Pol¨ªtica y polic¨ªa
'Estos grupos que se autodenominan radicales en realidad son los menos radicales, porque lo ¨²nico que consiguen es dar la excusa perfecta al Gobierno para criminalizar el movimiento antiglobalizaci¨®n'. Me lo dec¨ªa una de las responsables de una campa?a bien trabajada durante cuatro meses, que hab¨ªa movilizado centenares de organizaciones y millares de personas y hab¨ªa conseguido llevar sus ideas a la opini¨®n p¨²blica y a los medios de comunicaci¨®n, y que al final corre el riesgo de quedar confundida por algunos episodios de violencia, en cualquier caso aislados y nada representativos de este movimiento. Por eso, algunos sectores de la organizaci¨®n temen que la violencia provoque rechazo social, los divida y los debilite. ?Era ¨¦sta la pretensi¨®n del Gobierno al dise?ar la respuesta policial?
Algunos manifestantes hicieron m¨¢s que la polic¨ªa para evitar los actos vand¨¢licos. ?Chapuza o intencionalidad pol¨ªtica?
La mayor parte de la manifestaci¨®n del domingo transcurri¨® de modo pac¨ªfico. Los propios manifestantes consiguieron contener a un grupo reducido de agitadores que fueron obligados a viajar en la cola de la manifestaci¨®n. Caus¨® sorpresa que ya cerca del final del paseo de Gr¨¤cia el grupo de violentos contara con la incorporaci¨®n s¨²bita de un grupo de agitadores que no hab¨ªa sido visto antes. Y despu¨¦s la dureza con que la polic¨ªa, que hab¨ªa dejado romper cristales sin intervenir, se lanz¨® a una carga indiscriminada y dura en la plaza de Catalunya. A partir de ah¨ª todo se torci¨®.
Esperemos que la actuaci¨®n policial sea debidamente discutida en el Parlament, como es exigible en una sociedad democr¨¢tica. En cualquier caso, forma parte de las obligaciones de una polic¨ªa democr¨¢tica proteger el derecho de manifestaci¨®n. ?Por qu¨¦ no mantuvo aislado al grupo de violentos que los propios manifestantes hab¨ªan expulsado de su seno? Es tarea de la polic¨ªa impedir que se altere el orden p¨²blico y en caso de que esto ocurra reinstaurarlo, en esta ocasi¨®n -y hay reincidencia- lo menos que se puede decir es que las cosas empeoraron con la actuaci¨®n policial. Algunos manifestantes hicieron m¨¢s que la polic¨ªa para evitar los actos de vandalismo. ?Chapuza o intencionalidad pol¨ªtica?
A juzgar por lo o¨ªdo en p¨²blico y en privado en los ¨²ltimos d¨ªas, el Gobierno y los responsables policiales part¨ªan de dos premisas: que el movimiento antiglobalizaci¨®n es un movimiento violento y que hay en ¨¦l conexiones con la kale borroka vasca. La primera premisa es peligrosamente reduccionista. Y los hechos de Barcelona lo demuestran: que algunos grupos de agitadores violentos se metan en la movida no significa que la inmensa mayor¨ªa de las organizaciones y de los ciudadadanos que participan en la campa?a lo sean. S¨®lo con intencionalidad pol¨ªtica se puede hacer esta amalgama. Parece que los movimientos antiglobalizaci¨®n, en la medida en que tocan algunas cuestiones especialmente sensibles, que tienen que ver con los problemas reales de la ciudadan¨ªa, y pretenden romper el mito de que hay una sola forma de globalizaci¨®n posible, resultan inc¨®modos. Mientras la violencia los acompa?e, se podr¨¢ conseguir cierto rechazo por parte de las clases medias. ?Es ¨¦sta la intenci¨®n del Gobierno? La estupidez de los que van de radicales se convierte en c¨®mplice eficaz de la voluntad del poder de desprestigiarlos. Los movimientos antiglobalizaci¨®n tendr¨¢n que luchar seriamente para despegarse de esta adherencia de violencia que llevan puesta.
La segunda premisa es posible. Y es probable que las detenciones efectuadas confirmen cierta conexi¨®n vasca de los activistas m¨¢s violentos. Pero tampoco esto puede servir para descalificar la totalidad del movimiento. M¨¢s bien al contrario, la funci¨®n de una polic¨ªa democr¨¢tica ser¨ªa garantizar que el movimiento pueda llevar a cabo todos sus programas y actividades sin la violencia, que ellos mismos rechazan. Y en cambio, en este caso, m¨¢s bien se ha ayudado a catalizarla.
Sin duda, los movimientos antiglobalizaci¨®n tienen que afrontar la cuesti¨®n de la violencia. Estos movimientos cr¨ªticos con el orden social vigente se mueven siempre, como es l¨®gico, en un territorio de riesgo. Por eso es leg¨ªtimo pedirles claridad en los m¨¦todos. Pero una sociedad abierta debe tener lugar para estas discrepancias de fondo y verlas con la atenci¨®n que merecen, en vez de buscar el modo de desprestigiarlas. Ser¨ªa injusto exigir a estas organizaciones m¨¢s de lo que se exige a los dem¨¢s. Por ejemplo, la mayor¨ªa de las celebraciones de las victorias de los equipos del f¨²tbol, el Bar?a sin ir m¨¢s lejos, acaban con sus grupos ultras rompiendo cristales y escaparates. No por eso se criminaliza a los clubes ni a sus seguidores. Es m¨¢s, se les recibe en las estancias oficiales. Que los clubes de f¨²tbol sean pilares del orden establecido no es raz¨®n para que lo que no se exige a ellos se exija a los grupos que critican el funcionamiento del sistema.
La democracia se defiende abri¨¦ndola, no cerr¨¢ndola a quienes discrepan m¨¢s de lo que algunos -?con qu¨¦ criterio?- consideran aceptable. Que la represi¨®n sea la ¨²nica respuesta gubernamental a estas movilizaciones es lamentable. Contra todo pron¨®stico, los organizadores han conseguido algo muy dif¨ªcil: mantener viva la campa?a, con intensidad creciente, a pesar de que qued¨® desconvocado el acto que la motiv¨®: la conferencia del Banco Mundial. Se confirmaba con ello que no son s¨®lo movimientos de rechazo, sino que pretenden se?alar problemas y proponer soluciones alternativas a un proceso de globalizaci¨®n muy dirigido que deja enormes efectos colaterales a su paso. Ser¨ªa una mala se?al para la democracia -y un mal signo de la idea que de ella tiene el Gobierno- que frente a estas cuestiones no hubiera otra respuesta que la incomprensi¨®n, el rechazo y la represi¨®n. Cuando los gobiernos responden de forma cerrada siempre consiguen el mismo efecto: potenciar la cerraz¨®n de la otra parte, en este caso, dar protagonismo a los violentos.
Durante las ¨²ltimas semanas ha sido muy saludable el amplio eco que las propuestas de la campa?a antiglobalizaci¨®n han tenido en los medios de comunicaci¨®n. El Gobierno, en vez de empecinarse en una respuesta policial equivocada que s¨®lo demuestra sus limitaciones, deber¨ªa fijarse en la sociedad medi¨¢tica, que ha demostrado ser mucho m¨¢s abierta. Es la mejor manera de dejar sin argumentos a los que practican la violencia: demostrar que no es verdad que s¨®lo salen en los medios cuando rompen escaparates. Aunque para ello, evidentemente, los grupos antiglobalizaci¨®n tendr¨¢n que esmerarse en ideas y propuestas.
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