro de nuestras casas. Recuerdo la que armaron hace a?os los vecinos del barrio de San Pascual en el intento de frenar la construcci¨®n del tanatorio de la M-30. Muchos engalanaron sus terrazas con pancartas en las que aparec¨ªan dos tibias y una calavera, y m¨¢s de uno vendi¨® el piso a precio de saldo antes de que llegaran los primeros duelos.
Ahora, en el populoso barrio de Bego?a se est¨¢ forjando un movimiento parecido. Empresarios y vecinos de la zona tratan por todos los medios de frenar el proyecto de construcci¨®n del primer tanatorio privado de Madrid, que la Funeraria Nuestra Se?ora de los Remedios pretende levantar junto al hospital Ram¨®n y Cajal. De momento y, a pesar del rechazo de la oposici¨®n, ya tienen licencia de obra municipal para edificar un complejo que contar¨¢ con veinticuatro salas. Pero hay, adem¨¢s, una novedad importante que puede encrespar a¨²n m¨¢s la resistencia de quienes lo tendr¨ªan cerca. La empresa ha solicitado permiso para instalar en el edificio seis hornos crematorios, que competir¨ªan con el que actualmente funciona en el cementerio de la Almudena. Aunque oficialmente esta ¨²ltima licencia est¨¢ pendiente s¨®lo de los informes solicitados a las concejal¨ªas de Salud y Medio Ambiente, el Ayuntamiento observa de reojo el nivel de ruido que alcanza la reacci¨®n vecinal. Eso de que el humillo que acaricia la nariz cada ma?ana no huela precisamente a tahona ni a caf¨¦ reci¨¦n tostado es asunto que puede provocar un levantamiento popular. Dicen, adem¨¢s, los que all¨ª habitan o trabajan que aqu¨¦lla es una zona sin salida para el tr¨¢fico ni espacio para el aparcamiento, por lo que en cuanto comience a funcionar el tanatorio el colapso est¨¢ garantizado. Con esos argumentos y con esas fobias habr¨¢n de enfrentarse los promotores del proyecto, industriales que se han ganado a pulso un hueco en el mercado funerario de Madrid.
Esta compa?¨ªa colmenare?a levantaba los muertos en los pasillos de los hospitales de la capital cuando la Empresa Mixta de Servicios Funerarios gozaba del monopolio que le fue posteriormente revocado. Por t¨¦trico que resulte, no cabe duda de que el de los difuntos es un negocio pr¨®spero. A pesar de la crisis en los mercados financieros, en lo que va de a?o las acciones de la ¨²nica funeraria que cotiza en Bolsa han subido un 30%. Y lo gracioso es que mi amigo el truculento est¨¢ entre los accionistas.
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